sábado, 10 de octubre de 2015

Capítulo 18

Ver a Connor sin camisa era sin duda algo por lo que muchas pagarían, el hecho de haber practicado seis años waterpolo había marcado con fuertes líneas sus músculos de la espalda, sus bíceps y hombros. Las poleras que se había puesto hasta ahora no favorecían lo suficiente el cuerpo que escondía dentro, por lo que tal vez me quedé observando un segundo más de lo debido cuando dejamos en una silla al pie de la piscina nuestras cosas y él prosiguió a deshacerse de la prenda superior para quedar en pantaloneta.

-¿Claire?- Su llamado me despertó de mi ensimismamiento. -Esto... ¿Vas a entrar así?- Bajé la mirada hacia mi ropa, aún vestía los shorts de mezclilla y mi blusa holgada blanca. Regresé la vista hacia él y me sonrojé por mi torpeza.

-No- Sacudí mi cabeza hacia los lados varias veces tratando de así también disipar el rojo de mi cara.

Abrí el botón de mis shorts y dejé que cayeran al suelo para recogerlos y dejarlos doblados sobre la silla junto a la camisa de Connor. Seguí hasta la piscina con la intención de meterme pero paré en seco al ver como a lo lejos un hombre regordete me miraba sin siquiera disimular.

-¿Pasa algo?- Preguntó Connor extrañado por mi repentino estado.

-No, nada, es solo que...- Si le decía lo del hombre iba a sonar paranoica, después de todo estaba muy lejos como para saber con claridad si era a mí a quien miraba. -¿Seguro que no está muy fría?- Dije con un gesto hacia el agua. La expresión del chico de los impresionantes ojos esmeralda se suavizó notablemente.

-¿Vamos a averiguarlo no?-

-¿Y si me resfrío?-

-No te vas a resfriar- Pensó un rato y luego agregó. -Pero si te da miedo meterte por tí misma yo te ayudo- Y entonces antes de que pudiera hacer que me suelte se agachó y pasó un brazo por debajo de mis rodillas, dejándome de cabeza sobre su hombro y lanzándose al agua.

Lo máximo que alcancé a hacer fue cerrar los ojos mientras mi cabello flotaba encima mío al igual que mi blusa que amenazaba con salirse hasta que mis pies tocaron el piso de azulejos y me pude impulsar para salir a la superficie.

-¿¡Estás loco!? ¡No era necesario eso!- Le grité al chico de cabello castaño oscurecido por el agua mientras él se reía a sus anchas. Era agradable escucharlo reír, me fue imposible resistir a no unírmele y reír también. -Estarás en problemas la próxima vez que se te ocurra hacer eso- Salpiqué agua en su cara y él solo rio más fuerte y sostuvo su marcado estómago porque seguramente le dolía de tanto reírse.

-Ya ya, lo siento lo siento, no me mates- Explotó en otra carcajada antes de que yo le salpicara aún más agua. -Moriré ahogado-

-Oh, permíteme tener el honor de ser la que te ahogue-

-Sí, pero de la risa-

***

Y así estuvimos casi toda la tarde, después de que se le pasara el ataque de risa nos pusimos a hacer competencia de nado, de extremo a extremo. Yo sabía que era buena nadadora, el problema era que con una brazada de Connor ya llegaba a un cuarto de la piscina, era admirable como parecía no poner esfuerzo y ya había nadado tres vueltas. Yo, por otro lado, pataleaba lo más rápido que podía, empujaba el agua con mis brazadas para darme impulso, y aun así no lo alcancé ni cuando lo distraje diciéndole que Megan Fox estaba en bikini al lado del tobogán.

Lo sé, una distracción pobre, pero tenía que intentarlo.

-Megan Fox no es mi tipo de todas maneras, hubieras intentado con otra y a lo mejor funcionaba- Comentó mientras cogía su toalla de nuestra silla y sacudía su cabello.

-¿Cómo quién, Emma Watson?- Asintió suavemente.

-Puede ser, me gustan las tranquilas-

Justo en el momento que iba a coger mi toalla una voz conocida llamó mi atención.

-Chica fresiiiitaaaaaaaa- Me giré y mi corazón dio un vuelco cuando ví a mi rubio mejor amigo acercarse corriendo.

-Jev- Sonreí esperando que llegue, pero mi expresión cambió a una de preocupación cuando ya estaba a mi altura y no parecía bajar la velocidad. -¡Jev!- Grité alarmada, pero ya era tarde, me estaba tacleando hasta tirarme de nuevo a la piscina.

-¿Chica fresita?- Murmuró Connor, que estaba más sorprendido que yo y tenía una ceja alzada ante el apodo que me había puesto mi dado por muerto amigo.

Escuché por segunda vez el chapoteo del agua bajo mi peso. ¿Hoy era el día de lanzar a Claire Himmelriech al agua? ¿O es que mis únicos dos amigos se habían puesto de acuerdo?

Al subir a la superficie escuché una sonora risa. Tienes los días contados rubio.

-¡Jev!-

-Dígame señorita pelirroja candente- Mis mejillas se tornaron notablemente rojas mientras lo observaba con aparente amenaza, claro que yo no daba miedo a nadie. -Oh oh, ¿Estoy en problemas? Porque pareces enojada, aunque no sabría la verdad decirte porque nunca te he visto enojada, mierda ¿Debería callarme y correr? O mejor dicho nadar porque dudo que sea muy inteligente tratar de correr en el agua- No pude evitar reírme y darme una palmadita en la frente.

-Nada rubio oxigenado, nada-

-Hey hey hey, no hay necesidad de ponerse violento, con mi cabello no te metas que es sagrado. Oxigenadas las rubias californianas, yo soy de Boston- Se quejó con tono completamente serio.

-¿Necesito saber tu árbol genealógico?-

-No, pero ya que insistes... Mi padre es de Irlanda y mi madre de la colita de sudamérica, Argen, Argen...-

-Argentina- Completó Connor que estaba de espectador fuera de la piscina.

-Eso, gracias- Se giró rápidamente mi loco amigo para luego esbozar una graciosa cara confundida. -¿Quién eres tú?-

Antes de que el chico ojos verdes esmeralda pudiera responderle algo me lancé a la caza de mi querido amigo, a lo que él respondió apresurándose a escapar de mí.

-Te atraparé- Una risita se me escapó de los labios.

-La chica fresita no ataca, la chica fresita es buena, la chica fresita quiere a su amigo rubio no oxigenado- Soltaba frases incoherentes mientras nadaba como si estuviera escapando de la policía.

No fue tan difícil atraparlo, pero hubiera sido más rápida si mis carcajadas me hubieran dejado descansar un segundo, el estómago me dolía de tanto reírme.

Cuando por fin salimos, me dí cuenta que ya no cargaba la blusa holgada puesta, se me había salido en algún momento de la guerra con Jev, instintivamente crucé los brazos sobre el pecho y bajé la cabeza avergonzada, mi cara caliente debido al rubor.

-Tendré que entrar al edificio con esta ropa empapada- Anunció el culpable de que mi blusa se perdiera. Nos acercamos a Connor y por un momento él repaso su mirada por mi cuerpo de arriba a abajo, no parecía que lo hacía conscientemente pero me incomodó. -Hey amigo, vista a la cara- La advertencia de Jev hizo que Connor alzara su mirada rápidamente y luego la bajara al suelo, avergonzado y con las mejillas ligeramente rosadas. Tierno. Y de alguna manera no dejaba de ser sexy a su manera.

¿Yo dije eso?

-De todas maneras es tu culpa, nadie te dijo que me lanzaras a la piscina- Envolví mi toalla alrededor de mi cuerpo y dejé que el agua de mi cabello se escurra encima de esta.

-¿Nos vamos?- Me preguntó el castaño con su mirada fija en mí, como si quisiera ignorar a propósito a Jev.

-Amigo tranquilo, no hay apuro pero primero que nada ¿Quién eres?- Cuestionó el rubio. Connor simplemente rodó los ojos pero no apartó su atención de mí. Supe que mejor respondía yo ya que parecía que a él no le agradaba Jev, y este en su lugar le devolvía miradas de fastidio.

-Es un amigo que conocí en el lago, vive en nuestro mismo edificio-

-Okay, entonces supongo que no hay problema que nos acompañe en el camino ya que tú lo conoces- Enfatizó la palabra nos para indicarle a Connor que él era el entrometido, no mi celoso mejor amigo. Se comportaba como un molestoso hermano mayor.

El ojos verdes no respondió nada y por el contrario me llamó por lo bajo.

-Claire, ¿Me permites un momento?-

-Sí, claro- Nos alejamos un poco de Jev y él se agachó a mi altura como si estuviera a punto de decirme un secreto. -¿Qué pasó?-

-¿Quién es él?- Susurró.

-Un amigo-

-¿Vives con él? ¿Es tu novio o algo por el estilo?- Mi corazón dio un vuelco cuando escuché la palabra 'novio' pero enseguida me obligué a mí misma a tranquilizarlo.

-No- Estaba segura que él nunca me vería como algo así, me trataba como una hermanita pequeña a la que cuidaba y engreía, pero nada más. -No es mi novio y sí, vivo con él porque trabaja para...- No tenía idea de cómo definir a J, obviamente iba a sonar muy extraño que diga 'amo'. Afortunadamente Jev me salvó la campana.

-Claire, tu tutor se enojará si no estás en casa cuando llegue- El chico alto y castaño oscuro alzó sus gruesas cejas en mi dirección.

-¿Tutor?- Asentí.

-Por lo que soy huérfana- Aseguré con tono casual.

-¿Es estricto?- Ni te imaginas.

-La verdad sí, mejor me apuro si no quiero que me regañe-

***

Una vez me despedí de Connor en la entrada de la suite mientras Jev estaba parado como una estatua con los brazos cruzados al lado mío, me dirigí a la cocina por algún bocadillo.

-¿Quieres que te prepare algo?- Acepté animadamente, pero un ruido de la puerta llamó nuestra atención.

-Claire, ¿Dónde estás mi Claire?- Una voz ronca y extraña del amo se escuchó a lo lejos. Jev y yo intercambiamos miradas alertas. -Claaaaaire te necesito, ven rápido-

Me levanté tratando de pasar por alto los ojos preocupados de mi amigo.

-Aquí estoy- El aspecto de J era totalmente opuesto a la imagen impecable que siempre le había visto. Al verme abrió sus brazos torpemente y se lanzó a aplastarme entre ellos.

-Quiero, te quiero en mi cama-

-Huele raro, ¿Dónde ha estado?- Estalló en carcajadas como si hubiera dicho algo demasiado gracioso.

-Eres tan sexy cuando tratas de no sonar grosera, tú y yo sabemos que apesto a alcohol- Sus manos capturaron mi mentón y acercó su boca experta a la mía, su estado de ebriedad lo conducía a actuar con una combinación de brusquedad y torpeza. -Eres tan deliciosa, justo como lo era ella. Me embriagas más que el alcohol porque mi adicción a tí vino desprevenida-

Me empujó del estómago haciéndome caer sobre el sofá, colocándose encima mío sin importarle si me aplastaba o no y mordiéndome el cuello.

-No, por favor, está borracho, así no. No es consciente de lo que hace- Siguió dejándome marcas debido a que clavaba sus dientes demasiado fuerte provocándome verdadero dolor. Esto de ninguna manera podía tener fin de dar placer. -¡Ay!- Hundió la cabeza en mis pechos y mordió la piel sensible. Grité abriendo los ojos mucho.

-Hombre, contrólate, le estás haciendo daño- Sugirió Jev con la misma expresión de preocupación. -Hombre- Vi por encima del amo como mi amigo lo agarraba del hombro, pero fue en vano y para completar la cereza al pastel, hizo enfurecer más a J. Este apretó su puño y pegó la mano de Jev sobre su hombro, probablemente también causándole dolor a él pero sin interesarle.

-Estúpido cocinero, tú no me vas a decir lo que hago o no a mi mujer, pero si quieres puedes quedarte a ver- Terció con una sonrisa irónica, se alzó un poco por encima mío para meter la mano por su entrepierna y abrir la cremallera de su pantalón.

-¡No!- Mi amigo trató de volver a interponerse, a pesar de que podía notar como su mano se tornaba verde. -No dejaré que le haga esto-

-Deja de joderme más la mierda que es mi vida y lárgate- Vociferó el amo, claramente bajo los efectos del alcohol. -Métete una vez más y puedes ir moviendo tu trasero para buscar otro trabajo que solvente tu universidad y para variar te dé tiempo para estudiar-

El rostro de mi amigo se tornó pálido, se quedó en trance un segundo y luego me observó con absoluta pena.

-No importa- Susurró. -No puedo dejar que lastime a alguien vulnerable- Dijo esta vez con más firmeza.

Por mi cabeza pasó la imagen de un Jev triste, desaliñado y desconsolado, tocando puertas de trabajo que se cerraban ante él y siendo obligado a tener que abandonar Bellas Artes. Dejando de lado su único sueño de convertirse en pintor y tener una galería.

Todo gracias a mí.

-Ándate- Las lágrimas habían decorado mi cara sin pedirme permiso.

-Pero...-

-¡Que te vayas!- Un sollozo se escapó de mi garganta. -No quiero que estés aquí-

-Hazle caso niñito, ella sabe que obedecerme es lo mejor- Dijo un sombrío pero borracho Jayce.

-No voy a dejarte sola con este idiota- Masculló mi amigo.

-¿Y si te despiden me dejarás sola para siempre?- Sequé una lágrima con el dorso de mi mano. -De todas formas terminaría mal-

-Pero...- No esperé que tratara de ponerme excusas y seguí hablando.

-Quiero que te vayas, sal un rato a hacer compras para la cocina y cuando regreses todo habrá pasado- Me sorprendió la firmeza con la que dije esto último.

El rubio me observó con sus claros ojos verdes brillando, estaba debatiéndose con su yo interior. Sabía que no era fácil pero traté de transmitirle con mis ojos que en verdad era lo mejor lo que le pedía.

-Lo más probable es que se duerma rápido- Terció Jev, tratando de tener esperanzas.

-Cállate cocinero, lárgate y no regreses- Chilló el amo.

Ninguno de los dos dijimos nada, mi amigo prosiguió a salir tirando la puerta después de lanzarme una última mirada de compasión.

-Ahora sí te tengo solo para mí- Hundió otra vez la cabeza en mi cuello, aspirando. -Tu olor me vuelve loco- Sus manos apresaron mis pechos por encima del traje de baño. -Incluso desde que te ví por primera vez supe que debías ser mía-

-¿Por qué?- De repente se me ocurrió una idea: Resolver todas mis dudas. El amo estando borracho no iba a poder reprimir lo que decía. -¿Por qué me eligió desde un principio?-

-Eres tan deliciosa- Mordisqueó mi hombro. -Te elegí porque eres malditamente deliciosa- Dejé que siga hablando. -Y te pareces tan jodidamente a Meredith-

-¿Quién es Meredith? ¿Es algo para mí?- El corazón se me encontraba en este momento en la garganta.

-Tengo que sacarte esto- Un sensual gemido salió de sus carnosos labios y prosiguió a desamarrarme el brazier de mi traje de baño, había estado con la toalla encima hasta que había llegado el amo, pero aunque me la había quitado aún me quedaban mis piezas de baño y mis shorts.

-Hagamos un trato- Propuse de repente, un brillo interesado iluminó los oscuros ojos de Jayce. -Yo...- Dudé un segundo, iba a ser difícil. -Yo hago todo el trabajo si usted me responde esa pregunta-

Un silencio preliminar se instaló en la suite pero una sonrisa atrevida bailó en la cara de mi amo.

-¿A qué te refieres con todo el trabajo?- Preguntó el hombre, aunque su sonrisa indicaba que sabía perfectamente a lo que me refería.

Suspiré.

-Ya sabe... yo... misma me desvisto- Bajé mi mirada sonrojada. -Y también a usted-

-Oh, quiero que me desnudes, sí sí quiero- Definitivamente había un humor negro en verlo así de tomado. -Pero eso no es hacer todo el trabajo-

-Yo haré todo, usted solo tendrá que disfrutar- Afirmé más roja aún.

-Está bien- Su ancha mano tomó mi cintura por detrás y tiró de mí, levantándonos a ambos del sofá.

--------------------------------------
Feliz Sábado :)