lunes, 23 de noviembre de 2015

Capítulo 20

-¿Exactamente qué te dije de ella?- Su mandíbula estaba tensa y sus ojos adivinaban que extirparía la yugular a cualquiera que se le cruce.

-Esto... me me dijo quien había sido ella para usted- Tartamudeé las palabras atropelladamente. -Y y y- Tragué el nudo de la garganta para calmarme.

-¿¡Y que cojones!?- Exigió el amo, estallando en llamas mientras se acercaba a mí con los hombros tensos.

-Y lo que ella era para mí también- Murmuré como cachorrita abandonada, con la esperanza de alivianar las cosas.

-¿Y por qué mierda salió el tema? ¿Tú me preguntaste, no? Sabía que una niña como tú me traería problemas, demonios- Maldijo en un grito de frustración.

-Yo yo no no-

-¡Deja de tartamudear!- Se rascó la cabeza con exasperación. -Maldición-

Respiré profundo para calmarme.

-Yo no le saqué el tema. Usted dijo su nombre mientras, bueno mientras usted y yo-

-Mientras te cogía- Sus gruesas cejas seguían rectas sobre sus ojos. Se notaba enojado.

-Uhm, sí y bueno ahí le pregunté si había escuchado bien y usted me contó- Cada vez me sentaba mejor mentir, aunque se me aguaran las piernas del miedo.

Sus ojos se posaron en los míos, la ira tornaba más oscuros sus ojos marrones al punto que las motas verdes que se podían apreciar de cerca estaban casi desaparecidas.

-Para empezar no debiste preguntar- La voz que resonó desde su garganta hizo que mi corazón se acelerara a mil y mi cuerpo retrocediera por sí solo. -Te he dicho muchas veces que no me importa lo que opines, pues ahora te digo que no me interesa tampoco lo que quieras saber, no es de tu maldita incumbencia- Mi espalda impactó con algo duro atrás y llevé mis manos para comprobar que era la pared. El amo tomó mis muñecas con fuerza y su rostro furioso se acercó intimidante. Cerré los ojos esperando a que hiciera algo, pero para mi bendición su móvil rezongó en el piso donde estaba su pantalón. Su mirada no se apartó de mí los primeros segundos, pero al notar la insistencia de la llamada desvió los ojos hacía el suelo buscando su celular. Soltó mis muñecas con rudeza y se dirigió a recoger su prenda y sacar el aparato bullicioso del bolsillo trasero. -¿Quién es?- Hubo silencio en lo que el otro lado de la línea respondía. -Oh, por fin llegaron- Otro silencio. -Sí, estaré ahí- Dijo perezosamente mientras recogía su ropa y se encerraba en nuestra habitación.

Después de unos minutos salió completamente vestido y arreglándose un reloj Fossil dorado alrededor de la muñeca.

-¿Amo, yo qué hago?-

Ni si quiera se giró a verme y siguió con su marcha hacia la puerta, pero antes de que él abriera, esta lo hizo dando paso a mi perdido amigo rubio con bolsas de comida en ambas manos.

-Buenos días- Saludó educadamente Jev. El amo J tampoco desvió su mirada a él y pasó a su lado ignorándolo con frialdad. Cerró la puerta un poco más fuerte de lo debido. -¿Y a este qué le pasa?- El rubio frunció el ceño y yo me encogí de hombros. -¿Tienes hambre?- Preguntó después de un rato.

-¿Por qué siempre me preguntas lo mismo?- Reí y él pestañeó confundido y luego sonrió de lado.

-Es que estás muy delgada, es bueno las chicas que tienen carne y no solo hueso-

-Pero me rellenas como pavo, y te recuerdo que tú no eres precisamente gordo-

-Pero yo amo la comida con mi vida- Se llevó las manos a las mejillas al parecer recordando algo de repente. -¡Cierto, el pavo navideño! No he buscado la receta de mi madre- Reí divertida, era muy simpático como se preocupaba como ama de casa. -¿Qué es tan divertido?-

-Nada- Sacudí la cabeza. -Sí, tengo hambre. ¿Podríamos desayunar algo?- Pedí con un puchero, este gesto ya era normal con Jev ya que él me trataba como su hermanita menor.

-Ah y después que yo te relleno- Caminó hacia la cocina y yo lo seguí con las manos unidas en la espalda.

-Pero es que tengo hambre- Me quejé como niña pequeña y él negó con una sonrisa bailándole en los labios.

-De qué tienes ganas pelirroja?-

-De ensalada de frutas con ese sirope casero que preparaste la otra vez- Asintió animadamente y sacó frutas de las bolsas que había dejado en la encimera. Colocó un melón en la tabla de picar y cuando se dispuso a cortar con el cuchillo, se detuvo en el acto y alzó la vista hacia mí soltando el utensilio.

-Con una condición-

-¿Qué condición?- Me sorprendió a mí misma el toque coqueto que apareció en mi voz mientras veía los ojos azules agua y el mechón de cabello rubio de mi amigo caerle por la frente.

¿De dónde demonios salió eso, Claire?

Se acercó a centímetros de mi cara y apoyó los brazos en sus rodillas para quedar a mi altura.

-Que te retractes en lo de rubio oxigenado- Alzó un dedo y me dio un golpecito con este en la frente.

Hasta ese momento no me había dado cuenta que mi corazón se había descontrolado un poco. Lo observé unos segundos en silencio y rodé los ojos.

-Tonto- Se enderezó.

-¡Hablo en serio!- Levantó los brazos al aire, haciéndose el dramático. Negué con la cabeza mirando al piso.

-Eres más vanidoso que una diva- Llevó una mano al corazón, continuando con su papel. -¿Y ahora también quieres ser drama queen?-

-Chica fresita, te arrepentirás de burlarte de mi cabello-

-¿Por qué, te buscarás a otra que rellenar?- Me crucé de brazos. En verdad esto era gracioso, nunca había sabido como era tener de esos amigos locos, pero ahora sabía que era de lo mejor del mundo.

-No, porque muy aparte de que te alimento- Hizo una pausa para generar expectativa. -Tengo... ¡esto!- Sacó de su bolsillo algo que parecían boletos para algo.

-¿Qué es eso?- Pregunté curiosa, acercándome para arrebatárselo de las manos, pero él los elevó de modo que no alcanzara.

-Son entradas para Magic Kingdom, el parque de Disney, y son para su show especial de navidad- Dijo presuntuosamente mientras agitaba los boletos en el aire. Llevé mis manos a mi boca abierta. ¡No podía ser! No podía hablar, así que mi mejor amigo decidió seguir hablando destacando su bonita sonrisa. -Que malo sería tener estas entradas y no tener una amiga, fanática de Disney, que me acompañe- Sus ojos se posaron en los míos dedicándome una amplia sonrisa.

-Oh Jev- Si esto era un sueño no quería despertar. ¿Cómo es que a mí me estuviera pasando algo bueno? A mí. A Claire Himmelriech. A la chica fantasma del orfanato de Georgia.

-Vaya que no quiero que te mueras antes de navidad, háblame por favor- Rió bajando los boletos, abriendo las palmas de mis manos y colocándomelos encima de estas.

Bajé la mirada a los dibujitos de Mickey y Minnie que había en el pedazo de cartón y lágrimas se me escaparon.

-Jev- Me lancé a mi amigo y él abrió los brazos recibiendo mi abrazo. Rodeé su cuello y sequé mis lágrimas en su hombro. -Gracias gracias gracias- Susurré emocionada. Él acarició mi cabello con gesto paternal.

-No es nada-

-Claro que es mucho, sabías cuanto soñaba con ir a Disney y cumpliste mi sueño. No podría pedir nada mejor-

-Después de irme anoche, pensé que alguien debería recompensarte lo que has sufrido en la vida- Me separé de él con suavidad para que pudiera verlo a la cara.

De pronto caí en cuenta de una duda.

-Por cierto, ¿Dónde pasaste anoche? Me preocupó que no llegaras hasta hoy de mañana- El rubio se rascó la cabeza algo incómodo y se separó para comenzar a cortar el melón.

-No lo vas a creer- Empezó a picar la fruta con agilidad. -Y si me crees te vas a reír- Ahora sí alimentaba mi curiosidad.

-¿Por qué?- Por un momento creí que no me respondería, pero justo cuando iba a repetirle la pregunta él soltó el cuchillo y posó su peso en un pie, mirándome.

-Dormí en la casa de tu amiguito- Soltó de repente, esperando con atención mi reacción.

-¿¡Dormiste con Connor!?- Abrí la boca de par en par.

-¿¡Qué!? ¡¡No!!- Hizo una mueca de asco y agitó sus manos en frente de mi cara. -Me refiero a que dormí en su casa, separados, en otro cuarto- Separó las sílabas de la última frase.

-Ah- Cerré la boca y recuperé mi expresión habitual. -¿Cómo así?-

-Pues...- Recuperó el mando del cuchillo y reanudó su trabajo, ahora cortando en rodajas piña. -Cuando volví de comprar eran alrededor de las nueve y me quedé esperando en las escaleras, decidiendo si ya era tiempo o no de regresar a la suite. Tu amiguito venía de correr y me preguntó por qué estaba ahí. Al principio no quería contarle, pero después le dije que trabajaba para tu tutor y que me había botado temporalmente y me ofreció dormir en su cuarto de huéspedes hasta que a mi jefe se le pasara el enojo-

-Oh, se portó muy amable- Aún no podía imaginarme a Connor y a Jev hablando normalmente. La primera vez que se vieron me había dado la impresión de que no se agradaron mutuamente.

-Tengo que admitirlo- Mi amigo rubio se encogió de hombros.

Una vez mi ensalada de frutas estuvo lista, ambos comimos en la alfombra para ver la televisión. Estaba el sofá, pero en silencio nos pusimos de acuerdo para no usarlo. Casi toda la tarde la gastamos viendo comedias en la televisión e incluso reality shows.

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Claire, mi inocente Claire, ¿Qué fue esa pisca de coquetería en tu voz? Mal mal mal.

Jev te amo. Okay ya lo dije.

Sería perfecto un hombre con la combinación del humor de Jev (nuestro medio latino), la sensualidad tímida de Connor y ese no-se-que frío pero sexy de Jayce. ¿Ustedes qué opinan?
Finalmente, por las chingadas: ¿Quién carajos es Alicia?


jueves, 5 de noviembre de 2015

Capítulo 19



La expectativa me mataba, el amo se me había quedado mirando más de lo normal, con su mano aún en mi espalda y sosteniéndome de manera que su aliento a licor entraba fácilmente por mis fosas nasales.

-Eres tan jodidamente idéntica a esa zorra pelirroja- Se tambaleó un poco, sin perder el análisis que le hacía a mi cara.

-¿Hay alguna razón específica por la que me parezco a ella? ¿Somos familia?-

-Esa mujer no podría formar una familia con nadie, solo piensa en ella- Sus ojos oscurecidos dibujaron sombras debajo de estos. -Pero sí, tienes parentesco con Meredith- Alzó su dedo índice de la manera tan típica que lo alzan los borrachos.

-¿Y? ¿Qué es para mí?- Vi como sus ojos se iban cerrando poco a poco así que en un acto de impaciencia y desesperación tomé entre mis manos su rostro y acerqué el mío hasta juntar nuestros labios.

Él tardó unos segundos en despabilarse y seguirme el beso, lo profundicé como él muchas veces lo había hecho, para captar su atención. Al principio un poco tímida pedí permiso a sus labios para que dejaran pasar mi lengua juguetona, nunca había hecho algo así, pero se sentía bien ser yo quien tenga la iniciativa, como si tuviera el control. Él tomó también mis mejillas entre gemidos y siguió el beso con pasión, yo nunca he bebido, pero podía apreciar que el alcohol de su boca le daba un sabor diferente y excitante.

Me aparté antes de que vaya a más antes de obtener mis respuestas. Él se quejó y apresó más mi cara.

-No te apartes mi Claire. Te deseo-Gimoteó.

-¿Qué es Meredith para mí? ¿Mi... madre?- El amo estalló en carcajadas. Era la primera vez que lo escuchaba reírse de verdad, sin gota de amargura. En serio le causaba gracia lo que acababa de decir.

-Meredith hubiera encontrado la manera de deshacerse de cualquier niño que la estorbara- Bajé la cabeza, entristecida.

-Bueno, mis padres de alguna manera me abandonaron en un orfanato, se deshicieron de mí-

-No, pero- Rápidamente Jayce quiso arreglar lo que había dicho. Sostuvo mi cintura más cerca de él. -Tus padres no te botaron- Alcé la vista, interesada. -Ellos murieron- Sus pestañas bajaron cuando su mirada siguió mis labios. -A lo que me refería es que Meredith hubiera abortado-

-¿Cómo murieron?-

-No tengo maldita idea- Se frotó la sien. -No espera, sí sé, fueron víctimas del 11S-

Me tomó bastante tiempo asimilarlo.

-¿Murieron en las Torres Gemelas?- Asintió y su boca traviesa se dirigió a mi cuello.

-Cuando murieron solo quedaba tu tía paterna para que tuviera tu custodia: Meredith-

Una mano voló a mi boca inconscientemente, horrorizada.

-Es la hermana de mi padre-

-Melliza para ser exactos, tal vez por eso te pareces tanto a ella y coincide el mismo apellido ya que si fuera tu madre tuvieras uno diferente. Igual la muy perra te dejó en el orfanato ni bien tuvo tu custodia y desapareció sin mirar atrás-

Era mucho que procesar. Nunca me imaginé que iba a llegar a saber algo concreto de mis padres, pero ahora que sabía que estaban muertos y jamás iba a poder conocerlos me llenaba una desolación enorme.

El amo se entretuvo un rato besando mi cuello, hombros y pechos. Me dio tiempo suficiente para recuperarme aunque no del todo. -Teníamos un trato- Su voz ronca susurró sensualmente al tiempo que besaba una peca de mi hombro derecho.

-Lo sé-

-Me gustaría que empieces ahora- Dio un pequeño beso en mis labios y me estabilizó completamente de pie, luego se sentó en el sofá abriendo sus piernas cómodamente para ponerme en medio, aún parada mientras el colocaba sus brazos detrás de su cabeza. -El espectáculo está por comenzar mi Claire, adelante-

Era interesante como se comportaba y hablaba el amo borracho, era como un niño pequeño con deseos de hombre adulto. Este pensamiento hizo que una suave sonrisa se deslizara por mis labios. Era consciente de que le había prometido algo que la verdad no tenía idea de como cumplir, pero pensé que tal vez no debía avergonzarme ya que con un poco de suerte, no se acordaría de nada mañana.

Ahí entre las piernas del amo J casi fantaseé con una Claire totalmente diferente a la que era, una que no veía inhibiciones y se limitaba a vivir el momento. Sonreí.

-¿Qué tal si comenzamos despojándolo de sus ropas a usted?- Pregunté con un tono algo travieso, pero estaba segura que mi mirada seguía tímida.

-¿A mí?- Una ceja se alzó ante la sorpresa. Asentí bajando la cabeza para ocultar el tinte de mis mejillas. -Muy bien, haz conmigo lo que quieras linda- Mis manos temblaban cuando las acerqué al cuello de su camisa y desabotoné los primeros botones. Mis ojos siguieron las marcas de su pecho trabajado y amplio. -¿Te gusta lo que ves, no linda? Quisiera ayudarte, pero tienes que hacerlo todo tu sola- Asentí decidida pero con el sonrojo aún cubriendo mi cara. Rocé los bordes de la camisa y luego los sostuve con más firmeza para tirar de ellos y pasar las mangas por los fuertes brazos de J, para luego entretenerme un poco más de la cuenta en sus hombros.

Una vez su torso estuvo descubierto me dispuse a agarrar el botón de sus pantalones antes de que me arrepienta. Pero antes de que pudiera quitárselo, él me atrajo de la cintura y me sentó encima de su pierna.

-¿No hay problema con que lo hagas de esa posición no?- Acercó su rostro tentativamente, invadiendo mi espacio personal. Negué, con la mano aún ahí abajo. -Muy bien- Dijo al tiempo que inclinaba la cabeza para besarme mientras yo le sacaba los pantalones.

En ese momento nos encontrábamos parejos, los dos sin ninguna prenda más que la que cubría nuestra sexualidad. Me levanté y jalé de la mano a Jayce conmigo, él compuso una expresión divertida dejándose llevar.

-Okay, esta es la parte en que ehm, este...- Tomó mis muñecas y manipuló mis manos, despojándose a sí mismo de su última prenda. -Eso- Finalicé aliviada de que me ayudara.

En respuesta él me lanzó al amplio sofá y se colocó encima de mí. Besando mi cuello con confianza, agarrándose de mis caderas para sobrellevar la excitación, bajó a mis pechos y chupó mis pezones, como si no resistiera la tentación.

Una luz dorada bañaba mi cara, miré en su dirección y pude darme cuenta que era la puesta de sol que se apreciaba desde el balcón abierto. Tal vez casi toda mi vida haya sido un desastre, mis experiencias hayan sido mayormente inquietantes y hasta ahora me haya cuestionado cada segundo de mi existencia, pero justo ahora no era tan malo.

Al menos en comparación con mi vida pasada...

Ahora tengo donde vivir cómodamente, disfruto de comidas regulares, tengo amigos... inclusive el amo ha tenido un detalle por mi cumpleaños, y aunque la mayoría de las veces es brusco conmigo, sé que es debido al sufrimiento que le ha tocado más el peso de todo lo que depende de él. Me pregunto cómo habrá sido antes de que Meredith, mi tía, le rompiera el corazón. ¿Habrá sido dulce? ¿O incluso romántico?

El amor causa más daño de lo que cualquier persona debería soportar, no entiendo como tantas personas lo añoran sabiendo que tiene el poder para despedazar sus vidas y de afectarlos de una manera irreversible.

-Ahh- Un gemido salió de mis labios al sentir la lengua de J explorando mi feminidad.

-¿Te gusta nena, no? Tenerme entre tus piernas, no importa como, te encanta- Afirmó el hombre más desconcertante que he conocido. -Y a mí me encanta estar entre ellas- Me dedicó una última sensual sonrisa antes de besar de nuevo mi zona Venus. Mis dedos volaron a su cabello sin que yo los controlara, parecían saber por sí solos que yo necesitaba sujetarme de algún lado.

-Por favor- Susurré.

-¿Por favor qué linda? No me voy a detener- La penetrante mirada que me dirigió indicaba que hablaba en serio.

-Pero yo- Otro gemido por parte mío inundó la sala. -Por favor, no creo aguantar-

Él por supuesto no se detuvo, y por el contrario puso todo su empeño en hacerme retorcer hasta gritar y gemir hasta que mi garganta raspara. Estaba sumida en el placer, mi cuello encorvado hacia atrás, mis ojos cerrados y mi boca entreabierta, a punto de llegar al orgasmo, a un paso de dejarme llevar cuando sin previo aviso Jayce recompuso su postura encima de mí. Abrí los ojos para encontrarme con una maliciosa sonrisa iluminando su cara.

-Ahora que estás sensible e insatisfecha, ¿Cuánto te demorarías en quitarte las bragas tú sola?- Lo miré perpleja. ¿Me quería volver loca? ¿Cómo podía llevar tan al límite a alguien y después solo...? Si fuera un poco más suelta comenzara a soltar blasfemias ahora mismo.

No podía quedarme así.

-¿Después de todo yo iba a hacer todo, no?- Me levanté, haciéndole un gesto al amo J para que me diera espacio, él se paró y me hizo una señal como la que hacen los camareros al entrar a un restaurante. No era momento para vergüenzas, la excitación me cegaba por lo que en un rápido movimiento me deshice de mis pantis a lo que J observó con una sonrisa sexy. -Muy bien, ahora sí- Era como si un rubor cubriera todo mi cuerpo, sentía que ardía de puro deseo. Me senté en el regazo de mi dueño, colocando mis muslos a cada lado de su cadera, él los sostuvo con fuerza y los apretó con lujuria.

-Cuatro segundos- Alzó una ceja irónica. -Solo te tomó cuatro segundos quitarte las bragas para mí- Sonrió satisfecho y estiró su cuello un poco hacia arriba para llegar a mis labios y succionarme muy lentamente el labio inferior.

Sentía una desesperación desconcertante. Él me estaba torturando.

Él amo J siguió succionándome el labio para luego darle un pequeño mordisco, probablemente ya estaba rojo, por lo que se limitó a pasar la punta de su lengua en mi ya hinchado labio inferior, para después besarme suavemente el otro mientras apretaba deliciosamente mis muslos entre sus grandes manos.

Nuestros miembros se rozaban de una manera que solo lograba hacerme gemir, no podía reprimir la anticipación, pero los besos lentos del amo provocaban que mi corazón palpitase a mil por hora y a su vez pareciera que no tuviera suficiente.

-Esto es lo que te hace falta- Un gemido de alivio se me escapó al sentirlo penetrarme finalmente. -Siéntelo dentro tuyo- Llevó sus manos a mi trasero para empujar su pene más profundo en mí.

Su boca hambrienta buscó la mía y esta vez no hubo contención alguna, solo pasión, lujuria y el deseo de tomar el uno del otro más de lo que se pueda. Era absorber o ser absorbido por el otro.

Y sorpresivamente yo estaba dando lucha.

Sentí sus manos deslizarse a mi cintura, alzándome y bajándome en su miembro.

-Oh- Me aparté un rato para recuperar el aliento.

-Vamos, tú impón el ritmo, demuéstrame como vas a por lo que quieres- Me retó entre jadeos graves.

-Yo... no sé-

-Oh vamos, solo sigue el compás de tu excitación, deja que tu cuerpo se mueva como quiera- Bajé la cabeza, sonrojada y algo cohibida. -Apoya tus manos en mí- Jaló mis muñecas y las colocó sobre su pecho. -Ahora muévete-

Comencé con un ritmo tímido, suave y a decir verdad seguramente algo aburrido. Pero poco a poco fui más rápido, la timidez pasó a segundo plano y en ese momento todo lo que importaba era saciar de placer mi cuerpo. Cuando ya estaba cerca del climax, J pareció perder todos los estribos y me cogió de los hombros para depositarme sin delicadeza alguna sobre el sofá, ahora quien estaba encima era él.

-Oh, amo- Me sorprendió la voz ronca que salió de mi garganta. El vaivén de sus caderas era cada vez más acelerado, jadeaba por la falta de aire y él gruñía buscando liberarse.

Ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo, él clavando una última embestida y yo gritando a todo pulmón.

-Yo... esto tengo que ir al baño- Dije avergonzada por lo que había hecho, no me reconocía a mí misma.

El amo salió de mí y se hizo a un lado en el sofá. ¿De dónde había salido esa Claire salvaje? Era como si alguien más se hubiera apoderado de mí en ese momento y ahora como balde de agua fría caía en cuenta de mis actos.

-Eso se llama pasión- Corroboró J una vez me dispuse a girar la perilla de la puerta del baño. Lo miré un segundo antes de entrar.

¿Era pasión lo que me había hecho actuar así unos minutos atrás? ¿Jayce despertaba en mí ese lado salvaje?

Pero para eso debería sentir algo por él y yo no podía sentir algo por una persona que me trataba así ¿No? Yo siempre había tenido claro que cuando tú amas o tienes cualquier sentimiento por otra persona es porque esa persona te hace sentir bien a tí, y en este caso yo era la que cumplía los deseos del amo. Para eso me había comprado y lo tenía claro.

Agité la cabeza despejándome la mente. Me habían enseñado que yo no existo para ser amada, sino para complacer al hombre que me tome como su propiedad. Además él nunca lo iba a hacer y yo tampoco era quien para permitirme pensar en esos sentimientos. Al fin y al cabo la pasión bien podría actuar por separado del amor. Y hoy había sido testigo de eso.

***

-Me lleva las mil mierdas- La voz del amo resonó en la sala.

Se había dormido en el sofá cuando regresé del baño el día anterior, por lo que sin más remedio me dirigí sola a la habitación que compartíamos. Me saqué de encima las sábanas que me cubrían y me dirigí al salón.

-Buenos días amo- Anudé el camisón que traía puesto.

-¿Qué tienen de buenos? Tengo una resaca de infierno y la columna hecha mierda por este maldito sofá- Miró hacia abajo. -¿Me estás jodiendo? ¿Por qué estoy desnudo?- Una risita se me escapó al ver lo gracioso de la situación.

-Me aproveché de usted y su cuerpo- Él me miró con cara de pocos amigos.

-Hablo en serio, no me acuerdo de nada- Se rascó la cabeza. -Estaba cansado de unas fluctuaciones en la compañía, tomé un pequeño descanso en un bar, llegó Alicia y...- Bajé la cabeza y jugué con mis dedos incómoda. ¿Quién era esa Alicia?

El silencio se apoderó de la estancia.

-Ayer llegó tomado y... bueno pasaron cosas en ese sofá- Su mirada pasó por los lados donde estaba sentado. -Cuando se durmió no podía moverlo yo sola, lo siento-

-Está bien, muero de hambre. ¿Dónde está el chef?-

-Usted lo despachó ayer- Jev no había regresado desde ayer.

-Oh- Dijo confundido. Tal vez podría aprovechar su falta de memoria.

-Usted quería que nos deje solos así que se fue- Agregué. Después de unos minutos cogí aire y me preparé para lo que iba a decir. -Amo- Lo llamé y el volteó a verme otra vez. -Usted ayer... Ayer me contó muchas cosas-

-¿Qué tipo de cosas?- Se tensó inmediatamente.

-Me dijo su nombre- Estaba a punto de decirle que me perdone por mentirle, que no lo volvería a hacer, estaba segura que se me había notado la mentira, pero para mi sorpresa no fue así.

-Oh, supongo que ya no se puede hacer nada- Agradecí a todos los ángeles que no le diera importancia a ese factor.

-Y... me habló de Meredith- Una mota verde en el iris iluminó sus ojos con suspicacia

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Que les pareció? A mí me encanto escribir este capi J denle +1 si quieren que siga ;) no estamos a muchos capis del que nos habíamos quedado en wattpad