lunes, 10 de agosto de 2015

Capítulo 16

Digamos que los vuelos no eran lo mío.

La azafata que para mi mala suerte estaba escoltando a primera clase justo a nuestro lado soltaba risitas cada vez que me agarraba del brazo de J por culpa de los nervios que me causaba estar a tantos kilómetros del suelo seguro.

Suelo que sostenga mis pies, que no se mueva sin previo aviso cada cierto cambio de dirección. Donde podía ir a hacer pis sin miedo a que se me venga encima en cualquier momento. Donde no sienta mi estómago en mi garganta.

-Esto es una ridiculez- Sentenció el hombre a mi lado con el ceño profundamente fruncido. -Solo es un avión, tu cara ha pasado de tono normal a verde y amarillo en tiempo récord-

-No sabía que tenía miedo a los aviones hasta hoy- Tragué el nudo en mi garganta.

-Sí, bueno has estado así desde hace una hora- Rodó los ojos con cansancio.

Cuando desembarcamos nos dirigimos directamente a la salida, no pasamos por baggage claim ya que al parecer el amo había contratado un servicio especial para que nuestras valijas estén esperando por nosotros muy cómodamente con una encargada.

Afuera nos esperaba una Van negra de lujo, no como esas que parecen buses escolares en miniatura; esta era grande, con pinta de indestructible e imparable a pesar de elegante, el estilo del amo estaba impreso en ella.

-Señor, tendré que dejar la maleta de la señorita en su habitación, las otras están en remodelación- Anunció el chofer, con una arruga de preocupación en la frente.

-¿No quedamos en que las remodelarían cuando nos vayamos a fin de año?- Gruñó irritado mi comprador.

-Sí, pero nos avisó que vendría tan apresuradamente que fue imposible deshacer la petición al equipo de trabajo- Respondió con tono de disculpa. -No sabía que ya estaban en proceso, lo siento-

El amo gruñó con impotencia y yo bajé la cabeza pensativa. Una habitación para el amo y para mí. Compartir cuarto con J. Dormir en la misma cama. Me estremecí sin poderlo evitar.

-Bien, deja las maletas ahí- Accedió finalmente. -De todas maneras no hay más opción-

***

El lugar donde nos quedábamos no era una casa, más bien era como una urbanización con muchos edificios y nuestro piso era el penthouse del edificio Diamond. Teníamos piscina en la terraza y la habitación que compartíamos estaba adornada en su mayoría por madera negra.

-Tenemos dos días hasta que lleguen mis socios-

-¿Solo vendrán sus socios?- Pregunté curiosa.

-También otros compañeros del medio, dueños de otras corporaciones, herederos y personas aparte que también tienen pisos en el resort-

-Oh, ¿Por eso me hizo traer esos vestidos? ¿Habrá más reuniones como las de ese día...?- Prefería no recordar ese día en que el amo había decidido hacerme suya, no fue precisamente lindo, pero siento que ahora las cosas no están tan mal.

-Sí- Respondió secamente mientras cogía algo del cajón que estaba ubicado al lado de la cama. -Voy a salir, pero puedes salir a conocer las canchas, o el lago, confío en que no cometerás ninguna imprudencia- Salió sin más de la habitación y me dejó sin decir nada más.

Al principio no estaba segura si salir del piso, pero no tenía nada más que hacer y además quería aprovechar que por primera vez el amo estaba dándome un poco de libertad.

Le pregunté al recepcionista por el lago que había mencionado J y él para mi suerte me dió un mapa para guiarme por todo el resort, se notaba que era de lujo. Resulta que el lago no quedaba tan lejos del edificio donde estaba así que llegue rápido, era muy hermoso, tenía chorros a propulsión instalados que le daban una imagen de majestuosidad.

Un chico de cabello castaño oscuro estaba sentado solitariamente al pie del agua, de espaldas a mí y con la cabeza agachada lanzando piedras.

-¿Puedo preguntar que te hizo el lago para que lo maltrates así?- Llamé su atención después de debatirme unos minutos y sentarme a su lado, pero a un metro de distancia. Ya era mucho para mí haberle hablado, no me creía capaz de también sentarme cerca.

El chico de unos impresionantes ojos verdes esmeralda se giró a verme y luego bajó de nuevo su cabeza mirando la piedra que estaba a punto de arrojar en su mano.

-Nada- Habló tan bajito que creí que su voz era producto de mi imaginación.

Un silencio incómodo se instaló entre los dos. El ambiente entre dos personas calladas siempre iba a ser incómodo porque ninguno de los dos sabría que decir. Al final él decidió romper el silencio.

-¿Eres nueva aquí?-

-Sí, ¿Tú?- Alcé la mirada para echarle un vistazo.

-No- Fue su simple respuesta. -Venía aquí antes por navidad con mi familia- Agregó con expresión triste.

-¿Y ahora? ¿Estás solo?- Por un momento se me pasó por la cabeza que era huérfano como yo y me entraron ganas de apoyarlo en lo que sea.

-No vine solo, pero hubiera preferido eso- Apretó la piedra que aún esperaba en su mano ser lanzada.

-¿Entonces?- Al ver que él no pretendía responder me acerqué unos pocos centímetros. -¿Qué ocurre? Sé que soy una desconocida pero, a veces es bueno poder hablar con alguien que no te conoce, para desahogarte sin que sepa lo suficiente como para juzgarte- Sus luminosos ojos se posaron en los míos un momento que pareció una eternidad y luego asintió.

-¿Podemos caminar?- Hice un gesto de acuerdo y nos levantamos. Él era mucho más alto que yo, pero al parecer tenía la misma manía de bajar la cabeza.

Caminamos en silencio, me sentía que no era yo misma al haber comenzado una conversación con un extraño, pero en ese momento me había parecido que él lo necesitaba. Seguimos por un camino indefinido hasta que la vista de un parque se hizo presente, vi en el fondo unos columpios y decidí sentarme en ellos hasta que el chico decidiera hablar.

-Puedes comenzar a hablar, o puedes decirme tu nombre, o como quieras- Me encogí de hombros cuando él se apoyó en el otro extremo del columpio. Él suspiró, pateó algo invisible y luego bufó.

-Connor- Alcé la mirada hacia sus ojos esmeralda. -Connor Carter, ¿Cómo te llamas tú?-

-Claire, ¿Cuántos años tienes?-

-Este sábado cumplo diecisiete, tienes cara de dieciocho- Me reí y de pronto sentí que el ambiente ya había adquirido más confianza.

-Tú también pareces mayor, tengo dieciséis, el catorce de noviembre los cumplí-

-Feliz cumpleaños con casi tres semanas de atraso entonces- Deslumbró por primera vez una sonrisa que hacía contagiar a cualquiera. -¿Cuántos años tú me ponías?- Preguntó de repente interesado.

-Diecinueve por lo menos- El negó divertido ante mi comentario y se sentó con naturalidad en el columpio contiguo al mío. Cuando me pareció apropiado volví a tomar la palabra. -¿Quieres contármelo ahora?- Él removió sus dedos incómodo pero se dispuso a hablar.

-Mi familia y yo vivíamos en Columbia, éramos una familia feliz, no perfecta pero feliz- Tomó aire. -Una mamá que experimentaba cocinándonos todas las noches, un padre que solía jugar al baseball conmigo y yo, que no había manera de quejarse de mis notas- Podía ver que sus ojos estaban vidriosos, reviviendo memorias invaluables. -Pero un día me enteré que se estaban divorciando, en un cerrar y abrir de ojos mi padre ganó mi custodia y de un momento a otro las manos de la que se hace llamar mi madrastra estaban puestas en el dinero de mi padre- El tono de frustración era inconfundible. -Desde que nos mudamos a New York no he visto a mi mamá, mis notas han bajado, mi padre perdió el interés de jugar baseball conmigo... o hacer cualquier cosa conmigo- Rió amargamente. -La mujer que tiene como novia le ha metido en la cabeza que soy un chico problema y para ponerle la cereza al pastel, me obligan a venir a fingir que es mi nueva familia al mismo lugar donde venía con mi verdadera familia-

En este punto de su revelación, el corazón se me había hecho un nudo. Me sentía mal por Connor, quería ayudarlo aunque no supiera como. Más que sea tocarle el hombro y hacerle saber que no estaba solo, pero no podía hacer eso, yo no era una persona confianzuda, pero aún así iba a escucharlo todo lo que él quisiera.

-¿Y tú con quien estás aquí, con tu familia?- Ahora una pizca de curiosidad se asomaba por sus ojos.

-Ehmm, no, yo soy huérfana- En seguida su mirada cambió a pena. No me gustaba que las personas sintieran pena por mí, las monjas nos habían enseñado que nadie debía sentir pena por nosotros y que más bien debíamos concentrarnos en no ser una carga para el mundo.

-¿Entonces con quién viniste?- Me removí incómoda por la pregunta, pero por suerte su aparato móvil me salvó de responder ya que tuvo que irse a toda prisa.

-Adiós Claire, nos vemos otro día- Asentí con una sonrisa cordial y lo ví marcharse.

En verdad me alegraba de haberme librado de dicha pregunta pero esperaba que no sea nada malo para el chico de los ojos esmeralda.

***

-¿Claire, estás aquí?-

-Sí amo- Corrí hacia donde provenía la voz.

-Oh, creí que estarías fuera- Se sentó en la pequeña mesa de la cocina y colocó una funda de cartón encima. -Me había olvidado de darte esto- Me acerqué a él y eché un vistazo a la funda roja.

-¿Qué es esto?- Saqué una especie de tabla que contenía varias hojas más grande de lo normal.

-Saca lo demás- Metí la mano hasta el fondo de la funda y saqué varias pinturas, pinceles y tizas con el logo de Mickey Mouse. -Me lo dio mi papá para que te lo entregue como regalo de cumpleaños, pero me había olvidado de dártelo- Me giré a verlo con una gran sonrisa en la cara, pero él solo desvió la mirada. -Son lienzos de borrador e incluyen un folleto con pasos para dibujar escenas de las películas de Disney más conocidas-

-Pero, recién le había dicho a usted que me gustaba Disney cuando me dijo que vendríamos acá- Traté de buscar su mirada, pero cuando finalmente me la devolvió era fría y cortante como siempre.

-Supongo que acertó-

Nos quedamos en silencio hasta que él lo cortó.

-Tenemos que ir a comer afuera, la chef de aquí tiene vacaciones así que por el momento no hay nadie que cocine, a menos que tú sepas hacer algo- Negué inmediatamente, nunca había intentado preparar nada, en el orfanato nos mantenían alejados de la cocina para que no robemos nada. -Entonces me cambio de camisa y salimos-

Cuando me dispuse a guardar todas mis nuevas cosas devuelta a su funda, un pincel se me cayó al piso y cuando lo recogí un papel doblado estaba atascado en una de las patas de la silla donde se sentó el amo. Lo agarré también y me erguí para revisarlo. Era u
na factura.

Una factura de un kit de pintura con tema Disney a nombre del amo.

Jayce Blydon

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¿El amo tuvo un gesto con Claire?

Okay dejaré que ustedes comenten al respecto.

Muchisimas gracias por todo su apoyo y en serio quiero decirles que todos y cada uno de sus comentarios me llegan al corazón y me empujan a seguir con esta obra.

No se ustedes pero Connor se me hace parecido a Claire en cierto modo, en su personalidad. Lo pondré a él en multimedia♡