Un nudo en la garganta se me formó al escuchar a ese hombre tan imponente de cabellos oscuros referirse a mí con una frase amable. Se sentía raro, fuera de lugar con su aspecto y los recuerdos que guardaba de él, pero de cierto modo removió algo en mi corazón que subió en forma de calor hasta mi pecho instalándose con emociones encontradas.
Jev salió de la cocina con una ceja alzada mientras se secaba las manos con un trapo rojo desgastado.
-¿Fue mi idea o don dominante por fin te dio un gesto cordial?- Me encogí de hombros agachando la cabeza. La calidez en mi pecho todavía no se iba. -Bueno, ahora que se fue- Se acercó hasta ponerse a mi altura. -Te daré un desayuno súper especial que he preparado para la cumpleañera de la casa- Revolvió mi cabello como había hecho minutos antes.
-¿Qué tienes con mi cabello?- Le pregunté riendo.
-Que te ves adorable cuando estás despeinada- Me sonrojé notablemente y bajé mi mirada. -Hey, conmigo no tienes que agachar la cabeza- Posó una callosa mano en mi mentón y empujó hacia arriba. -Es más, cada vez que hables conmigo quiero que me mires a los ojos- Desvié la vista hacia la mesa donde descansaban sobre un plato tres porciones de pancakes. Nunca me sentía cómoda viendo a los ojos a alguien más, se me hacía de mala educación o quizás era porque simplemente me habían enseñado a no hacerlo.
-¿Son para mí?- Pregunté acercándome a la mesa, con tal vez demasiado entusiasmo. Jev se rascó la cabeza detrás de mí, dándome la espalda y luego se giró.
-Esto... sí, tu desayuno de cumpleaños-
-Huele delicioso- Aspiré el rico aroma del sirope de miel.
-Espera a que te traiga todo el desayuno-
-¿Qué? ¿Hay más?- Cuestioné atónita, no podía ser, era demasiado.
-Sí, te voy a rellenar como pavo navideño, ya lo verás-
Y así fue.
Para cuando el reloj marcó las once de la mañana estaba duchándome en mi habitación con el estómago lleno de tres pancakes, dos croissants, un café con leche helado y un omelet francés con tocino. Agarré la toalla que estaba tendida fuera de la ducha, sequé con rapidez mi cuerpo y envolví otra toalla alrededor de mi cabello mojado.
Me sentía plena. Había un cansancio agotador sobre mi cuerpo, pero era del bueno. Me descubrí pensando en el mismo como un cansancio exquisito. Me sonrojé al instante, abrumada por los recuerdos de mi última noche con quince años. Toqué con las yemas de los dedos mis labios, estaban hinchados aún.
Toc Toc
El sonido de la puerta me sobresaltó.
-¿Claire? ¿Puedo pasar?- Pidió el rubio detrás de la puerta cerrada.
-Ehm.. No, no, ahorita estoy vistiéndome- Dije nerviosa sin razón alguna.
-Está bien, solo quería decirte que cuando estés lista bajes al patio-
-¿Para qué?-
-Ya lo verás, te prometo que no será para nada malo- Fue lo último que dijo con voz entusiasmada antes de alejarse y escucharlo bajar por las escaleras.
Me vestí a toda prisa, evitando tener cualquier otro pensamiento acerca de la noche anterior y bajé por la puerta trasera hasta el jardín.
-Llegó la cumpleañera- Jev me recibió con una sonrisa mientras le sacaba punta a algunos lápices de tiza negra.
-¿Y todo esto?- Había colocado una silla del comedor justo en frente de la de él y en el suelo descansaban unas cuantas hojas de dibujo tamaño A3.
-Bueno, ya que no tuve tiempo para comprarte un regalo... pensé en hacerte uno- Sonrió tímido. Wow, era el detalle más bonito que nadie hubiera tenido por mí. Pero... ¿Tenía que dibujarme a mí? No era que me gustara mi apariencia. -¿Te puedes sentar ahí por favor?- Hizo un gesto hacia la silla vacía y asentí obedientemente. -Si no te mueves podemos hacerlo rápido- Inconscientemente abrí los ojos de par en par por como había sonado lo que dijo, me avergoncé de mí misma, me estaba convirtiendo en una mal pensada. -El retrato, digo- El rubio rio algo nervioso y luego se carcajeó con naturalidad.
-Ya sabía- Agaché mi cabeza con las mejillas rojas como cerezas.
-A ver, espera un rato- Se levantó de su puesto y se acercó a acomodarme el cabello de manera que en el lado izquierdo cayera una onda más arriba de mi ojo, giró mi cabeza por encima de mi hombro y subió mi mentón. -Perfecto-
Regresó a su puesto, me dio una última sonrisa y se dispuso a trazar líneas con precisión. Admiraba como su muñeca se movía con total seguridad, sin dudar, sus dedos ajustaban el ángulo del lápiz como si tuvieran vida propia. Sabía que yo no dibujaba mal, pero si de un concurso se tratara estoy segura que el chef de la casa me ganaría en un cerrar y abrir de ojos.
-Haz eso otra vez- Pidió sacándome de mis pensamientos.
-¿Qué cosa?- Pregunté confundida.
-Eso que hiciste con tus labios- Me señaló con el lápiz. -Esa pequeña sonrisa ausente-
-¿Ah? ¿De qué hablas?- Fruncí el ceño.
-Solo... vuelve a pensar en lo que estabas pensando. Yo me encargo del resto- Se colocó el lápiz arriba de su labio superior y lo frunció de manera que se quede ahí. Observó lo que llevaba del dibujo con la atención que solo un artista podía apreciar un trozo de papel.
-Okay- No entendí a lo que se refería, pero no traté hacerlo.
Y así pasó bastante tiempo, él sumamente concentrado y yo quieta en mi puesto, preguntándome qué estará haciendo el amo. Seguramente estará usando sus habilidades de imponencia ante muchas personas allá en Washington, o tal vez aún lo estaba planeando en el avión, no podía estar segura.
-Ya está- Anunció Jev, difuminando por última vez el dibujo y sonriendo ante el resultado de su trabajo.
-¿Puedo verlo?- Sabía que un brillo decoraba mis ojos en ese momento. Me emocionaba el arte.
-Claro, es tuyo- Me acerqué hasta donde él estaba y alzó el retrato hacia mi cara.
No sabía que decir, no sabía que hacer, pero al parecer mis lágrimas tomaron el control de mis sentimientos, porque se esparcieron fluidamente por mi cara.
-Hey, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?- Arrugas se formaron en la frente del artista.
-Sí, es solo que- Limpié las lágrimas con frustración. -Es solo que es demasiado hermoso y nunca nadie había tenido un detalle tan bonito conmigo y...- Sorbí mi nariz. -Y no sé como debería reaccionar, yo..- Bajé mi mirada al suelo. -No sé como agradecértelo-
-Hey está bien- Frotó mi hombro algo indeciso. -Con unas gracias basta- Apartó el cabello que tapaba mi cara. -Es por tu cumpleaños Claire, no es para tanto-
-Es que...- Volví a limpiar mis lágrimas sin poder terminar la frase. -Gracias- Vi hacia arriba por entre mis pestañas como el rubio sonreía.
-Ven, entremos a la casa que ya es hora de que comas- Asentí y lo seguí con mi dibujo en las manos cuando él se dirigió a la cocina. -¿Tienes algo en mente que te gustaría comer?- Negué con la cabeza, me parecía incorrecto molestarlo tanto. -Oh vamos, algo que hayas comido últimamente que te gustaría repetirlo- Al instante se me vino a la mente los canelones que había comido en el restaurante con los socios del amo J. El chef sonrió al darse cuenta que efectivamente tenía algo en mente. -Puedes decírmelo, vamos, o si no me tocará hacerte algo muy elaborado que se me ocurra-
-Bueno, hace poco probé unos canelones con queso mozzarella que me gustaría volver a comer- Dije tímida.
-¿Canelones? Bien, no es tan difícil, ve a ver televisión en la sala en lo que yo hago los canelones- Se giró a buscar algo en el refrigerador. Sin saber que más decir me dirigí al mueble en frente al gran televisor pantalla plana que adornaba la sala. Lo encendí y me hundí en el sofá que era muy suave, al poco tiempo me puse más cómoda y subí los pies.
-¿Qué es lo que huele tan bien?- Una voz grave me despertó de la siesta que sin darme cuenta había tomado.
-Buenas tardes señor Blydon- Respondió educadamente la voz de Jev. -Es una comida especial por el cumpleaños de la señorita Himmelriech- Anunció desde la cocina.
-Oh, ¿Es el cumpleaños de Claire?- Me asomé un poco por el espaldar del mueble y vi que me buscaba con la mirada. -¿Y dónde está? Ya me había olvidado de la pobre muchacha- El chef salió un rato para señalarme.
-Está dormida- Se sorprendió al verme despierta. -Oh bueno, estaba dormida- River rio formándosele arrugas a los lados de los ojos.
-A su edad lo único que se quiere es dormir-
-Buenas tardes señor- Saludé bajito cuando el papá de mi amo se sentó a un lado mío.
-Feliz cumpleaños Claire- Hizo un gesto con la cabeza y recostó esta hacia atrás. -Estoy muy cansado. ¿Has visto a mi hijo?-
-Esta mañana se fue a Washington-
-¿Te ha dejado sola aquí?- Alzó las espesas cejas plateadas.
-Sí, pero dijo que me vigilarían- Jev volvió a lo suyo en la cocina. El hombre mayor rió con amargura.
-Por supuesto, no iba a dejar que te escapes- Negó con la cabeza en desaprobación. Bajé la mirada y no volvimos a decir nada hasta que el rubio chef salió a anunciar que ya estaba lista la comida. El señor River no parecía mala persona, pero no podía verlo a los ojos porque desde que entró a la casa no pude evitar pensar en hacerle unas cuantas preguntas acerca de su hijo, ahora que este no estaba en la ciudad.-¿Por qué tan seria muchacha?- El hombre de arrugas en los ojos preguntó sin alzar la mirada, que estaba clavada en el tenedor que sostenía su porción de canelones. Redirigí mi campo de visión hacia Jev, que comía en la cocina, al parecer los trabajadores de la casa no tenían permitido sentarse en el comedor y el señor River no hizo ademán de cambiar las reglas. No era solo yo quien tenía reglas por cumplir, ni iba a ser quien las rompa, así me habían criado. Suspiré y volví a observar al padre de mi comprador, quien esperaba pasivamente por una respuesta.
-Quisiera saber qué fue lo que hizo que el amo actuara como lo hace
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¿Mucho suspenso? Si conseguimos muchos votos y comentarios subo el capi pronto♡ En multimedia está el dibujo de Jev y Claire en plena pose. (para quien cogió el doble sentido felicitaciones)
Jev salió de la cocina con una ceja alzada mientras se secaba las manos con un trapo rojo desgastado.
-¿Fue mi idea o don dominante por fin te dio un gesto cordial?- Me encogí de hombros agachando la cabeza. La calidez en mi pecho todavía no se iba. -Bueno, ahora que se fue- Se acercó hasta ponerse a mi altura. -Te daré un desayuno súper especial que he preparado para la cumpleañera de la casa- Revolvió mi cabello como había hecho minutos antes.
-¿Qué tienes con mi cabello?- Le pregunté riendo.
-Que te ves adorable cuando estás despeinada- Me sonrojé notablemente y bajé mi mirada. -Hey, conmigo no tienes que agachar la cabeza- Posó una callosa mano en mi mentón y empujó hacia arriba. -Es más, cada vez que hables conmigo quiero que me mires a los ojos- Desvié la vista hacia la mesa donde descansaban sobre un plato tres porciones de pancakes. Nunca me sentía cómoda viendo a los ojos a alguien más, se me hacía de mala educación o quizás era porque simplemente me habían enseñado a no hacerlo.
-¿Son para mí?- Pregunté acercándome a la mesa, con tal vez demasiado entusiasmo. Jev se rascó la cabeza detrás de mí, dándome la espalda y luego se giró.
-Esto... sí, tu desayuno de cumpleaños-
-Huele delicioso- Aspiré el rico aroma del sirope de miel.
-Espera a que te traiga todo el desayuno-
-¿Qué? ¿Hay más?- Cuestioné atónita, no podía ser, era demasiado.
-Sí, te voy a rellenar como pavo navideño, ya lo verás-
Y así fue.
Para cuando el reloj marcó las once de la mañana estaba duchándome en mi habitación con el estómago lleno de tres pancakes, dos croissants, un café con leche helado y un omelet francés con tocino. Agarré la toalla que estaba tendida fuera de la ducha, sequé con rapidez mi cuerpo y envolví otra toalla alrededor de mi cabello mojado.
Me sentía plena. Había un cansancio agotador sobre mi cuerpo, pero era del bueno. Me descubrí pensando en el mismo como un cansancio exquisito. Me sonrojé al instante, abrumada por los recuerdos de mi última noche con quince años. Toqué con las yemas de los dedos mis labios, estaban hinchados aún.
Toc Toc
El sonido de la puerta me sobresaltó.
-¿Claire? ¿Puedo pasar?- Pidió el rubio detrás de la puerta cerrada.
-Ehm.. No, no, ahorita estoy vistiéndome- Dije nerviosa sin razón alguna.
-Está bien, solo quería decirte que cuando estés lista bajes al patio-
-¿Para qué?-
-Ya lo verás, te prometo que no será para nada malo- Fue lo último que dijo con voz entusiasmada antes de alejarse y escucharlo bajar por las escaleras.
Me vestí a toda prisa, evitando tener cualquier otro pensamiento acerca de la noche anterior y bajé por la puerta trasera hasta el jardín.
-Llegó la cumpleañera- Jev me recibió con una sonrisa mientras le sacaba punta a algunos lápices de tiza negra.
-¿Y todo esto?- Había colocado una silla del comedor justo en frente de la de él y en el suelo descansaban unas cuantas hojas de dibujo tamaño A3.
-Bueno, ya que no tuve tiempo para comprarte un regalo... pensé en hacerte uno- Sonrió tímido. Wow, era el detalle más bonito que nadie hubiera tenido por mí. Pero... ¿Tenía que dibujarme a mí? No era que me gustara mi apariencia. -¿Te puedes sentar ahí por favor?- Hizo un gesto hacia la silla vacía y asentí obedientemente. -Si no te mueves podemos hacerlo rápido- Inconscientemente abrí los ojos de par en par por como había sonado lo que dijo, me avergoncé de mí misma, me estaba convirtiendo en una mal pensada. -El retrato, digo- El rubio rio algo nervioso y luego se carcajeó con naturalidad.
-Ya sabía- Agaché mi cabeza con las mejillas rojas como cerezas.
-A ver, espera un rato- Se levantó de su puesto y se acercó a acomodarme el cabello de manera que en el lado izquierdo cayera una onda más arriba de mi ojo, giró mi cabeza por encima de mi hombro y subió mi mentón. -Perfecto-
Regresó a su puesto, me dio una última sonrisa y se dispuso a trazar líneas con precisión. Admiraba como su muñeca se movía con total seguridad, sin dudar, sus dedos ajustaban el ángulo del lápiz como si tuvieran vida propia. Sabía que yo no dibujaba mal, pero si de un concurso se tratara estoy segura que el chef de la casa me ganaría en un cerrar y abrir de ojos.
-Haz eso otra vez- Pidió sacándome de mis pensamientos.
-¿Qué cosa?- Pregunté confundida.
-Eso que hiciste con tus labios- Me señaló con el lápiz. -Esa pequeña sonrisa ausente-
-¿Ah? ¿De qué hablas?- Fruncí el ceño.
-Solo... vuelve a pensar en lo que estabas pensando. Yo me encargo del resto- Se colocó el lápiz arriba de su labio superior y lo frunció de manera que se quede ahí. Observó lo que llevaba del dibujo con la atención que solo un artista podía apreciar un trozo de papel.
-Okay- No entendí a lo que se refería, pero no traté hacerlo.
Y así pasó bastante tiempo, él sumamente concentrado y yo quieta en mi puesto, preguntándome qué estará haciendo el amo. Seguramente estará usando sus habilidades de imponencia ante muchas personas allá en Washington, o tal vez aún lo estaba planeando en el avión, no podía estar segura.
-Ya está- Anunció Jev, difuminando por última vez el dibujo y sonriendo ante el resultado de su trabajo.
-¿Puedo verlo?- Sabía que un brillo decoraba mis ojos en ese momento. Me emocionaba el arte.
-Claro, es tuyo- Me acerqué hasta donde él estaba y alzó el retrato hacia mi cara.
No sabía que decir, no sabía que hacer, pero al parecer mis lágrimas tomaron el control de mis sentimientos, porque se esparcieron fluidamente por mi cara.
-Hey, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?- Arrugas se formaron en la frente del artista.
-Sí, es solo que- Limpié las lágrimas con frustración. -Es solo que es demasiado hermoso y nunca nadie había tenido un detalle tan bonito conmigo y...- Sorbí mi nariz. -Y no sé como debería reaccionar, yo..- Bajé mi mirada al suelo. -No sé como agradecértelo-
-Hey está bien- Frotó mi hombro algo indeciso. -Con unas gracias basta- Apartó el cabello que tapaba mi cara. -Es por tu cumpleaños Claire, no es para tanto-
-Es que...- Volví a limpiar mis lágrimas sin poder terminar la frase. -Gracias- Vi hacia arriba por entre mis pestañas como el rubio sonreía.
-Ven, entremos a la casa que ya es hora de que comas- Asentí y lo seguí con mi dibujo en las manos cuando él se dirigió a la cocina. -¿Tienes algo en mente que te gustaría comer?- Negué con la cabeza, me parecía incorrecto molestarlo tanto. -Oh vamos, algo que hayas comido últimamente que te gustaría repetirlo- Al instante se me vino a la mente los canelones que había comido en el restaurante con los socios del amo J. El chef sonrió al darse cuenta que efectivamente tenía algo en mente. -Puedes decírmelo, vamos, o si no me tocará hacerte algo muy elaborado que se me ocurra-
-Bueno, hace poco probé unos canelones con queso mozzarella que me gustaría volver a comer- Dije tímida.
-¿Canelones? Bien, no es tan difícil, ve a ver televisión en la sala en lo que yo hago los canelones- Se giró a buscar algo en el refrigerador. Sin saber que más decir me dirigí al mueble en frente al gran televisor pantalla plana que adornaba la sala. Lo encendí y me hundí en el sofá que era muy suave, al poco tiempo me puse más cómoda y subí los pies.
-¿Qué es lo que huele tan bien?- Una voz grave me despertó de la siesta que sin darme cuenta había tomado.
-Buenas tardes señor Blydon- Respondió educadamente la voz de Jev. -Es una comida especial por el cumpleaños de la señorita Himmelriech- Anunció desde la cocina.
-Oh, ¿Es el cumpleaños de Claire?- Me asomé un poco por el espaldar del mueble y vi que me buscaba con la mirada. -¿Y dónde está? Ya me había olvidado de la pobre muchacha- El chef salió un rato para señalarme.
-Está dormida- Se sorprendió al verme despierta. -Oh bueno, estaba dormida- River rio formándosele arrugas a los lados de los ojos.
-A su edad lo único que se quiere es dormir-
-Buenas tardes señor- Saludé bajito cuando el papá de mi amo se sentó a un lado mío.
-Feliz cumpleaños Claire- Hizo un gesto con la cabeza y recostó esta hacia atrás. -Estoy muy cansado. ¿Has visto a mi hijo?-
-Esta mañana se fue a Washington-
-¿Te ha dejado sola aquí?- Alzó las espesas cejas plateadas.
-Sí, pero dijo que me vigilarían- Jev volvió a lo suyo en la cocina. El hombre mayor rió con amargura.
-Por supuesto, no iba a dejar que te escapes- Negó con la cabeza en desaprobación. Bajé la mirada y no volvimos a decir nada hasta que el rubio chef salió a anunciar que ya estaba lista la comida. El señor River no parecía mala persona, pero no podía verlo a los ojos porque desde que entró a la casa no pude evitar pensar en hacerle unas cuantas preguntas acerca de su hijo, ahora que este no estaba en la ciudad.-¿Por qué tan seria muchacha?- El hombre de arrugas en los ojos preguntó sin alzar la mirada, que estaba clavada en el tenedor que sostenía su porción de canelones. Redirigí mi campo de visión hacia Jev, que comía en la cocina, al parecer los trabajadores de la casa no tenían permitido sentarse en el comedor y el señor River no hizo ademán de cambiar las reglas. No era solo yo quien tenía reglas por cumplir, ni iba a ser quien las rompa, así me habían criado. Suspiré y volví a observar al padre de mi comprador, quien esperaba pasivamente por una respuesta.
-Quisiera saber qué fue lo que hizo que el amo actuara como lo hace
------------------------------------------
¿Mucho suspenso? Si conseguimos muchos votos y comentarios subo el capi pronto♡ En multimedia está el dibujo de Jev y Claire en plena pose. (para quien cogió el doble sentido felicitaciones)