domingo, 26 de julio de 2015

Capítulo 15

-¿No se suponía que llegaba dentro de más de una semana?- Me preguntó con una mueca en el rostro. Me encogí de hombros.

Lo mismo digo yo, se suponía que tendría más tiempo para prepararme para su llegada.

-De todas formas no nos incumbe, ven por favor- El jardinero volvió a llamar a mi amigo. -Y le aconsejo a usted señorita que vaya para adentro también a recibirlo- Asentí y me levanté para caminar con los pies descalzos hasta la puerta de vidrio de la sala.

No sabía que hacer. ¿Lo esperaba en la puerta? ¿Me hacía la que no sabía que había llegado?

Opté por esperarlo sentada en la sala con la televisión prendida. Cuando la puerta sonó me levanté de un salto para encontrarme con la imponente mirada que casi se me había olvidado a lo lejos. Sus depredadores ojos marrones al captar los míos deslumbraron una sonrisa un tanto inquietante que llegó a sus labios.

Temerosa me dirigí a su encuentro y él dejó que un par de mucamas se encargaran de su liviano equipaje.

-Por fin te veo de nuevo- Tragué saliva. -Necesito tu cuerpo ahora- Me sonrojé ante su notable imprudencia, no le importaba que otras personas lo escuchen. Agarró mi muñeca con fuerza y me arrastró hasta la primera habitación al pie de las escaleras.

Se notaba que la habitación estaba desocupada ya que lo único que había eran cajas. Agarró mis caderas con fuerza mientras sus desesperados labios apresaron los míos y me dirigió hasta subirme en una pila de cajas para ponerme a su altura. Se posicionó entre mis piernas y yo me sostuve de sus hombros al mismo tiempo que nuestras pelvis se rosaron.

-Tanto tiempo sin hacerte mía joder- Jadeé al sentir su nariz en mi cuello. -Tu olor me embriaga- Susurró para sí mismo. Levanté el cuello para darle más accesibilidad y él aprovechó para morderme la piel de la clavícula con suma lentitud, hacía que estuviera más sensible a su tacto, lento me hacía estremecer. -Espero que hayas descansado estas semanas, porque tengo ganas de tí- Alzó la cara a mi altura y mojó sus rojos labios mientras observaba los míos. -Y no bastará con una sola vez-

Su boca embistió a la mía sin si quiera dejarme tomar aire. Era tanta la fiereza del beso que aunque me sostuviera de sus hombros mi cuerpo se doblaba hacia atrás, sentí una gran mano sostener la parte posterior de mi cabeza para empujarme más cerca de la cara de mi amo, de sus carnosos labios... entreabrí los ojos para encontrarme con su ceño fruncido y los ojos cerrados con fuerza.

Cualquiera diría que estaba concentrado en ganar una pelea, por la expresión de su rostro y por como me atacaba.

Sin separarse de mí me quitó la blusa que cargaba con suma rapidez y me hizo recostarme ahora si por completo sobre la caja, tomó mi delicada mano con la suya que era fuerte y la guió hacia su cuerpo.

Con la yema de los dedos rocé los abdominales debajo de su camisa de botones. ¿Estaba más musculoso?

Su mano no me dejó estar por mucho ahí para mi decepción, sino que la encaminó más abajo, con la misma mano desabrochó su pantalón y rápidamente llevó mi mano a su miembro. Estaba más que duro, más que preparado para penetrarme.

-No me imaginaba que viniera con tantas ganas de... estar conmigo- Solté cuando me separé para mirar mejor donde estaba mi mano, con un calor instalándose en mis ya de por sí sonrojadas mejillas.

Él no dijo nada, solo me despojó de mis shorts mientras sus ojos no demostraban nada más que lujuria. Sus labios estaban hinchados y rojos carmín, ¿Así estaban los míos? Seguramente hasta más. Pero estaba completamente segura que esto no era nada más que una escena de pasión y lujuria desenfrenadas, en esto no había sentimientos de por medio.

Se deshizo de sus pantalones junto con sus boxers en cuestión de segundos.

-Ven- Ordenó mientras me quitaba mi sujetador y se dirigía a mis bragas. -Quítame esto y tíralo al suelo- Me explicó desabrochándose los dos primeros botones de la camisa de golpe. Obedecí y le saqué la prenda con mucha vergüenza, me sentía atrevida haciendo eso a pesar de que él me lo haya ordenado. Una vez ambos teníamos el torso descubierto, me jaló por la cintura para pegarme a su cuerpo, abrió mis muslos posicionando su cuerpo en medio. -Espero que no estés floja hoy, porque te lo haré duro-

Unas pocas semanas de no haber estado con el amo y ya se me había olvidado como se sentía que me penetrara. Mi zona sensible se contrajo al recibirlo, al principio quería pedirle que vaya más despacio, que me dé tiempo para adaptarme a su tamaño, pero no podía pedirle tal cosa.

-¡Ah!- Me quejé cuando sentí su pene llenarme demasiado profundo. -Por favor- Supliqué sin poder terminar la frase.

-¿Por favor, qué? No voy a parar Claire, te aguantas- Asentí sin nada más que opinar. Agarró mis caderas y se impulsó más adentro, casi haciéndome caer, mis uñas se apretaron contra su espalda. -¿Por qué tienes que ser tan jodidamente caliente cuando agachas la cabeza?-

Seguía sosteniéndome de las caderas, empujándome a recibirlo con fuerza cuando se acercaba, provocando un sonoro impacto de nuestros cuerpos. Probablemente cuando esto termine mi zona quedará enrojecida por completo.

-Esto- Pegué un saltito cuando palmeó mi feminidad. -Es la entrada a mi placer- El vaivén de sus caderas era cada vez más rudo, más veloz y profundo. -Te puedes correr- Mi cuerpo se dejó vencer nada más escuchar estas palabras. Sentía que ya no podía sostener mi peso pero J no dejaba de darse placer con mi cuerpo, así que como es obvio tenía que esperar hasta que él así lo decida. -Oh- Apretó mis glúteos con excitación para luego cerrar mis muslos encerrando a su miembro, provocando que lo pueda sentir aún más. -Joder- Llevó mis rodillas al pecho para tener a mi cavidad abierta a su antojo, yo aún me sentía desfallecida, de hecho sentía que era mucho para mí estas sensaciones, que mi cuerpo había recibido ya suficiente, pero obviamente mi deber era satisfacer al amo hasta que esté saciado.

Cada vez sentía como mi vagina apretaba su miembro hinchado y luego lo soltaba provocando espasmos desesperantes y ciertamente incontrolables.

-¡Agh!- Grité cuando él me embistió por última vez. Su pecho estaba agitado y todavía sostenía mi pelvis contra la suya.

-Vamos a irnos de viaje los dos- Finalmente recuperó el aliento. ¿Ah? -Nos iremos a Orlando por Navidad, es con todos mis socios- Se encogió de hombros restándole importancia mientras salía de mí y me tomaba de la cintura para pararme.

-¿Iremos a Disney?- Él frunció el ceño.

-Dije que vamos a Orlando, no precisamente a sus parques-

-Ah- Mis hombros se hundieron claramente decepcionada. -Siempre he querido ir, era mi sueño desde pequeña- El amo me miró por unos instantes, no dijo nada por un tiempo y luego sacudió la cabeza para cambiar de tema.

-Ven- Me tomó de la mano para luego reír de una manera jovial y sexy. -Necesito otra ronda menos salvaje-

-Vino con ganas- Las palabras salieron de mi boca con natural complicidad.

-Estrenaremos tu habitación- Salimos por el pasillo que estaba vacío completamente desnudos. -Todavía tengo ganas de tí-

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¿Se asustaron por la llegada de J? Neee ¿Un poquito? Déjenmelo saber en sus comments ;)

No sé por qué pero disfruté escribiendo este capi y me emocionó la faceta salvaje calenturienta de J♡ ¿Y a ustedes?


Escribanme cuando quieran, no a la timidez ;)


--------> ¿Otro capi?

miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 14

-William ya terminé, déjame ir a comer por favor- Supliqué al guardián de piel oscura juntando mis manos al frente.

-Sabe las reglas, primero a bañarse- No se inmutó ni un centímetro, con los brazos sobre el pecho.

-Pero después de tanto ejercicio me muero de hambre. ¿Quién puso esa regla de bañarse después de matarme en el mini-gimnasio? Es muy cruel- Me quejé como niña pequeña, nunca en mi vida lo había hecho antes, pero si supieran todos los ejercicios nazis que me hacía hacer este hombre seguramente me apoyarían a tirarme al suelo a patalear. -¿Fue J, él fue el que impuso esa vil orden?-

-Deja de hablar como si fuera el holocausto- Alcé la cabeza al oír la voz del único amigo que había tenido.

-¡Regresaste!- Fui a recibir a Jev quien estaba recargado contra el marco de la puerta del mini-gimnasio de la casa.

-Noooo, en realidad solo estoy aquí por invocación semipresencial- Hice una mueca sin entender el chiste, él rodó los ojos y abrió los brazos esperando mi abrazo. -Claro que estoy aquí, chica fresita- Me dirigí hacia sus brazos con la confianza que había desarrollado en las dos primeras semanas que se fue el amo. El rubio y yo charlábamos mientras él hacía la comida, me ayudó a llevar a refugios pastel que sobró de mi cumpleaños ya que yo no tenía permitido salir de la casa, salíamos de vez en cuando al jardín y me enseñaba los bosquejos que pintaba, cosa que a mí me encantaba y gradualmente empecé a darle crítica constructiva. -Espera espera espera- Me detuvo con una mano. -Estás toda sudada, esta chaqueta es nueva- Esta vez fui yo quien giró los ojos para ocultar la vergüenza, seguramente olía mal. El chef cambió su expresión por una sonrisa y me jaló del hombro. -Ven acá- Y antes de que diga nada me encerró en un cálido abrazo.

-Tiene que ir a bañarse- Recordó William que aún estaba parado en la misma posición y con mirada sin emoción alguna.

Ugh.

-Ve, desmugreate en lo que yo te preparo algo rico- Me dijo Jev aún con la sonrisa en los labios y con un brazo encima de mis hombros. Asentí.

-Tiene que ser lo que está en su plan nutricional- Casi pude oír a mi amigo gruñir.

-Seguro- Dijo con amargura.

Una vez estuve en el baño de mi habitación decidí darme una ducha en lugar de meterme en la tina. Abrí la llave de agua caliente y dejé que las gotas masajearan mi espalda.

Oh. Se sentía tan bien.

Me quedé bajo la regadera un rato, pensando en mucho y a la vez tratando de pensar en nada.

No había hablado con el señor Blydon desde que me contó lo de Meredith en el jardín, y eso me había inquietado un poco ya que yo necesitaba más respuestas y él era el único con quien contaba para obtener dichas respuestas, puesto que dudaba mucho que el amo quisiera contarme de la chica que se enamoró y lo engaño -posiblemente- con su propio padre. Si era así no quería ni imaginarme como se habrá sentido J y tampoco creía poder hacerlo puesto que yo no tenía padres. Sacudí el cabello que caía por mi espalda, todo eso era mucho en que pensar. Por ahora me sentía contenta de que el rubio haya venido, lo había extrañado más de lo que admitiría en voz alta.

Fácil se me había hecho cogerle cariño y por alguna razón me daba más confianza que cualquier otra persona, nunca antes había tenido un amigo y después de que Twigall intentara besarme una vez en el orfanato y yo lo empujara por instinto se había encargado de hacer de mí una marginada total, diciendo desde que yo tenía piojos (cosa que no era verdad) hasta que yo estaba bajo efecto fantasma por el consumo de drogas.

Cuando salí de la ducha me envolví en una toalla y salí del baño para buscar ropa, pasé por la mesita de noche donde reposaba mi retrato y sonreí, yo sabía que Jev sería un famoso artista algún día.

Bajé las escaleras y me dirigí al comedor.

-Por fin bajas chica fresita-

-¿Sabes que la chica fresita tiene un amigo rubio, no?- Hizo una mueca.

-No me digas que me quieres comparar con ese- Alzó una ceja haciéndose el ofendido. -Por lo menos dime que soy Goku o no se...-

-¿Quieres ser LaLa de los telettuvies?- Solté una carcajada y él hizo una expresión graciosa.

-Prefiero ser el amigo de la chica fresita- Negó consternado. -Mejor siéntate a comer pelirroja-

-Está bien rubio- Solté una risita y observé el plato que tenía en frente.

-Arroz con nueces, milanesa y ensalada de verduras, creo que morirías de desnutrición con ese plan nutricional- Me reí y él me miró con complicidad. -Termínatelo antes de que aparezca La Roca- No esperé a que me dijera nada más y me atraganté de comida.

***

-¿Entonces, qué tal te fue en la exposición?- Pregunté con la cara alzada para recibir los rayos del sol al pie de la piscina. Jev y yo nos encontrábamos sentados con los pies hundidos en el agua turquesa.

-Estuvo bien, la galería era bastante surtida, cada artista tenía su toque especial-

-Pero...- Se notaba que se estaba guardando algo.

-Nada- Alzó la cara apoyándose sobre sus codos. Unas cuantas pecas se le iluminaron con el sol.

-Puedes decírmelo- Bajé la mirada, no quería entrometerme en sus asuntos, pero algo me decía que como amiga debía tratar de escucharlo, se lo debía por todas las veces que me había ayudado.

-Es solo que...- Tomó aire. Se podía distinguir que le resultaba algo difícil hablar del tema. -Cuesta muchísimo alquilar espacio en una galería para exponer tus cuadros ¿Sabes? A veces pienso que no debí haber entrado a la facultad de Bellas Artes- Siguió con la vista perdida, no quería devolverme la mirada y lo entendía.

-¿Y a cuál hubieras tenido que entrar, entonces?- No esperé respuesta. -No hay ninguna otra carrera en la que hubieras tenido que estar- Me incorporé y alcé mis manos temblorosas. Tomé aire y con mucho cuidado posé mis manos en sus mejillas. -Yo estoy segura de tu talento y tú tienes que estar seguro también. ¿De qué sirve entrar en una carrera que tiene más ingreso financiero si nunca le pondrás el empeño que le pones a lo que en verdad amas hacer?- Sus intensos ojos me observaban con un brillo especial. -El alquiler de la galería lo pagarás con lo que las personas te den por tus obras, créeme que harán fila por comprarte semejantes... ah no sé ni siquiera como expresar lo que creas Jev, es simplemente maravilloso-

El rubio me miró intensamente y después de unos segundos apareció una sonrisa en sus labios que le achinaban los ojos.

-Lo siento-

-¿Por qué?- Pregunté confundida.

-Por haber pensado en tirarte a la piscina-

-No, por favor no lo hagas- Aparté mis manos de su cara y me alejé un poco.

-¿Qué harías? ¿Te defenderías, o te quedarías callada como la Claire sumisa que quiere el jefe que seas?- Enarcó una ceja. No respondí y él suspiró.

Miré el agua con expresión ausente, por lo que no me había dado cuenta de la presencia del jardinero.

-Jev, ándate- Prácticamente lo agarró de la camiseta y lo levantó con prisa. -Rápido-

-¿Qué? ¿Pero qué pasó?- Replicó el rubio con el ceño fruncido y poniendo su atención en el hombre mayor.

-Ha regresado el señor Blydon- Los ojos de mi amigo se abrieron y luego se dirigieron hacia mí.

Oh.

A ver lo que me espera.

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Personalmente me alegra que Claire por fin tenga un amigo.

La foto de multimedia es la prueba de que ustedes son los mejores y que aún podemos más acá en blog♡

jueves, 2 de julio de 2015

Capítulo 13

-¿Eres muy curiosa para ser tan callada, no?- Sonrió, con la mirada aún en su plato.

-Solo quiero saber sus razones, igual no lo desobedecería o me fuera contra sus reglas- Bajé la mirada, nerviosa. -Solo pretendo conocer con quien estoy viviendo-

-Parece que en ese convento te han enseñado bien como ser sumisa- Arrugó su frente. -Te enseñaron a querer ser sumisa que es lo que más me preocupa- No respondí nada, mantuve mi vista agachada y esperé a que el papá de mi amo prosiguiera, pero no lo hizo debido a que el rubio entró al comedor con un pastel en los brazos. No se parecía en nada a los pasteles con los que les cantábamos el feliz cumpleaños a las monjas del orfanato, este era mucho más bonito y se veía más apetitoso. Claro que en el orfanato la torta no era repartida a los huérfanos, solo la veíamos cuando les cantábamos a las monjas con sonrisas falsas, para luego verlas como se la repartían entre ellas. Siempre me pareció cruel esto, que nos muestren un manjar tan rico, que nos hagan desear degustar un poquito de dichoso bizcocho para luego metérselo a su boca ante nuestros ojos.

Jev caminó hasta donde yo estaba con el pastel que tenía las velas encendidas y lo colocó en frente mío sobre la mesa después de deslizar hacia un lado los canelones casi terminados. Unas cuantas chicas de limpieza lo seguían aplaudiendo y el hombre de barba blanca que reconocía como el jardinero de la casa sonriendo me colocó una delicada flor amarilla detrás de la oreja respetuosamente. 

No sabía que se suponía que debía hacer, no sabía si debería cantar con ellos o no. 

Opté por sonreír sinceramente y soplar las velas cuando terminaron. El rubio aplaudió y me abrazó en un arranque de alegría. Hice lo que hubiera hecho con cualquier otro hombre: me quedé estática. Al cabo de segundos se dio cuenta de mi incomodidad y se separó rápido.

-Pide un deseo- 

-Hmm-

-Cierra los ojos- Me regañó con una sonrisa divertida el chef. Hice lo que me dijo y me concentré en pensar algo que pedir.

Al final me frustré internamente debido a que por más que me esforcé en ese momento no se me ocurrió absolutamente nada, así que fingí haberlo hecho y soplé las velitas plateadas.

-¡¡Eeeehhh!! Felicidades- Dijeron en coro.

-Feliz cumpleaños señorita, espero que le haya gustado el pastel, Jev lo hizo con sus propias manos muy temprano en la mañana- Comentó una de las mucamas soltando una risita cómplice dándole un codazo en las costillas al susodicho. Este frunció el ceño y bajó su mirada hacia sus zapatos mientras otra de las chicas de limpieza alzaba sus cejas como si algo le molestara y discretamente la vi desaparecer, creo que fui la única que se dio cuenta.

-¿De verdad?- Pregunté enternecida. -¿Has hecho eso por mí?- El asintió sin levantar la vista. -Gracias, este ha sido el mejor cumpleaños de todos-

-No fue nada, solo quería que sepas lo que es un verdadero cumpleaños. Y aunque no fue mucho- Abrió los brazos al aire, abarcando todo el comedor. -Espero que te haya gustado-

-Oh y él fue quien nos reunió a todos para que te viniéramos a cantar- Agregó otra mucama de cabello marrón chocolate.

-Pareces un gran amigo... ¿Cuál es tu nombre muchacho?- Comenzó el hombre mayor.

-Jev Lawrence- Respondió educadamente el chef.

-Eres muy amable con Claire, Jev- Finalizó con aparente indiferencia.

-Sí, eh es solo que me contó que nunca había recibido nada por cumpleaños y le aseguro que lo hice por pura cortesía, no ha de ser fácil para la señorita adaptarse a... la casa-

-Bueno, esperemos que a mi hijo no le moleste tu cortesía- ¿Fue idea mía o el señor River le estaba advirtiendo al rubio?

-No se preocupe, no irá a más de eso- Respondió Jev con la mirada fría. River solo asintió y luego se dirigió a mí.

-Claire, ¿Te parece si coges tu pedazo de pastel y vamos un rato a caminar por el jardín?- Negué con la cabeza y tomé un plato mientras el chef me servía una porción generosa de torta de chocolate con manjar, nueces y duraznos. -Me imagino que no tienes permitido salir fuera de la casa-

-No-

-Bien, entonces no te vamos a meter en problemas por gusto- Esto último lo dijo mirando al que para mi sorpresa lo llamé para mis adentros 'amigo'. Jev no me devolvió la mirada, pero por otro lado el jardinero arrugó la frente y frunció los labios.

Después de más o menos caminar veinte minutos (el jardín era bastante amplio y aún no lo recorríamos todo) el hombre de cabello plateado decidió romper el silencio.

-Debes saber que creo que no soy el más indicado para contarte estas cosas, esto debería decírtelo él cuando lo vea conveniente- Bajé mi mirada hacia mis sandalias, si le preguntara al amo no quería ni pensar como reaccionaría. -Pero como sé que él no te contará por sí solo te adelantaré un par de cosas-

-Gracias- Susurré con la cabeza baja. El hombre solo tomó aire para comenzar a relatar.

-Él era muy inteligente desde pequeño, su madre nos dejó cuando tenía ocho años, a los diez el colegio comprendió que su mente era mucho más audaz y capacitada que el resto así que lo pasaron un par de cursos- Agarró una bocanada de aire y pasó su lengua por sus labios. -Ahí fue donde conoció a Meredith-

-¿Quién es Meredith?- Pregunté para incitarlo a seguir.

-Fue por así decirlo el primer amor de...- Pareció que estaba a punto de decir el nombre del amo J, pero se contuvo a tiempo. -Mi hijo y pues la chica era tres años mayor que él así que ella tenía trece cuando la conoció- Sonrió con amargura. -Ambos unos chiquillos. Ellos dos se hicieron muy buenos amigos, aunque claro él siempre supo que quería más que una amistad. Él siempre le ayudaba con sus tareas, la escuchaba y la consolaba si era necesario- Me miró atentamente. -Era atento en su cumpleaños, le preparaba sorpresas y la hacía sentir especial-

No sabía si sentía celos hacia la chica desconocida, yo aún ni nacía cuando sucedió todo esto, pero de todas maneras me molesta un poco que el amo haya tratado tan bien a alguien y que conmigo no sea así.

-¿Y usted cómo sabe toda la historia?-

-Porque antes teníamos una buena relación- Suspiró con pesar. -Antes me contaba todo y esta chica no iba a ser la excepción-

-¿Y qué ocurrió?- Pregunté luego de un tiempo sin hablar.

-Después de un año de relación me la llevó a presentar a la casa cuando él tenía trece y Meredith dieciséis recién cumplidos-

-Se los ha de haber visto graciosos juntos- 

-No, en realidad no- Bajó la cabeza jugando con sus semi-arrugadas manos. -Mi hijo siempre ha parecido mayor, tal vez es su mirada inteligente, pero ella en cambio ayudaba siendo más bajita y tenía una sonrisa dulce- Suspiró para si mismo. -Toda una belleza, podía hacer pecar a cualquiera-

-¿Engaño al amo J?- Dije adivinando la parte de la historia que seguía.

-Ella era una chiquilla que cometía estupideces debido a su inmadurez, la culpa fue del hombre que no supo respetar una relación de niños-

-¿Se parecía a mí?-

-Sí y no- Ladeé la cabeza sin entender. -Físicamente eres su gemela... pero su actitud era diferente. Tu eres muy sumisa Claire, ella en cambio era muy exigente, manipuladora e impulsiva-

-La llegó a conocer bastante- Dije sin pensarlo. El hombre mayor me miró a los ojos y bajó la vista avergonzado. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y mi corazón dejó de latir por la impresión. -¿Usted fue el hombre que la sedujo?-

-Señorita Himmelriech la llama el señor- Anunció una mucama tendiéndome el teléfono. Lo tomé y me lo llevé a la oreja.

-¿Escuché bien tu apellido?- La voz del hombre canoso se escuchó por encima del ruido del teléfono. En lugar de hacerle caso me dispuse a atender la llamada.

-¿Amo?-

-¿Puedes decirme que mierda haces con mi padre?- Inquirió irritado.

-Ha venido a buscarlo y se ha quedado un rato a desearme feliz cumpleaños- Mentí con el corazón en la boca.

-¿Su apellido es Himmelriech?- Escuché susurrar al señor hacia la mucama con la vista en mí.

-Sí señor Blydon, creo que proviene del alemán- Confirmó la chica bajita de ojos marrones con una sonrisa simpática.

-No me gusta que te acerques a ese anciano, si me entero que conversas más de lo debido con él te prometo que terminarás encerrada para siempre en la habitación que conociste el primer día- Tragué saliva.

-Entendido- El hombre mayor me observó boquiabierto y abandonó el jardín sin decir más.

-Llamaba para decirte que espero que aproveches el tiempo que me encuentro aquí para ponerte en forma, usa el gimnasio que los guardias te mostrarán, no quiero que seas una glotona y te des la buena vida mientras yo estoy acá trabajando para ser tu cajero automático- Ugh eso sonaba como si fuera muy interesada. -Así que aléjate de la cocina, y no lo digo solo por la comida- Terminó la llamada y yo me quedé anonadada.

¿Lo decía por Jev?

Sacudí la cabeza, hoy había recibido mucha información importante como para ponerme a analizar las advertencias ocultas de mi amo. Lo que me rondaba en la cabeza ahora era que había una gran posibilidad de que J fuera como es debido a que su primer y único amor lo engañó, pero no cualquier engaño, nada más y nada menos que con su propio padre.

Ese es el caso en que prefiero ser huérfana.

-Disculpe señorita- Llamó un guardia a unos cuantos metros mío. Me volví en mi puesto ocupando mi atención en él. -Es hora de que entre a casa, no puede quedarse tanto fuera- Asentí y caminé por delante de su imponente figura.

Al parecer tenía más libertad en el orfanato.

-No llamaría a esto casa- Pensé en voz alta.

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Espero de todo corazón que les guste saber más de J y les aseguro que les falta por saber más.
:) :) :) ;) :)