lunes, 28 de diciembre de 2015

Capítulo 21

Los días habían pasado rápido. El amo parecía estar muy ocupado yendo a reuniones con sus socios y colegas del medio. Yo, por mi lado había pasado la mayoría de los días con Jev haciendo distintas cosas, me había demostrado como trabajar con sombras tornasol en la pintura, habíamos visto al menos un capítulo de todos los reality shows que pasaban en la televisión, me había enseñado a cocinar un par de cosas sencillas e incluso habíamos salido al parque o por ahí con Connor.

Una vez en que hacía buen clima afuera, el chico de ojos verde decidió darnos una pequeña clase de waterpolo, a lo que el rubio y yo terminamos molidos. Una cosa era hacer deporte en tierra, y otra muy diferente en agua.

-Joder- Jadeó mi mejor amigo, sentado en la orilla de la piscina. -No tenías que echarme en cara tu buen estado físico amigo- Apoyó los codos y se echó para atrás. -Creo que desde hoy saldré a correr más seguido- El castaño sonrió de medio lado y bajó la cabeza, avergonzado por el halago.

Otro día en la casa de Connor, los chicos se pusieron a ver un partido de baseball en la sala mientras yo dibujaba con mi kit de pintura de Disney en una esquina del mueble donde ellos brincaban y bufaban cada vez que anunciaban un out o un strike.

-¡Vamos Boston! Me caso con mi equipo, ¡Vamos!- Gritaba Jev, casi regando el refresco de su mano.

-¡Hey! Cuidado- Aparté mis hojas del rubio, ya que (por supuesto) él estaba en medio de los tres. -Si me dañas los dibujos sufrirás mucho-

-Lo siento chica fresita, es que Boston Red Sox está a punto de ganar-

En eso el sonido de la puerta al abrirse nos interrumpió y una risa juguetona femenina se escuchó.

-Pasa, en serio, no hay nadie- ¿La madrastra de Connor? Miré al castaño y la cara de este se tornó inexpresiva. -El chico está por ahí afuera y mi marido salió como siempre- El cuerpo exuberante de la madrastra del castaño apareció en la estancia, dándonos la espalda, jalando de la mano a alguien más.

-Te dije que no soy hombre de relaciones serias, pero tampoco busco problemas viniendo a la casa de tu marido- Mi corazón se congeló al escuchar la otra voz. Una voz grave y masculina que tan bien conocía. El amo entró e inmediatamente sus ojos volaron a los míos, yo estaba realmente estática, sin hablar ni pestañear. Por el rabillo del ojo me di cuenta que Jev intercalaba su mirada entre Connor, la pareja llegada y yo.

-No seas tan rígido, guapo- La madrastra de mi amigo jaló a J por el cuello y le estampó un beso nada tierno. Él no siguió el beso, pero tampoco lo detuvo, mantenía la mirada concentrada en mí. -¿Qué pasa?- Cuestionó la mujer, girándose finalmente. -Oh- Soltó un grito de susto, pegándose al amo.

Al principio nadie dijo nada, pero la pelinegra no parecía nada preocupada con el hecho de que el hijo de su esposo la haya pillado siendo infiel. Inauditamente, la expresión de Connor no parecía sorprendida.

-Obviamente, sí hay alguien en casa- Anunció el amo J con frialdad y se apartó las manos de la mujer de encima con firmeza. -Ha sido muy estúpido de tu parte traerme aquí-

-No, pero aún podemos...-

-Me largo de aquí, Alicia- Interrumpió J, negando con la cabeza y volteándose para irse.

Así que ella era Alicia. Tenía que haberlo adivinado. Sabía que ella no se iba a quedar tranquila después de haberla visto en acción en el restaurante.

-Espera- Cerró la puerta antes de seguir por detrás al amo.

Zorra desesperada. ¿Tan necesitada estaba?

-¿Le vas a decir a tu padre?- Preguntó mi mejor amigo, dirigiéndose a Connor. Para mi sorpresa, este negó con la cabeza. -¿Por qué?-

-No serviría de nada. No es la primera vez que la encuentro en algo así, y cuando se lo he dicho a mi padre no me cree- Dejó escapar un bufido de frustración. -Una vez hasta me dio una charla de que aunque sabía que yo extrañaba a mamá, debía entender que esa relación no funcionó y él merecía intentarlo con alguien más que en verdad lo hacía feliz-

-Tu papá sí que es un ciego- Fue lo único que comentó el rubio.

-No hay más ciego que el que no quiere ver- El dueño de los ojos verde esmeralda se encogió de hombros. Por otro lado Jev pareció darse cuenta que yo aún no había dicho nada.

-Y bueno, ¿Tienen ganas de preparar waffles?- Propuso, de una manera un tanto demasiado animada.

-No sé cocinar- Contestó Connor avergonzado.

-¡Pero es de lo más fácil! Además un hombre tiene que saber sobrevivir. ¿Y cómo sobrevives sin comida, el invento más bello del mundo?-

-Se me quema el agua- Se rió tímidamente el castaño, rascándose la nuca. El rubio compuso un gesto gracioso, parecía un meme.

-¿Cómo se te quema el agua?- Preguntó consternado.

-Es que se evapora- Jev no dijo nada, estaba horrorizado o más bien atónito, así que se dirigió a mí, suavizando su mirada.

-¿Tú quieres cocinar, chica fresita?-

-Ehm... sabes que yo tampoco sé cocinar mucho- No sabía que le pasaba a mi voz que sonaba algo... débil.

No había razón por qué, es decir sí, me había sorprendido encontrarlo al amo aquí, pero definitivamente no debía importarme haberlo visto con otra mujer ya que yo no sentía absolutamente nada por él.

-Bueno, para eso está papá Jev, que va a enseñarles a ustedes, críos- Nos ofreció su típica sonrisa que hacía que se le achinaran los ojos.

-Hey amigo, solo eres un año mayor que yo-

-Soy doce largos meses más grande que tú- Contraatacó.

-Si lo dices así suena mucho tiempo- Lo miró divertido el castaño. Debía admitir que el rubio tenía ingenio.

-Cierto, Connor- Llamé a mi amigo, este giró su atención a mí. -¿No era mañana tu cumpleaños? ¿Mañana es sábado, no?- Había estado preparándole un regalo de cumpleaños desde que Jev me contó como lo ayudó cuando no tenía donde dormir, cuando nos conocimos me dijo que su cumpleaños era este sábado así que se me había ocurrido darle como regalo un dibujo del lago donde nos conocimos.

-Pues... sí- Agachó la mirada. Dios, Jev tenía razón, la personalidad de Connor era muuuy parecida a la mía.

-Hombre ¿Hablas en serio? ¡Tenemos que celebrarlo!- Mi mejor amigo definitivamente parecía una madre emocionándose por los cumpleaños de, como él nos había llamado, sus críos.

Sonreí ante este último pensamiento.

***

-Parararapapan cumpleaños feliz- Comenzó cantando animadamente el padre de nuestro pequeño grupo, a lo que yo le seguí con una sonrisa y aplaudiendo mientras los ojos verde esmeralda de mi otro amigo se iluminaban por las velitas del pastel que había preparado el chef.

-Te deseamos a tí, cumpleaaaaaños Connor, cumpleaños feliz- Continuamos cantando a coro el rubio y yo, sin importar que las personas de alrededor nos estuvieran viendo.

Habíamos decidido celebrar el cumpleaños de Connor en la piscina ya que este parecía amar nadar y todo por el estilo. Habíamos puesto el pastel de chocolate en una mesa y unas cuantas botanas de sal que había preparado Jev, el castaño parecía feliz, con su deslumbrante sonrisa y su marcado pecho mojado por las carreras que habíamos nadado en la piscina.

-Pide un deseo- Le dije, imitando lo que mi mejor amigo me había dicho cuando fue mi cumpleaños. Connor cerró los ojos concentrándose y pude notar que se sonrojaba ligeramente.

-Listo- Sopló las velas y luego abrió los ojos. Todos aplaudimos y Jev empezó a rebanar el pastel para repartírnoslo en platos desechables negros.

De pronto me fijé que una niña de unos cuatro años nos observaba con sus enormes ojos azules, bueno, en realidad miraba a la torta de chocolate.

-¿Quieres un pedazo?- Le ofreció Connor antes de que yo pudiera hacerlo. Ella desvió su mirada hacia él, pero no respondió nada. -Anda, toma- Le tendió el castaño y ella se acercó a tomar el plato. Su cara estaba adornada con pecas por todos lados y rizos rojos le caían rebeldes por los ojos y mejillas. El tono de su cabello era muy parecido al mío, pero hasta ahí acababan las similitudes.

-Lucy- Llamó una chica con las mismas pecas de la niña en la cara. -Amor, ¿Qué haces allá?- Al parecer era su joven madre y la cargó en sus brazos en cuanto la alcanzó. -Disculpen las molestias- Nos dijo atareadamente. -Mira como te has manchado- Regañó dulcemente a la niña que tenía en brazos con las comisuras de los labios embarrados de chocolate.

-Eres muy dulce con los niños- Le comenté a Connor una vez la mujer y su hija se habían marchado. Él se encogió de hombros. -Oh cierto, toma- Busqué en el pequeño bolso que había llevado hasta que di con el dibujo y se lo entregué con una gran sonrisa. -Feliz cumpleaños- Él lo miró detenidamente.

-Es el lago...-

-En que nos conocimos- Completé, viendo como sus ojos se iluminaban.

-Gracias, Claire- Pareció dejarse llevar por la emoción y me arrastró en un caluroso abrazo, yo se lo devolví, sin pasar desapercibido los músculos de sus brazos y abdomen. ¿Qué? Era obvio que si me abrazaba sin camisa lo iba a notar.

Pasamos así varios minutos y la verdad es que su cuerpo parecía un caparazón cubriendo todo mi cuerpo.

-Ya, ya, ya. Recuperando distancias- Anunció Jev con cierto tono irritado. -Separados, dije- Se interpuso entre los dos a la fuerza, quedando en un gracioso ángulo en donde Connor y yo lo abrazábamos, él alzó una ceja y se cruzó de brazos. -Ya sé que soy irresistible, pero ¿En serio? ¿Los dos a la vez?- Le hice un gesto al ojiverde por detrás y por suerte él me entendió a la perfección. Se agachó y tomó una pierna de Jev, yo hice lo mismo y entre los dos cargamos al rubio chef hasta el borde de la piscina. -¡Pero que...- Antes de que pudiera decir nada más lo lanzamos en el agua y nos abrazamos el estómago, sin poder aguantar las carcajadas.

Gotas caían por mi cabello aún húmedo y y en el cabello de Connor le daban un tono más oscuro, resaltando aún más sus profundos ojos esmeralda. Los dos reíamos como nunca, la tristeza que generalmente nos acompañaba nos había abandonado por el momento. Estábamos a punto de llorar de la risa y aún así se nos hacía imposible parar.

Estaba feliz de tener los amigos que me habían tocado. Ellos eran el mejor regalo de Navidad.

***

Cuando Jev y yo regresamos a la suite, nos encontramos con dos hombres y el amo en la mesa del comedor.

-Por fin te acuerdas que tienes trabajo- Dijo Jayce secamente, dirigiéndose a mi amigo, antes de llevarse una copa que contenía un líquido amarillo a la boca.

-Señor Blydon, buenas noches- Jev se acercó a la mesa rápidamente. -Discúlpeme, he dejado la cena de noche buena preparada ya en el horno-

-Pues apresúrate y sirve que tenemos invitados para nuestra cena- Informó irritado y el rubio se retiró pulcramente a la cocina.

-¿Todavía conservas a la chiquilla, Blydon?- El amo me observó brevemente y se encogió de hombros, tomando otro trago a su bebida.

-Me parece haberla visto antes- Inició el otro hombre, calvo y con ojos que ciertamente me hacían estremecer. El amo alzó la mirada interesado. -¿Tú, no eras de un orfanato en Georgia?- Se dirigió a mí con un tono exigente.

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Uuuugghh. Se armó, se armó.

No se ustedes pero quiero un Connor, siempre me han gustado esos tímidos sexys.

Lo que me lleva a preguntarles la pregunta del siglo: ¿Cuál de los tres es su tipo? ¿Jayce, Jev o Connor?

También quiero desearles feliz 2016 y fue para mí un honor tenerlas lo poco del 2015 que estúpido wattpad me permitió.
Para quienes no saben, Wattpad me borro la obra con 1 millón de lecturas y no reparo en los danos que causo reprimir el talento de una autora que a más de cualquier cosa se tomó su tiempo y esfuerzo para conseguir lo que ya tenía. Es por esto que les pido que si aprecian lo que leen, por favor compártalo, recomiéndenlo o más que sea comenten que eso me inspira y me permite no rendirme.

CURIOSIDADES
*Para las personas que preguntan en quien me inspiro, pues Jev (el rubio no oxigenado) vendría a ser un amigo mío, pero no es rubio jajaajaja es pelirrojo como nuestra chica fresita. Jayce me inspire un poco pero muy mínimamente en un personaje de un anime y Connor en el estereotipo de chico que me gusta a mí.*

lunes, 23 de noviembre de 2015

Capítulo 20

-¿Exactamente qué te dije de ella?- Su mandíbula estaba tensa y sus ojos adivinaban que extirparía la yugular a cualquiera que se le cruce.

-Esto... me me dijo quien había sido ella para usted- Tartamudeé las palabras atropelladamente. -Y y y- Tragué el nudo de la garganta para calmarme.

-¿¡Y que cojones!?- Exigió el amo, estallando en llamas mientras se acercaba a mí con los hombros tensos.

-Y lo que ella era para mí también- Murmuré como cachorrita abandonada, con la esperanza de alivianar las cosas.

-¿Y por qué mierda salió el tema? ¿Tú me preguntaste, no? Sabía que una niña como tú me traería problemas, demonios- Maldijo en un grito de frustración.

-Yo yo no no-

-¡Deja de tartamudear!- Se rascó la cabeza con exasperación. -Maldición-

Respiré profundo para calmarme.

-Yo no le saqué el tema. Usted dijo su nombre mientras, bueno mientras usted y yo-

-Mientras te cogía- Sus gruesas cejas seguían rectas sobre sus ojos. Se notaba enojado.

-Uhm, sí y bueno ahí le pregunté si había escuchado bien y usted me contó- Cada vez me sentaba mejor mentir, aunque se me aguaran las piernas del miedo.

Sus ojos se posaron en los míos, la ira tornaba más oscuros sus ojos marrones al punto que las motas verdes que se podían apreciar de cerca estaban casi desaparecidas.

-Para empezar no debiste preguntar- La voz que resonó desde su garganta hizo que mi corazón se acelerara a mil y mi cuerpo retrocediera por sí solo. -Te he dicho muchas veces que no me importa lo que opines, pues ahora te digo que no me interesa tampoco lo que quieras saber, no es de tu maldita incumbencia- Mi espalda impactó con algo duro atrás y llevé mis manos para comprobar que era la pared. El amo tomó mis muñecas con fuerza y su rostro furioso se acercó intimidante. Cerré los ojos esperando a que hiciera algo, pero para mi bendición su móvil rezongó en el piso donde estaba su pantalón. Su mirada no se apartó de mí los primeros segundos, pero al notar la insistencia de la llamada desvió los ojos hacía el suelo buscando su celular. Soltó mis muñecas con rudeza y se dirigió a recoger su prenda y sacar el aparato bullicioso del bolsillo trasero. -¿Quién es?- Hubo silencio en lo que el otro lado de la línea respondía. -Oh, por fin llegaron- Otro silencio. -Sí, estaré ahí- Dijo perezosamente mientras recogía su ropa y se encerraba en nuestra habitación.

Después de unos minutos salió completamente vestido y arreglándose un reloj Fossil dorado alrededor de la muñeca.

-¿Amo, yo qué hago?-

Ni si quiera se giró a verme y siguió con su marcha hacia la puerta, pero antes de que él abriera, esta lo hizo dando paso a mi perdido amigo rubio con bolsas de comida en ambas manos.

-Buenos días- Saludó educadamente Jev. El amo J tampoco desvió su mirada a él y pasó a su lado ignorándolo con frialdad. Cerró la puerta un poco más fuerte de lo debido. -¿Y a este qué le pasa?- El rubio frunció el ceño y yo me encogí de hombros. -¿Tienes hambre?- Preguntó después de un rato.

-¿Por qué siempre me preguntas lo mismo?- Reí y él pestañeó confundido y luego sonrió de lado.

-Es que estás muy delgada, es bueno las chicas que tienen carne y no solo hueso-

-Pero me rellenas como pavo, y te recuerdo que tú no eres precisamente gordo-

-Pero yo amo la comida con mi vida- Se llevó las manos a las mejillas al parecer recordando algo de repente. -¡Cierto, el pavo navideño! No he buscado la receta de mi madre- Reí divertida, era muy simpático como se preocupaba como ama de casa. -¿Qué es tan divertido?-

-Nada- Sacudí la cabeza. -Sí, tengo hambre. ¿Podríamos desayunar algo?- Pedí con un puchero, este gesto ya era normal con Jev ya que él me trataba como su hermanita menor.

-Ah y después que yo te relleno- Caminó hacia la cocina y yo lo seguí con las manos unidas en la espalda.

-Pero es que tengo hambre- Me quejé como niña pequeña y él negó con una sonrisa bailándole en los labios.

-De qué tienes ganas pelirroja?-

-De ensalada de frutas con ese sirope casero que preparaste la otra vez- Asintió animadamente y sacó frutas de las bolsas que había dejado en la encimera. Colocó un melón en la tabla de picar y cuando se dispuso a cortar con el cuchillo, se detuvo en el acto y alzó la vista hacia mí soltando el utensilio.

-Con una condición-

-¿Qué condición?- Me sorprendió a mí misma el toque coqueto que apareció en mi voz mientras veía los ojos azules agua y el mechón de cabello rubio de mi amigo caerle por la frente.

¿De dónde demonios salió eso, Claire?

Se acercó a centímetros de mi cara y apoyó los brazos en sus rodillas para quedar a mi altura.

-Que te retractes en lo de rubio oxigenado- Alzó un dedo y me dio un golpecito con este en la frente.

Hasta ese momento no me había dado cuenta que mi corazón se había descontrolado un poco. Lo observé unos segundos en silencio y rodé los ojos.

-Tonto- Se enderezó.

-¡Hablo en serio!- Levantó los brazos al aire, haciéndose el dramático. Negué con la cabeza mirando al piso.

-Eres más vanidoso que una diva- Llevó una mano al corazón, continuando con su papel. -¿Y ahora también quieres ser drama queen?-

-Chica fresita, te arrepentirás de burlarte de mi cabello-

-¿Por qué, te buscarás a otra que rellenar?- Me crucé de brazos. En verdad esto era gracioso, nunca había sabido como era tener de esos amigos locos, pero ahora sabía que era de lo mejor del mundo.

-No, porque muy aparte de que te alimento- Hizo una pausa para generar expectativa. -Tengo... ¡esto!- Sacó de su bolsillo algo que parecían boletos para algo.

-¿Qué es eso?- Pregunté curiosa, acercándome para arrebatárselo de las manos, pero él los elevó de modo que no alcanzara.

-Son entradas para Magic Kingdom, el parque de Disney, y son para su show especial de navidad- Dijo presuntuosamente mientras agitaba los boletos en el aire. Llevé mis manos a mi boca abierta. ¡No podía ser! No podía hablar, así que mi mejor amigo decidió seguir hablando destacando su bonita sonrisa. -Que malo sería tener estas entradas y no tener una amiga, fanática de Disney, que me acompañe- Sus ojos se posaron en los míos dedicándome una amplia sonrisa.

-Oh Jev- Si esto era un sueño no quería despertar. ¿Cómo es que a mí me estuviera pasando algo bueno? A mí. A Claire Himmelriech. A la chica fantasma del orfanato de Georgia.

-Vaya que no quiero que te mueras antes de navidad, háblame por favor- Rió bajando los boletos, abriendo las palmas de mis manos y colocándomelos encima de estas.

Bajé la mirada a los dibujitos de Mickey y Minnie que había en el pedazo de cartón y lágrimas se me escaparon.

-Jev- Me lancé a mi amigo y él abrió los brazos recibiendo mi abrazo. Rodeé su cuello y sequé mis lágrimas en su hombro. -Gracias gracias gracias- Susurré emocionada. Él acarició mi cabello con gesto paternal.

-No es nada-

-Claro que es mucho, sabías cuanto soñaba con ir a Disney y cumpliste mi sueño. No podría pedir nada mejor-

-Después de irme anoche, pensé que alguien debería recompensarte lo que has sufrido en la vida- Me separé de él con suavidad para que pudiera verlo a la cara.

De pronto caí en cuenta de una duda.

-Por cierto, ¿Dónde pasaste anoche? Me preocupó que no llegaras hasta hoy de mañana- El rubio se rascó la cabeza algo incómodo y se separó para comenzar a cortar el melón.

-No lo vas a creer- Empezó a picar la fruta con agilidad. -Y si me crees te vas a reír- Ahora sí alimentaba mi curiosidad.

-¿Por qué?- Por un momento creí que no me respondería, pero justo cuando iba a repetirle la pregunta él soltó el cuchillo y posó su peso en un pie, mirándome.

-Dormí en la casa de tu amiguito- Soltó de repente, esperando con atención mi reacción.

-¿¡Dormiste con Connor!?- Abrí la boca de par en par.

-¿¡Qué!? ¡¡No!!- Hizo una mueca de asco y agitó sus manos en frente de mi cara. -Me refiero a que dormí en su casa, separados, en otro cuarto- Separó las sílabas de la última frase.

-Ah- Cerré la boca y recuperé mi expresión habitual. -¿Cómo así?-

-Pues...- Recuperó el mando del cuchillo y reanudó su trabajo, ahora cortando en rodajas piña. -Cuando volví de comprar eran alrededor de las nueve y me quedé esperando en las escaleras, decidiendo si ya era tiempo o no de regresar a la suite. Tu amiguito venía de correr y me preguntó por qué estaba ahí. Al principio no quería contarle, pero después le dije que trabajaba para tu tutor y que me había botado temporalmente y me ofreció dormir en su cuarto de huéspedes hasta que a mi jefe se le pasara el enojo-

-Oh, se portó muy amable- Aún no podía imaginarme a Connor y a Jev hablando normalmente. La primera vez que se vieron me había dado la impresión de que no se agradaron mutuamente.

-Tengo que admitirlo- Mi amigo rubio se encogió de hombros.

Una vez mi ensalada de frutas estuvo lista, ambos comimos en la alfombra para ver la televisión. Estaba el sofá, pero en silencio nos pusimos de acuerdo para no usarlo. Casi toda la tarde la gastamos viendo comedias en la televisión e incluso reality shows.

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Claire, mi inocente Claire, ¿Qué fue esa pisca de coquetería en tu voz? Mal mal mal.

Jev te amo. Okay ya lo dije.

Sería perfecto un hombre con la combinación del humor de Jev (nuestro medio latino), la sensualidad tímida de Connor y ese no-se-que frío pero sexy de Jayce. ¿Ustedes qué opinan?
Finalmente, por las chingadas: ¿Quién carajos es Alicia?


jueves, 5 de noviembre de 2015

Capítulo 19



La expectativa me mataba, el amo se me había quedado mirando más de lo normal, con su mano aún en mi espalda y sosteniéndome de manera que su aliento a licor entraba fácilmente por mis fosas nasales.

-Eres tan jodidamente idéntica a esa zorra pelirroja- Se tambaleó un poco, sin perder el análisis que le hacía a mi cara.

-¿Hay alguna razón específica por la que me parezco a ella? ¿Somos familia?-

-Esa mujer no podría formar una familia con nadie, solo piensa en ella- Sus ojos oscurecidos dibujaron sombras debajo de estos. -Pero sí, tienes parentesco con Meredith- Alzó su dedo índice de la manera tan típica que lo alzan los borrachos.

-¿Y? ¿Qué es para mí?- Vi como sus ojos se iban cerrando poco a poco así que en un acto de impaciencia y desesperación tomé entre mis manos su rostro y acerqué el mío hasta juntar nuestros labios.

Él tardó unos segundos en despabilarse y seguirme el beso, lo profundicé como él muchas veces lo había hecho, para captar su atención. Al principio un poco tímida pedí permiso a sus labios para que dejaran pasar mi lengua juguetona, nunca había hecho algo así, pero se sentía bien ser yo quien tenga la iniciativa, como si tuviera el control. Él tomó también mis mejillas entre gemidos y siguió el beso con pasión, yo nunca he bebido, pero podía apreciar que el alcohol de su boca le daba un sabor diferente y excitante.

Me aparté antes de que vaya a más antes de obtener mis respuestas. Él se quejó y apresó más mi cara.

-No te apartes mi Claire. Te deseo-Gimoteó.

-¿Qué es Meredith para mí? ¿Mi... madre?- El amo estalló en carcajadas. Era la primera vez que lo escuchaba reírse de verdad, sin gota de amargura. En serio le causaba gracia lo que acababa de decir.

-Meredith hubiera encontrado la manera de deshacerse de cualquier niño que la estorbara- Bajé la cabeza, entristecida.

-Bueno, mis padres de alguna manera me abandonaron en un orfanato, se deshicieron de mí-

-No, pero- Rápidamente Jayce quiso arreglar lo que había dicho. Sostuvo mi cintura más cerca de él. -Tus padres no te botaron- Alcé la vista, interesada. -Ellos murieron- Sus pestañas bajaron cuando su mirada siguió mis labios. -A lo que me refería es que Meredith hubiera abortado-

-¿Cómo murieron?-

-No tengo maldita idea- Se frotó la sien. -No espera, sí sé, fueron víctimas del 11S-

Me tomó bastante tiempo asimilarlo.

-¿Murieron en las Torres Gemelas?- Asintió y su boca traviesa se dirigió a mi cuello.

-Cuando murieron solo quedaba tu tía paterna para que tuviera tu custodia: Meredith-

Una mano voló a mi boca inconscientemente, horrorizada.

-Es la hermana de mi padre-

-Melliza para ser exactos, tal vez por eso te pareces tanto a ella y coincide el mismo apellido ya que si fuera tu madre tuvieras uno diferente. Igual la muy perra te dejó en el orfanato ni bien tuvo tu custodia y desapareció sin mirar atrás-

Era mucho que procesar. Nunca me imaginé que iba a llegar a saber algo concreto de mis padres, pero ahora que sabía que estaban muertos y jamás iba a poder conocerlos me llenaba una desolación enorme.

El amo se entretuvo un rato besando mi cuello, hombros y pechos. Me dio tiempo suficiente para recuperarme aunque no del todo. -Teníamos un trato- Su voz ronca susurró sensualmente al tiempo que besaba una peca de mi hombro derecho.

-Lo sé-

-Me gustaría que empieces ahora- Dio un pequeño beso en mis labios y me estabilizó completamente de pie, luego se sentó en el sofá abriendo sus piernas cómodamente para ponerme en medio, aún parada mientras el colocaba sus brazos detrás de su cabeza. -El espectáculo está por comenzar mi Claire, adelante-

Era interesante como se comportaba y hablaba el amo borracho, era como un niño pequeño con deseos de hombre adulto. Este pensamiento hizo que una suave sonrisa se deslizara por mis labios. Era consciente de que le había prometido algo que la verdad no tenía idea de como cumplir, pero pensé que tal vez no debía avergonzarme ya que con un poco de suerte, no se acordaría de nada mañana.

Ahí entre las piernas del amo J casi fantaseé con una Claire totalmente diferente a la que era, una que no veía inhibiciones y se limitaba a vivir el momento. Sonreí.

-¿Qué tal si comenzamos despojándolo de sus ropas a usted?- Pregunté con un tono algo travieso, pero estaba segura que mi mirada seguía tímida.

-¿A mí?- Una ceja se alzó ante la sorpresa. Asentí bajando la cabeza para ocultar el tinte de mis mejillas. -Muy bien, haz conmigo lo que quieras linda- Mis manos temblaban cuando las acerqué al cuello de su camisa y desabotoné los primeros botones. Mis ojos siguieron las marcas de su pecho trabajado y amplio. -¿Te gusta lo que ves, no linda? Quisiera ayudarte, pero tienes que hacerlo todo tu sola- Asentí decidida pero con el sonrojo aún cubriendo mi cara. Rocé los bordes de la camisa y luego los sostuve con más firmeza para tirar de ellos y pasar las mangas por los fuertes brazos de J, para luego entretenerme un poco más de la cuenta en sus hombros.

Una vez su torso estuvo descubierto me dispuse a agarrar el botón de sus pantalones antes de que me arrepienta. Pero antes de que pudiera quitárselo, él me atrajo de la cintura y me sentó encima de su pierna.

-¿No hay problema con que lo hagas de esa posición no?- Acercó su rostro tentativamente, invadiendo mi espacio personal. Negué, con la mano aún ahí abajo. -Muy bien- Dijo al tiempo que inclinaba la cabeza para besarme mientras yo le sacaba los pantalones.

En ese momento nos encontrábamos parejos, los dos sin ninguna prenda más que la que cubría nuestra sexualidad. Me levanté y jalé de la mano a Jayce conmigo, él compuso una expresión divertida dejándose llevar.

-Okay, esta es la parte en que ehm, este...- Tomó mis muñecas y manipuló mis manos, despojándose a sí mismo de su última prenda. -Eso- Finalicé aliviada de que me ayudara.

En respuesta él me lanzó al amplio sofá y se colocó encima de mí. Besando mi cuello con confianza, agarrándose de mis caderas para sobrellevar la excitación, bajó a mis pechos y chupó mis pezones, como si no resistiera la tentación.

Una luz dorada bañaba mi cara, miré en su dirección y pude darme cuenta que era la puesta de sol que se apreciaba desde el balcón abierto. Tal vez casi toda mi vida haya sido un desastre, mis experiencias hayan sido mayormente inquietantes y hasta ahora me haya cuestionado cada segundo de mi existencia, pero justo ahora no era tan malo.

Al menos en comparación con mi vida pasada...

Ahora tengo donde vivir cómodamente, disfruto de comidas regulares, tengo amigos... inclusive el amo ha tenido un detalle por mi cumpleaños, y aunque la mayoría de las veces es brusco conmigo, sé que es debido al sufrimiento que le ha tocado más el peso de todo lo que depende de él. Me pregunto cómo habrá sido antes de que Meredith, mi tía, le rompiera el corazón. ¿Habrá sido dulce? ¿O incluso romántico?

El amor causa más daño de lo que cualquier persona debería soportar, no entiendo como tantas personas lo añoran sabiendo que tiene el poder para despedazar sus vidas y de afectarlos de una manera irreversible.

-Ahh- Un gemido salió de mis labios al sentir la lengua de J explorando mi feminidad.

-¿Te gusta nena, no? Tenerme entre tus piernas, no importa como, te encanta- Afirmó el hombre más desconcertante que he conocido. -Y a mí me encanta estar entre ellas- Me dedicó una última sensual sonrisa antes de besar de nuevo mi zona Venus. Mis dedos volaron a su cabello sin que yo los controlara, parecían saber por sí solos que yo necesitaba sujetarme de algún lado.

-Por favor- Susurré.

-¿Por favor qué linda? No me voy a detener- La penetrante mirada que me dirigió indicaba que hablaba en serio.

-Pero yo- Otro gemido por parte mío inundó la sala. -Por favor, no creo aguantar-

Él por supuesto no se detuvo, y por el contrario puso todo su empeño en hacerme retorcer hasta gritar y gemir hasta que mi garganta raspara. Estaba sumida en el placer, mi cuello encorvado hacia atrás, mis ojos cerrados y mi boca entreabierta, a punto de llegar al orgasmo, a un paso de dejarme llevar cuando sin previo aviso Jayce recompuso su postura encima de mí. Abrí los ojos para encontrarme con una maliciosa sonrisa iluminando su cara.

-Ahora que estás sensible e insatisfecha, ¿Cuánto te demorarías en quitarte las bragas tú sola?- Lo miré perpleja. ¿Me quería volver loca? ¿Cómo podía llevar tan al límite a alguien y después solo...? Si fuera un poco más suelta comenzara a soltar blasfemias ahora mismo.

No podía quedarme así.

-¿Después de todo yo iba a hacer todo, no?- Me levanté, haciéndole un gesto al amo J para que me diera espacio, él se paró y me hizo una señal como la que hacen los camareros al entrar a un restaurante. No era momento para vergüenzas, la excitación me cegaba por lo que en un rápido movimiento me deshice de mis pantis a lo que J observó con una sonrisa sexy. -Muy bien, ahora sí- Era como si un rubor cubriera todo mi cuerpo, sentía que ardía de puro deseo. Me senté en el regazo de mi dueño, colocando mis muslos a cada lado de su cadera, él los sostuvo con fuerza y los apretó con lujuria.

-Cuatro segundos- Alzó una ceja irónica. -Solo te tomó cuatro segundos quitarte las bragas para mí- Sonrió satisfecho y estiró su cuello un poco hacia arriba para llegar a mis labios y succionarme muy lentamente el labio inferior.

Sentía una desesperación desconcertante. Él me estaba torturando.

Él amo J siguió succionándome el labio para luego darle un pequeño mordisco, probablemente ya estaba rojo, por lo que se limitó a pasar la punta de su lengua en mi ya hinchado labio inferior, para después besarme suavemente el otro mientras apretaba deliciosamente mis muslos entre sus grandes manos.

Nuestros miembros se rozaban de una manera que solo lograba hacerme gemir, no podía reprimir la anticipación, pero los besos lentos del amo provocaban que mi corazón palpitase a mil por hora y a su vez pareciera que no tuviera suficiente.

-Esto es lo que te hace falta- Un gemido de alivio se me escapó al sentirlo penetrarme finalmente. -Siéntelo dentro tuyo- Llevó sus manos a mi trasero para empujar su pene más profundo en mí.

Su boca hambrienta buscó la mía y esta vez no hubo contención alguna, solo pasión, lujuria y el deseo de tomar el uno del otro más de lo que se pueda. Era absorber o ser absorbido por el otro.

Y sorpresivamente yo estaba dando lucha.

Sentí sus manos deslizarse a mi cintura, alzándome y bajándome en su miembro.

-Oh- Me aparté un rato para recuperar el aliento.

-Vamos, tú impón el ritmo, demuéstrame como vas a por lo que quieres- Me retó entre jadeos graves.

-Yo... no sé-

-Oh vamos, solo sigue el compás de tu excitación, deja que tu cuerpo se mueva como quiera- Bajé la cabeza, sonrojada y algo cohibida. -Apoya tus manos en mí- Jaló mis muñecas y las colocó sobre su pecho. -Ahora muévete-

Comencé con un ritmo tímido, suave y a decir verdad seguramente algo aburrido. Pero poco a poco fui más rápido, la timidez pasó a segundo plano y en ese momento todo lo que importaba era saciar de placer mi cuerpo. Cuando ya estaba cerca del climax, J pareció perder todos los estribos y me cogió de los hombros para depositarme sin delicadeza alguna sobre el sofá, ahora quien estaba encima era él.

-Oh, amo- Me sorprendió la voz ronca que salió de mi garganta. El vaivén de sus caderas era cada vez más acelerado, jadeaba por la falta de aire y él gruñía buscando liberarse.

Ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo, él clavando una última embestida y yo gritando a todo pulmón.

-Yo... esto tengo que ir al baño- Dije avergonzada por lo que había hecho, no me reconocía a mí misma.

El amo salió de mí y se hizo a un lado en el sofá. ¿De dónde había salido esa Claire salvaje? Era como si alguien más se hubiera apoderado de mí en ese momento y ahora como balde de agua fría caía en cuenta de mis actos.

-Eso se llama pasión- Corroboró J una vez me dispuse a girar la perilla de la puerta del baño. Lo miré un segundo antes de entrar.

¿Era pasión lo que me había hecho actuar así unos minutos atrás? ¿Jayce despertaba en mí ese lado salvaje?

Pero para eso debería sentir algo por él y yo no podía sentir algo por una persona que me trataba así ¿No? Yo siempre había tenido claro que cuando tú amas o tienes cualquier sentimiento por otra persona es porque esa persona te hace sentir bien a tí, y en este caso yo era la que cumplía los deseos del amo. Para eso me había comprado y lo tenía claro.

Agité la cabeza despejándome la mente. Me habían enseñado que yo no existo para ser amada, sino para complacer al hombre que me tome como su propiedad. Además él nunca lo iba a hacer y yo tampoco era quien para permitirme pensar en esos sentimientos. Al fin y al cabo la pasión bien podría actuar por separado del amor. Y hoy había sido testigo de eso.

***

-Me lleva las mil mierdas- La voz del amo resonó en la sala.

Se había dormido en el sofá cuando regresé del baño el día anterior, por lo que sin más remedio me dirigí sola a la habitación que compartíamos. Me saqué de encima las sábanas que me cubrían y me dirigí al salón.

-Buenos días amo- Anudé el camisón que traía puesto.

-¿Qué tienen de buenos? Tengo una resaca de infierno y la columna hecha mierda por este maldito sofá- Miró hacia abajo. -¿Me estás jodiendo? ¿Por qué estoy desnudo?- Una risita se me escapó al ver lo gracioso de la situación.

-Me aproveché de usted y su cuerpo- Él me miró con cara de pocos amigos.

-Hablo en serio, no me acuerdo de nada- Se rascó la cabeza. -Estaba cansado de unas fluctuaciones en la compañía, tomé un pequeño descanso en un bar, llegó Alicia y...- Bajé la cabeza y jugué con mis dedos incómoda. ¿Quién era esa Alicia?

El silencio se apoderó de la estancia.

-Ayer llegó tomado y... bueno pasaron cosas en ese sofá- Su mirada pasó por los lados donde estaba sentado. -Cuando se durmió no podía moverlo yo sola, lo siento-

-Está bien, muero de hambre. ¿Dónde está el chef?-

-Usted lo despachó ayer- Jev no había regresado desde ayer.

-Oh- Dijo confundido. Tal vez podría aprovechar su falta de memoria.

-Usted quería que nos deje solos así que se fue- Agregué. Después de unos minutos cogí aire y me preparé para lo que iba a decir. -Amo- Lo llamé y el volteó a verme otra vez. -Usted ayer... Ayer me contó muchas cosas-

-¿Qué tipo de cosas?- Se tensó inmediatamente.

-Me dijo su nombre- Estaba a punto de decirle que me perdone por mentirle, que no lo volvería a hacer, estaba segura que se me había notado la mentira, pero para mi sorpresa no fue así.

-Oh, supongo que ya no se puede hacer nada- Agradecí a todos los ángeles que no le diera importancia a ese factor.

-Y... me habló de Meredith- Una mota verde en el iris iluminó sus ojos con suspicacia

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Que les pareció? A mí me encanto escribir este capi J denle +1 si quieren que siga ;) no estamos a muchos capis del que nos habíamos quedado en wattpad

sábado, 10 de octubre de 2015

Capítulo 18

Ver a Connor sin camisa era sin duda algo por lo que muchas pagarían, el hecho de haber practicado seis años waterpolo había marcado con fuertes líneas sus músculos de la espalda, sus bíceps y hombros. Las poleras que se había puesto hasta ahora no favorecían lo suficiente el cuerpo que escondía dentro, por lo que tal vez me quedé observando un segundo más de lo debido cuando dejamos en una silla al pie de la piscina nuestras cosas y él prosiguió a deshacerse de la prenda superior para quedar en pantaloneta.

-¿Claire?- Su llamado me despertó de mi ensimismamiento. -Esto... ¿Vas a entrar así?- Bajé la mirada hacia mi ropa, aún vestía los shorts de mezclilla y mi blusa holgada blanca. Regresé la vista hacia él y me sonrojé por mi torpeza.

-No- Sacudí mi cabeza hacia los lados varias veces tratando de así también disipar el rojo de mi cara.

Abrí el botón de mis shorts y dejé que cayeran al suelo para recogerlos y dejarlos doblados sobre la silla junto a la camisa de Connor. Seguí hasta la piscina con la intención de meterme pero paré en seco al ver como a lo lejos un hombre regordete me miraba sin siquiera disimular.

-¿Pasa algo?- Preguntó Connor extrañado por mi repentino estado.

-No, nada, es solo que...- Si le decía lo del hombre iba a sonar paranoica, después de todo estaba muy lejos como para saber con claridad si era a mí a quien miraba. -¿Seguro que no está muy fría?- Dije con un gesto hacia el agua. La expresión del chico de los impresionantes ojos esmeralda se suavizó notablemente.

-¿Vamos a averiguarlo no?-

-¿Y si me resfrío?-

-No te vas a resfriar- Pensó un rato y luego agregó. -Pero si te da miedo meterte por tí misma yo te ayudo- Y entonces antes de que pudiera hacer que me suelte se agachó y pasó un brazo por debajo de mis rodillas, dejándome de cabeza sobre su hombro y lanzándose al agua.

Lo máximo que alcancé a hacer fue cerrar los ojos mientras mi cabello flotaba encima mío al igual que mi blusa que amenazaba con salirse hasta que mis pies tocaron el piso de azulejos y me pude impulsar para salir a la superficie.

-¿¡Estás loco!? ¡No era necesario eso!- Le grité al chico de cabello castaño oscurecido por el agua mientras él se reía a sus anchas. Era agradable escucharlo reír, me fue imposible resistir a no unírmele y reír también. -Estarás en problemas la próxima vez que se te ocurra hacer eso- Salpiqué agua en su cara y él solo rio más fuerte y sostuvo su marcado estómago porque seguramente le dolía de tanto reírse.

-Ya ya, lo siento lo siento, no me mates- Explotó en otra carcajada antes de que yo le salpicara aún más agua. -Moriré ahogado-

-Oh, permíteme tener el honor de ser la que te ahogue-

-Sí, pero de la risa-

***

Y así estuvimos casi toda la tarde, después de que se le pasara el ataque de risa nos pusimos a hacer competencia de nado, de extremo a extremo. Yo sabía que era buena nadadora, el problema era que con una brazada de Connor ya llegaba a un cuarto de la piscina, era admirable como parecía no poner esfuerzo y ya había nadado tres vueltas. Yo, por otro lado, pataleaba lo más rápido que podía, empujaba el agua con mis brazadas para darme impulso, y aun así no lo alcancé ni cuando lo distraje diciéndole que Megan Fox estaba en bikini al lado del tobogán.

Lo sé, una distracción pobre, pero tenía que intentarlo.

-Megan Fox no es mi tipo de todas maneras, hubieras intentado con otra y a lo mejor funcionaba- Comentó mientras cogía su toalla de nuestra silla y sacudía su cabello.

-¿Cómo quién, Emma Watson?- Asintió suavemente.

-Puede ser, me gustan las tranquilas-

Justo en el momento que iba a coger mi toalla una voz conocida llamó mi atención.

-Chica fresiiiitaaaaaaaa- Me giré y mi corazón dio un vuelco cuando ví a mi rubio mejor amigo acercarse corriendo.

-Jev- Sonreí esperando que llegue, pero mi expresión cambió a una de preocupación cuando ya estaba a mi altura y no parecía bajar la velocidad. -¡Jev!- Grité alarmada, pero ya era tarde, me estaba tacleando hasta tirarme de nuevo a la piscina.

-¿Chica fresita?- Murmuró Connor, que estaba más sorprendido que yo y tenía una ceja alzada ante el apodo que me había puesto mi dado por muerto amigo.

Escuché por segunda vez el chapoteo del agua bajo mi peso. ¿Hoy era el día de lanzar a Claire Himmelriech al agua? ¿O es que mis únicos dos amigos se habían puesto de acuerdo?

Al subir a la superficie escuché una sonora risa. Tienes los días contados rubio.

-¡Jev!-

-Dígame señorita pelirroja candente- Mis mejillas se tornaron notablemente rojas mientras lo observaba con aparente amenaza, claro que yo no daba miedo a nadie. -Oh oh, ¿Estoy en problemas? Porque pareces enojada, aunque no sabría la verdad decirte porque nunca te he visto enojada, mierda ¿Debería callarme y correr? O mejor dicho nadar porque dudo que sea muy inteligente tratar de correr en el agua- No pude evitar reírme y darme una palmadita en la frente.

-Nada rubio oxigenado, nada-

-Hey hey hey, no hay necesidad de ponerse violento, con mi cabello no te metas que es sagrado. Oxigenadas las rubias californianas, yo soy de Boston- Se quejó con tono completamente serio.

-¿Necesito saber tu árbol genealógico?-

-No, pero ya que insistes... Mi padre es de Irlanda y mi madre de la colita de sudamérica, Argen, Argen...-

-Argentina- Completó Connor que estaba de espectador fuera de la piscina.

-Eso, gracias- Se giró rápidamente mi loco amigo para luego esbozar una graciosa cara confundida. -¿Quién eres tú?-

Antes de que el chico ojos verdes esmeralda pudiera responderle algo me lancé a la caza de mi querido amigo, a lo que él respondió apresurándose a escapar de mí.

-Te atraparé- Una risita se me escapó de los labios.

-La chica fresita no ataca, la chica fresita es buena, la chica fresita quiere a su amigo rubio no oxigenado- Soltaba frases incoherentes mientras nadaba como si estuviera escapando de la policía.

No fue tan difícil atraparlo, pero hubiera sido más rápida si mis carcajadas me hubieran dejado descansar un segundo, el estómago me dolía de tanto reírme.

Cuando por fin salimos, me dí cuenta que ya no cargaba la blusa holgada puesta, se me había salido en algún momento de la guerra con Jev, instintivamente crucé los brazos sobre el pecho y bajé la cabeza avergonzada, mi cara caliente debido al rubor.

-Tendré que entrar al edificio con esta ropa empapada- Anunció el culpable de que mi blusa se perdiera. Nos acercamos a Connor y por un momento él repaso su mirada por mi cuerpo de arriba a abajo, no parecía que lo hacía conscientemente pero me incomodó. -Hey amigo, vista a la cara- La advertencia de Jev hizo que Connor alzara su mirada rápidamente y luego la bajara al suelo, avergonzado y con las mejillas ligeramente rosadas. Tierno. Y de alguna manera no dejaba de ser sexy a su manera.

¿Yo dije eso?

-De todas maneras es tu culpa, nadie te dijo que me lanzaras a la piscina- Envolví mi toalla alrededor de mi cuerpo y dejé que el agua de mi cabello se escurra encima de esta.

-¿Nos vamos?- Me preguntó el castaño con su mirada fija en mí, como si quisiera ignorar a propósito a Jev.

-Amigo tranquilo, no hay apuro pero primero que nada ¿Quién eres?- Cuestionó el rubio. Connor simplemente rodó los ojos pero no apartó su atención de mí. Supe que mejor respondía yo ya que parecía que a él no le agradaba Jev, y este en su lugar le devolvía miradas de fastidio.

-Es un amigo que conocí en el lago, vive en nuestro mismo edificio-

-Okay, entonces supongo que no hay problema que nos acompañe en el camino ya que tú lo conoces- Enfatizó la palabra nos para indicarle a Connor que él era el entrometido, no mi celoso mejor amigo. Se comportaba como un molestoso hermano mayor.

El ojos verdes no respondió nada y por el contrario me llamó por lo bajo.

-Claire, ¿Me permites un momento?-

-Sí, claro- Nos alejamos un poco de Jev y él se agachó a mi altura como si estuviera a punto de decirme un secreto. -¿Qué pasó?-

-¿Quién es él?- Susurró.

-Un amigo-

-¿Vives con él? ¿Es tu novio o algo por el estilo?- Mi corazón dio un vuelco cuando escuché la palabra 'novio' pero enseguida me obligué a mí misma a tranquilizarlo.

-No- Estaba segura que él nunca me vería como algo así, me trataba como una hermanita pequeña a la que cuidaba y engreía, pero nada más. -No es mi novio y sí, vivo con él porque trabaja para...- No tenía idea de cómo definir a J, obviamente iba a sonar muy extraño que diga 'amo'. Afortunadamente Jev me salvó la campana.

-Claire, tu tutor se enojará si no estás en casa cuando llegue- El chico alto y castaño oscuro alzó sus gruesas cejas en mi dirección.

-¿Tutor?- Asentí.

-Por lo que soy huérfana- Aseguré con tono casual.

-¿Es estricto?- Ni te imaginas.

-La verdad sí, mejor me apuro si no quiero que me regañe-

***

Una vez me despedí de Connor en la entrada de la suite mientras Jev estaba parado como una estatua con los brazos cruzados al lado mío, me dirigí a la cocina por algún bocadillo.

-¿Quieres que te prepare algo?- Acepté animadamente, pero un ruido de la puerta llamó nuestra atención.

-Claire, ¿Dónde estás mi Claire?- Una voz ronca y extraña del amo se escuchó a lo lejos. Jev y yo intercambiamos miradas alertas. -Claaaaaire te necesito, ven rápido-

Me levanté tratando de pasar por alto los ojos preocupados de mi amigo.

-Aquí estoy- El aspecto de J era totalmente opuesto a la imagen impecable que siempre le había visto. Al verme abrió sus brazos torpemente y se lanzó a aplastarme entre ellos.

-Quiero, te quiero en mi cama-

-Huele raro, ¿Dónde ha estado?- Estalló en carcajadas como si hubiera dicho algo demasiado gracioso.

-Eres tan sexy cuando tratas de no sonar grosera, tú y yo sabemos que apesto a alcohol- Sus manos capturaron mi mentón y acercó su boca experta a la mía, su estado de ebriedad lo conducía a actuar con una combinación de brusquedad y torpeza. -Eres tan deliciosa, justo como lo era ella. Me embriagas más que el alcohol porque mi adicción a tí vino desprevenida-

Me empujó del estómago haciéndome caer sobre el sofá, colocándose encima mío sin importarle si me aplastaba o no y mordiéndome el cuello.

-No, por favor, está borracho, así no. No es consciente de lo que hace- Siguió dejándome marcas debido a que clavaba sus dientes demasiado fuerte provocándome verdadero dolor. Esto de ninguna manera podía tener fin de dar placer. -¡Ay!- Hundió la cabeza en mis pechos y mordió la piel sensible. Grité abriendo los ojos mucho.

-Hombre, contrólate, le estás haciendo daño- Sugirió Jev con la misma expresión de preocupación. -Hombre- Vi por encima del amo como mi amigo lo agarraba del hombro, pero fue en vano y para completar la cereza al pastel, hizo enfurecer más a J. Este apretó su puño y pegó la mano de Jev sobre su hombro, probablemente también causándole dolor a él pero sin interesarle.

-Estúpido cocinero, tú no me vas a decir lo que hago o no a mi mujer, pero si quieres puedes quedarte a ver- Terció con una sonrisa irónica, se alzó un poco por encima mío para meter la mano por su entrepierna y abrir la cremallera de su pantalón.

-¡No!- Mi amigo trató de volver a interponerse, a pesar de que podía notar como su mano se tornaba verde. -No dejaré que le haga esto-

-Deja de joderme más la mierda que es mi vida y lárgate- Vociferó el amo, claramente bajo los efectos del alcohol. -Métete una vez más y puedes ir moviendo tu trasero para buscar otro trabajo que solvente tu universidad y para variar te dé tiempo para estudiar-

El rostro de mi amigo se tornó pálido, se quedó en trance un segundo y luego me observó con absoluta pena.

-No importa- Susurró. -No puedo dejar que lastime a alguien vulnerable- Dijo esta vez con más firmeza.

Por mi cabeza pasó la imagen de un Jev triste, desaliñado y desconsolado, tocando puertas de trabajo que se cerraban ante él y siendo obligado a tener que abandonar Bellas Artes. Dejando de lado su único sueño de convertirse en pintor y tener una galería.

Todo gracias a mí.

-Ándate- Las lágrimas habían decorado mi cara sin pedirme permiso.

-Pero...-

-¡Que te vayas!- Un sollozo se escapó de mi garganta. -No quiero que estés aquí-

-Hazle caso niñito, ella sabe que obedecerme es lo mejor- Dijo un sombrío pero borracho Jayce.

-No voy a dejarte sola con este idiota- Masculló mi amigo.

-¿Y si te despiden me dejarás sola para siempre?- Sequé una lágrima con el dorso de mi mano. -De todas formas terminaría mal-

-Pero...- No esperé que tratara de ponerme excusas y seguí hablando.

-Quiero que te vayas, sal un rato a hacer compras para la cocina y cuando regreses todo habrá pasado- Me sorprendió la firmeza con la que dije esto último.

El rubio me observó con sus claros ojos verdes brillando, estaba debatiéndose con su yo interior. Sabía que no era fácil pero traté de transmitirle con mis ojos que en verdad era lo mejor lo que le pedía.

-Lo más probable es que se duerma rápido- Terció Jev, tratando de tener esperanzas.

-Cállate cocinero, lárgate y no regreses- Chilló el amo.

Ninguno de los dos dijimos nada, mi amigo prosiguió a salir tirando la puerta después de lanzarme una última mirada de compasión.

-Ahora sí te tengo solo para mí- Hundió otra vez la cabeza en mi cuello, aspirando. -Tu olor me vuelve loco- Sus manos apresaron mis pechos por encima del traje de baño. -Incluso desde que te ví por primera vez supe que debías ser mía-

-¿Por qué?- De repente se me ocurrió una idea: Resolver todas mis dudas. El amo estando borracho no iba a poder reprimir lo que decía. -¿Por qué me eligió desde un principio?-

-Eres tan deliciosa- Mordisqueó mi hombro. -Te elegí porque eres malditamente deliciosa- Dejé que siga hablando. -Y te pareces tan jodidamente a Meredith-

-¿Quién es Meredith? ¿Es algo para mí?- El corazón se me encontraba en este momento en la garganta.

-Tengo que sacarte esto- Un sensual gemido salió de sus carnosos labios y prosiguió a desamarrarme el brazier de mi traje de baño, había estado con la toalla encima hasta que había llegado el amo, pero aunque me la había quitado aún me quedaban mis piezas de baño y mis shorts.

-Hagamos un trato- Propuse de repente, un brillo interesado iluminó los oscuros ojos de Jayce. -Yo...- Dudé un segundo, iba a ser difícil. -Yo hago todo el trabajo si usted me responde esa pregunta-

Un silencio preliminar se instaló en la suite pero una sonrisa atrevida bailó en la cara de mi amo.

-¿A qué te refieres con todo el trabajo?- Preguntó el hombre, aunque su sonrisa indicaba que sabía perfectamente a lo que me refería.

Suspiré.

-Ya sabe... yo... misma me desvisto- Bajé mi mirada sonrojada. -Y también a usted-

-Oh, quiero que me desnudes, sí sí quiero- Definitivamente había un humor negro en verlo así de tomado. -Pero eso no es hacer todo el trabajo-

-Yo haré todo, usted solo tendrá que disfrutar- Afirmé más roja aún.

-Está bien- Su ancha mano tomó mi cintura por detrás y tiró de mí, levantándonos a ambos del sofá.

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Feliz Sábado :)

domingo, 20 de septiembre de 2015

Capítulo 17

-Claire si no te apuras te prometo que me voy sin tí-

Salté y dejé la factura donde la había encontrado nada más escuchar la voz de mi amo. La voz de Jayce Blydon.

Sonreí al pensar que por fin sabía su nombre.

-¡Voy!- Me apresuré a ir a buscarlo en la entrada y ahí estaba, apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho y la cara alzada hacia el techo. Parecía ido. -Quiero agradecerle al señor River por su obsequio- El amo bajó la cabeza y me miró unos segundos.

-Le haré llegar tu agradecimiento- Abrió la puerta y salió. Sonreí para mí misma y salí tras él.

Al llegar al restaurante que quedaba en el mismo resort J se excusó antes de entrar.

-Creo que he dejado la billetera en el auto, ya regreso, ve pidiendo una mesa-

Asentí y cuando iba entrando me tropecé con un cuerpo alto. Me había golpeado la frente contra su pecho, pero sus manos habían tomado mis hombros antes de que me caiga.

-Claire- Sus ojos verdes esmeralda mostraban sorpresa.

-Connor- Sobé mi frente, eso me pasaba por torpe. Me sonrió divertido y volví a sorprenderme de la perfección de sus dientes.

-¿Quién es esta jovencita?- El hombre de cabello castaño oscuro como el de Connor que estaba parado a su lado habló, mirándome de arriba abajo.

-Seguro es una de sus compañeritas- Dijo con fastidio una mujer de cabello negro largo y liso a su lado que se acercó y tomó su brazo con posesión.

-De hecho, no es mi compañera- Informó el chico alto. -¿Viniste sola?- Frunció el ceño, revisando si había alguien a mis espaldas.

-Seguro que vino con sus padres- Hasta yo podía notar que la madrastra de Connor era insoportable. -Amor, ¿Ya podemos irnos? Tengo cita en el spa- Hizo un puchero hacia su marido.

-Soy huérfana- Aclaré agachando la mirada. La expresión de sorpresa del hombre rápidamente se tornó en una de lástima. Se notaba que nadie sabía que decir, pero la mujer parecía inmune a sentimentalismos y puso los ojos en blanco.

-¿Amor?-

-Sí cariño, ya nos vamos. Hijo, despídete de tu amiga y nos vamos- Sin esperar respuesta, guió a la pelinegra a la salida.

-Nos vemos luego Claire, espero que Maléfica no te haya asustado- Sonreí ante su comentario y me despedí con un gesto de mano.

Cuando el ojos verde se disponía a salir con su familia, el amo J entró con su habitual elegancia y frialdad, ni si quiera los miró pero no pasó desapercibido el escaneo que realizó la insípida mujer.

¿Es en serio? ¡Tenía a su esposo a su lado!

Me crucé de brazos indignada y esperé de pie hasta que el amo llegara a mi altura.

-¿Y a tí que te pasa?- Preguntó extrañado.

-Nada- Bajé rápidamente la cabeza, él solo terció una sonrisa divertida.

-¿Por qué no pediste una mesa?-

-Quería esperarlo-

-Okay, entonces...- Me señaló el camino para que vaya delante de él.

***

-¿Qué desean ordenar?- Cuestionó amablemente la camera de delantal y cabello rubio oscuro.

-A mí el especial y vino blanco por favor- La chica que no podía ser mayor a veinte años asintió y dirigió su atención a mí.

-Yo ehmm no sé- Dirigí la mirada al amo J por si él iba a pedir por mí.

-Tráele lomo en salsa de uvas-

-Enseguida- Anotó un par de cosas en su libretita negra con letras doradas y se fue.

-Odio comer en restaurantes- Se rascó su oscura cabellera con algo de fastidio.

-¿Por qué?-

-No puedo saber con que materiales preparan la comida- Dijo obvio.

-Pero es un lugar con prestigio, no se arriesgarían a utilizar cosas de mala calidad-

-No sabes lo que serían capaces de ahorra...- No pudo terminar la frase debido a que una voz femenina detrás mío lo interrumpió.

-Lamento interrumpir, pero hace un momento estaba sentada aquí y creo que se me ha caído un pendiente- Su liso cabello negro con cerquillo y sus labios pintados en rojo resaltaban su piel blanca que contrastaba a la perfección con su ceñido vestido negro.

La madrastra de Connor.

-No hay problema- Contestó cortésmente mi dueño.

-¿Será que puedo buscar debajo de la mesa? Me apena incomodar, pero era un diamante- Se colocó una mano en su protuberante pecho a modo de disculpa.

-Adelante- El amo le contestó con un gesto de la mano.

La sin duda atractiva mujer se inclinó sobre sus tacones aguja y comenzó a buscar por el suelo. Desde donde estábamos J y yo podíamos fácilmente tener una vista de como el vestido le hacía sobresalir sus curvas. Vi como los ojos de J inconscientemente siguieron el escote de su blusa.

-No está- El tono de voz de niña pequeña que usó me desconcertó, solo le faltaba hacer puchero. Se levantó ágilmente y sus senos rebotaron por el salto.

-Lo siento mucho- Contestó el amo con indiferencia.

-¿Te podría dejar este número por si tú tienes más suerte que yo y lo encuentras?- Sacó una tarjeta de su bolso y se la tendió, el amo J la aceptó y la guardó en su billetera. -Debido a que aún no hay muchas personas en el resort, supongo que nos estaremos viendo- Hizo un gesto con la mano despidiéndose y le dedicó una última sonrisa seductora a Jayce.

Connor se olvidó agregar la palabra "perra" a su descripción.

Una vez su presencia había desaparecido un silencio se instaló entre nosotros.

-Bon appetit- La amable mesera dejó los platos en cada lugar.

-Grazie mille- Una sonrisa le iluminó la cara a la rubia.

-Parli italiano?-

-È una delle lingue che io preferisco- Respondió el imponente hombre, con un italiano muy fluido a mi parecer. Creo que la chica le preguntó si hablaba italiano y él dijo que era uno de sus idiomas preferidos. ¿O dijo que le picaba la lengua? No sé, pero sin duda tenía que haberme esperado que con tal inteligencia él sepa más idiomas aparte del inglés.

La joven chica sonrió haciendo que se le achinaran los ojos y se fue. Me recordaba a Jev, por lo rubia y la manera que se le achinan los ojos. ¡Jev! Él podía salvarnos de morir de hambre.

-No está tan mal venir a comer a restaurante. ¿Eh?- Comencé como quien no quiere la cosa. Jayce pareció no darse cuenta de que tenía intenciones escondidas así que se limitó a encogerse de hombros y meterse un bocado a la boca. Masticó unos segundos y luego volvió la mirada a mí.

-No me emociona comer fuera- Esperé unos segundos, como si estuviera pensando lo que había dicho.

-Entonces, ¿Por qué no trae al chef que tiene en casa?- No mostré el grado de confianza que tenía con mi amigo, para no levantar sospechas, luego podía meterlo en problemas.

El amo me observó por unos segundos, entre cerrando los ojos, luego se metió otro bocado.

-Tal vez sea necesario, me gusta saber lo que como- Traté de no demostrar mi emoción.

-Aunque yo pienso que la comida de restaurantes como este es...- Observé la presentación de mi plato, solo con verlo sabía que era delicioso. -Sencillamente asombrosa- Terminé suspirando y me metí la primera cucharada a la boca.

***

Al día siguiente el amo había estado discutiendo vía llamada con unos accionistas de la empresa toda la mañana, al final tuvo que salir del departamento, mascullando algo sobre los costos de mercado.

Me había quedado sola y no sabía que hacer. Me preparé un sándwich con lo que había en la cocina y estaba a punto de tirarme a ver televisión en el sofá cuando de repente sonó el timbre. Fruncí el ceño extrañada y me dispuse a atender la puerta. Cuando la abrí me encontré con Connor sonriendo de oreja a oreja y tenía puesta una camiseta del mismo verde esmeralda que eran sus ojos.

-Hola- Saludó tímidamente.

-Hola- Respondí aún extrañada.

-¿Estás ocupada? ¿Interrumpo algo?- Preguntó de pronto preocupado.

-No, es solo que...- La sorpresa no me dejaba articular palabra alguna. -¿Cómo supiste donde me hospedaba?-

-Fue cuestión de suerte, le pregunté al recepcionista si había alguna chica como tú hospedada en este edificio y al decirle tu nombre buscó en los datos-

-¿Te hospedas en este mismo edificio?-

-Sí, pero por favor no metas en problemas a Louis- Me pidió mirándome a los ojos. -Me ayudó porque me conoce de cuando venía con mi mamá y por eso me confió tu número de departamento- Agachó la cabeza, sin duda lo ponía mal tocar el tema de su mamá.

-No te preocupes- De pronto me dí cuenta que aún estábamos parados en la puerta como bobos. -¿Qué te trae por aquí?-

-Uhm cierto- Se dió un golpecito en la sien. -Venía a preguntarte si, ya que por el momento parece ser que somos los únicos de esta edad por aquí, te apetecía hacer algo divertido juntos-

-¿Algo divertido?- No estaría mal, después de todo el amo siempre se tardaba cuando salía y más cuando se trataba de algo de la empresa. -¿Cómo qué?-

-Este...- Se rascó la parte posterior de la cabeza y se sonrió avergonzado. -No sé, ir a jugar tennis... ¿A la piscina?-

-No sé jugar tennis, mejor a la piscina-

-¿Sabes nadar pero no jugar tennis?- Terció con una sonrisa divertida bailándole en los labios. Me encogí de hombros, era lo único divertido que nos permitían en el orfanato, a veces nos llevaban a hacer natación para mantenernos en forma.

-Voy por mi traje de baño y vamos, si quieres-

-Está bien, no están muy lejos las piscinas y tienen toboganes- Anunció con un brillo infantil en sus ojos.

Fui a buscar el único traje de baño que había traído, cuando estaba en la mansión del amo le había pedido que me permita usar la piscina y él dijo que lo pensaría pero al día siguiente llegó con una bolsa con varios trajes de baño de diseñador dentro. A Orlando solo había empacado uno rojo que se ataba a cada lado de las pantis y el brazier era el más cómodo de todos los que tenía. Me lo puse y al verme al espejo me di cuenta que no podía dejar que Connor me viera solo con eso, así que me puse unos shorts de mezclilla y una blusa floja blanca por encima.

-¿Lista?- Asentí y una vez salimos cerré la puerta tras de mí sin seguro para entrar sin problemas cuando regrese.

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Queridas lectoras, lamento demorarme tanto en subir los capis, es que he estado indispuesta de salud y pronto termino unos estudios muy pesados. No pretendo pasarme de diva haciéndolas esperar ni nada, es solo que desde que wattpad me borro la obra perdí la constancia en escribir y tengo miedo de que no salga como antes. Es algo así como que me apago los motores y se me enfriaron todas las ideas que tenía para seguir esta historia que a más de sexo tiene la vida de esta chica y la personalidad complicada de este hombre. Ustedes probablemente me entiendan, así que yo las entenderé y pondré todo de mi para seguirla más seguido ahora que salí del hospital. Esta historia no muere, podrá haber desaparecido un millón de lectoras, haberse eliminado de wattpad, su escritora haberse apagado pero la historia y sus personajes siguen vivos.

lunes, 10 de agosto de 2015

Capítulo 16

Digamos que los vuelos no eran lo mío.

La azafata que para mi mala suerte estaba escoltando a primera clase justo a nuestro lado soltaba risitas cada vez que me agarraba del brazo de J por culpa de los nervios que me causaba estar a tantos kilómetros del suelo seguro.

Suelo que sostenga mis pies, que no se mueva sin previo aviso cada cierto cambio de dirección. Donde podía ir a hacer pis sin miedo a que se me venga encima en cualquier momento. Donde no sienta mi estómago en mi garganta.

-Esto es una ridiculez- Sentenció el hombre a mi lado con el ceño profundamente fruncido. -Solo es un avión, tu cara ha pasado de tono normal a verde y amarillo en tiempo récord-

-No sabía que tenía miedo a los aviones hasta hoy- Tragué el nudo en mi garganta.

-Sí, bueno has estado así desde hace una hora- Rodó los ojos con cansancio.

Cuando desembarcamos nos dirigimos directamente a la salida, no pasamos por baggage claim ya que al parecer el amo había contratado un servicio especial para que nuestras valijas estén esperando por nosotros muy cómodamente con una encargada.

Afuera nos esperaba una Van negra de lujo, no como esas que parecen buses escolares en miniatura; esta era grande, con pinta de indestructible e imparable a pesar de elegante, el estilo del amo estaba impreso en ella.

-Señor, tendré que dejar la maleta de la señorita en su habitación, las otras están en remodelación- Anunció el chofer, con una arruga de preocupación en la frente.

-¿No quedamos en que las remodelarían cuando nos vayamos a fin de año?- Gruñó irritado mi comprador.

-Sí, pero nos avisó que vendría tan apresuradamente que fue imposible deshacer la petición al equipo de trabajo- Respondió con tono de disculpa. -No sabía que ya estaban en proceso, lo siento-

El amo gruñó con impotencia y yo bajé la cabeza pensativa. Una habitación para el amo y para mí. Compartir cuarto con J. Dormir en la misma cama. Me estremecí sin poderlo evitar.

-Bien, deja las maletas ahí- Accedió finalmente. -De todas maneras no hay más opción-

***

El lugar donde nos quedábamos no era una casa, más bien era como una urbanización con muchos edificios y nuestro piso era el penthouse del edificio Diamond. Teníamos piscina en la terraza y la habitación que compartíamos estaba adornada en su mayoría por madera negra.

-Tenemos dos días hasta que lleguen mis socios-

-¿Solo vendrán sus socios?- Pregunté curiosa.

-También otros compañeros del medio, dueños de otras corporaciones, herederos y personas aparte que también tienen pisos en el resort-

-Oh, ¿Por eso me hizo traer esos vestidos? ¿Habrá más reuniones como las de ese día...?- Prefería no recordar ese día en que el amo había decidido hacerme suya, no fue precisamente lindo, pero siento que ahora las cosas no están tan mal.

-Sí- Respondió secamente mientras cogía algo del cajón que estaba ubicado al lado de la cama. -Voy a salir, pero puedes salir a conocer las canchas, o el lago, confío en que no cometerás ninguna imprudencia- Salió sin más de la habitación y me dejó sin decir nada más.

Al principio no estaba segura si salir del piso, pero no tenía nada más que hacer y además quería aprovechar que por primera vez el amo estaba dándome un poco de libertad.

Le pregunté al recepcionista por el lago que había mencionado J y él para mi suerte me dió un mapa para guiarme por todo el resort, se notaba que era de lujo. Resulta que el lago no quedaba tan lejos del edificio donde estaba así que llegue rápido, era muy hermoso, tenía chorros a propulsión instalados que le daban una imagen de majestuosidad.

Un chico de cabello castaño oscuro estaba sentado solitariamente al pie del agua, de espaldas a mí y con la cabeza agachada lanzando piedras.

-¿Puedo preguntar que te hizo el lago para que lo maltrates así?- Llamé su atención después de debatirme unos minutos y sentarme a su lado, pero a un metro de distancia. Ya era mucho para mí haberle hablado, no me creía capaz de también sentarme cerca.

El chico de unos impresionantes ojos verdes esmeralda se giró a verme y luego bajó de nuevo su cabeza mirando la piedra que estaba a punto de arrojar en su mano.

-Nada- Habló tan bajito que creí que su voz era producto de mi imaginación.

Un silencio incómodo se instaló entre los dos. El ambiente entre dos personas calladas siempre iba a ser incómodo porque ninguno de los dos sabría que decir. Al final él decidió romper el silencio.

-¿Eres nueva aquí?-

-Sí, ¿Tú?- Alcé la mirada para echarle un vistazo.

-No- Fue su simple respuesta. -Venía aquí antes por navidad con mi familia- Agregó con expresión triste.

-¿Y ahora? ¿Estás solo?- Por un momento se me pasó por la cabeza que era huérfano como yo y me entraron ganas de apoyarlo en lo que sea.

-No vine solo, pero hubiera preferido eso- Apretó la piedra que aún esperaba en su mano ser lanzada.

-¿Entonces?- Al ver que él no pretendía responder me acerqué unos pocos centímetros. -¿Qué ocurre? Sé que soy una desconocida pero, a veces es bueno poder hablar con alguien que no te conoce, para desahogarte sin que sepa lo suficiente como para juzgarte- Sus luminosos ojos se posaron en los míos un momento que pareció una eternidad y luego asintió.

-¿Podemos caminar?- Hice un gesto de acuerdo y nos levantamos. Él era mucho más alto que yo, pero al parecer tenía la misma manía de bajar la cabeza.

Caminamos en silencio, me sentía que no era yo misma al haber comenzado una conversación con un extraño, pero en ese momento me había parecido que él lo necesitaba. Seguimos por un camino indefinido hasta que la vista de un parque se hizo presente, vi en el fondo unos columpios y decidí sentarme en ellos hasta que el chico decidiera hablar.

-Puedes comenzar a hablar, o puedes decirme tu nombre, o como quieras- Me encogí de hombros cuando él se apoyó en el otro extremo del columpio. Él suspiró, pateó algo invisible y luego bufó.

-Connor- Alcé la mirada hacia sus ojos esmeralda. -Connor Carter, ¿Cómo te llamas tú?-

-Claire, ¿Cuántos años tienes?-

-Este sábado cumplo diecisiete, tienes cara de dieciocho- Me reí y de pronto sentí que el ambiente ya había adquirido más confianza.

-Tú también pareces mayor, tengo dieciséis, el catorce de noviembre los cumplí-

-Feliz cumpleaños con casi tres semanas de atraso entonces- Deslumbró por primera vez una sonrisa que hacía contagiar a cualquiera. -¿Cuántos años tú me ponías?- Preguntó de repente interesado.

-Diecinueve por lo menos- El negó divertido ante mi comentario y se sentó con naturalidad en el columpio contiguo al mío. Cuando me pareció apropiado volví a tomar la palabra. -¿Quieres contármelo ahora?- Él removió sus dedos incómodo pero se dispuso a hablar.

-Mi familia y yo vivíamos en Columbia, éramos una familia feliz, no perfecta pero feliz- Tomó aire. -Una mamá que experimentaba cocinándonos todas las noches, un padre que solía jugar al baseball conmigo y yo, que no había manera de quejarse de mis notas- Podía ver que sus ojos estaban vidriosos, reviviendo memorias invaluables. -Pero un día me enteré que se estaban divorciando, en un cerrar y abrir de ojos mi padre ganó mi custodia y de un momento a otro las manos de la que se hace llamar mi madrastra estaban puestas en el dinero de mi padre- El tono de frustración era inconfundible. -Desde que nos mudamos a New York no he visto a mi mamá, mis notas han bajado, mi padre perdió el interés de jugar baseball conmigo... o hacer cualquier cosa conmigo- Rió amargamente. -La mujer que tiene como novia le ha metido en la cabeza que soy un chico problema y para ponerle la cereza al pastel, me obligan a venir a fingir que es mi nueva familia al mismo lugar donde venía con mi verdadera familia-

En este punto de su revelación, el corazón se me había hecho un nudo. Me sentía mal por Connor, quería ayudarlo aunque no supiera como. Más que sea tocarle el hombro y hacerle saber que no estaba solo, pero no podía hacer eso, yo no era una persona confianzuda, pero aún así iba a escucharlo todo lo que él quisiera.

-¿Y tú con quien estás aquí, con tu familia?- Ahora una pizca de curiosidad se asomaba por sus ojos.

-Ehmm, no, yo soy huérfana- En seguida su mirada cambió a pena. No me gustaba que las personas sintieran pena por mí, las monjas nos habían enseñado que nadie debía sentir pena por nosotros y que más bien debíamos concentrarnos en no ser una carga para el mundo.

-¿Entonces con quién viniste?- Me removí incómoda por la pregunta, pero por suerte su aparato móvil me salvó de responder ya que tuvo que irse a toda prisa.

-Adiós Claire, nos vemos otro día- Asentí con una sonrisa cordial y lo ví marcharse.

En verdad me alegraba de haberme librado de dicha pregunta pero esperaba que no sea nada malo para el chico de los ojos esmeralda.

***

-¿Claire, estás aquí?-

-Sí amo- Corrí hacia donde provenía la voz.

-Oh, creí que estarías fuera- Se sentó en la pequeña mesa de la cocina y colocó una funda de cartón encima. -Me había olvidado de darte esto- Me acerqué a él y eché un vistazo a la funda roja.

-¿Qué es esto?- Saqué una especie de tabla que contenía varias hojas más grande de lo normal.

-Saca lo demás- Metí la mano hasta el fondo de la funda y saqué varias pinturas, pinceles y tizas con el logo de Mickey Mouse. -Me lo dio mi papá para que te lo entregue como regalo de cumpleaños, pero me había olvidado de dártelo- Me giré a verlo con una gran sonrisa en la cara, pero él solo desvió la mirada. -Son lienzos de borrador e incluyen un folleto con pasos para dibujar escenas de las películas de Disney más conocidas-

-Pero, recién le había dicho a usted que me gustaba Disney cuando me dijo que vendríamos acá- Traté de buscar su mirada, pero cuando finalmente me la devolvió era fría y cortante como siempre.

-Supongo que acertó-

Nos quedamos en silencio hasta que él lo cortó.

-Tenemos que ir a comer afuera, la chef de aquí tiene vacaciones así que por el momento no hay nadie que cocine, a menos que tú sepas hacer algo- Negué inmediatamente, nunca había intentado preparar nada, en el orfanato nos mantenían alejados de la cocina para que no robemos nada. -Entonces me cambio de camisa y salimos-

Cuando me dispuse a guardar todas mis nuevas cosas devuelta a su funda, un pincel se me cayó al piso y cuando lo recogí un papel doblado estaba atascado en una de las patas de la silla donde se sentó el amo. Lo agarré también y me erguí para revisarlo. Era u
na factura.

Una factura de un kit de pintura con tema Disney a nombre del amo.

Jayce Blydon

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¿El amo tuvo un gesto con Claire?

Okay dejaré que ustedes comenten al respecto.

Muchisimas gracias por todo su apoyo y en serio quiero decirles que todos y cada uno de sus comentarios me llegan al corazón y me empujan a seguir con esta obra.

No se ustedes pero Connor se me hace parecido a Claire en cierto modo, en su personalidad. Lo pondré a él en multimedia♡

domingo, 26 de julio de 2015

Capítulo 15

-¿No se suponía que llegaba dentro de más de una semana?- Me preguntó con una mueca en el rostro. Me encogí de hombros.

Lo mismo digo yo, se suponía que tendría más tiempo para prepararme para su llegada.

-De todas formas no nos incumbe, ven por favor- El jardinero volvió a llamar a mi amigo. -Y le aconsejo a usted señorita que vaya para adentro también a recibirlo- Asentí y me levanté para caminar con los pies descalzos hasta la puerta de vidrio de la sala.

No sabía que hacer. ¿Lo esperaba en la puerta? ¿Me hacía la que no sabía que había llegado?

Opté por esperarlo sentada en la sala con la televisión prendida. Cuando la puerta sonó me levanté de un salto para encontrarme con la imponente mirada que casi se me había olvidado a lo lejos. Sus depredadores ojos marrones al captar los míos deslumbraron una sonrisa un tanto inquietante que llegó a sus labios.

Temerosa me dirigí a su encuentro y él dejó que un par de mucamas se encargaran de su liviano equipaje.

-Por fin te veo de nuevo- Tragué saliva. -Necesito tu cuerpo ahora- Me sonrojé ante su notable imprudencia, no le importaba que otras personas lo escuchen. Agarró mi muñeca con fuerza y me arrastró hasta la primera habitación al pie de las escaleras.

Se notaba que la habitación estaba desocupada ya que lo único que había eran cajas. Agarró mis caderas con fuerza mientras sus desesperados labios apresaron los míos y me dirigió hasta subirme en una pila de cajas para ponerme a su altura. Se posicionó entre mis piernas y yo me sostuve de sus hombros al mismo tiempo que nuestras pelvis se rosaron.

-Tanto tiempo sin hacerte mía joder- Jadeé al sentir su nariz en mi cuello. -Tu olor me embriaga- Susurró para sí mismo. Levanté el cuello para darle más accesibilidad y él aprovechó para morderme la piel de la clavícula con suma lentitud, hacía que estuviera más sensible a su tacto, lento me hacía estremecer. -Espero que hayas descansado estas semanas, porque tengo ganas de tí- Alzó la cara a mi altura y mojó sus rojos labios mientras observaba los míos. -Y no bastará con una sola vez-

Su boca embistió a la mía sin si quiera dejarme tomar aire. Era tanta la fiereza del beso que aunque me sostuviera de sus hombros mi cuerpo se doblaba hacia atrás, sentí una gran mano sostener la parte posterior de mi cabeza para empujarme más cerca de la cara de mi amo, de sus carnosos labios... entreabrí los ojos para encontrarme con su ceño fruncido y los ojos cerrados con fuerza.

Cualquiera diría que estaba concentrado en ganar una pelea, por la expresión de su rostro y por como me atacaba.

Sin separarse de mí me quitó la blusa que cargaba con suma rapidez y me hizo recostarme ahora si por completo sobre la caja, tomó mi delicada mano con la suya que era fuerte y la guió hacia su cuerpo.

Con la yema de los dedos rocé los abdominales debajo de su camisa de botones. ¿Estaba más musculoso?

Su mano no me dejó estar por mucho ahí para mi decepción, sino que la encaminó más abajo, con la misma mano desabrochó su pantalón y rápidamente llevó mi mano a su miembro. Estaba más que duro, más que preparado para penetrarme.

-No me imaginaba que viniera con tantas ganas de... estar conmigo- Solté cuando me separé para mirar mejor donde estaba mi mano, con un calor instalándose en mis ya de por sí sonrojadas mejillas.

Él no dijo nada, solo me despojó de mis shorts mientras sus ojos no demostraban nada más que lujuria. Sus labios estaban hinchados y rojos carmín, ¿Así estaban los míos? Seguramente hasta más. Pero estaba completamente segura que esto no era nada más que una escena de pasión y lujuria desenfrenadas, en esto no había sentimientos de por medio.

Se deshizo de sus pantalones junto con sus boxers en cuestión de segundos.

-Ven- Ordenó mientras me quitaba mi sujetador y se dirigía a mis bragas. -Quítame esto y tíralo al suelo- Me explicó desabrochándose los dos primeros botones de la camisa de golpe. Obedecí y le saqué la prenda con mucha vergüenza, me sentía atrevida haciendo eso a pesar de que él me lo haya ordenado. Una vez ambos teníamos el torso descubierto, me jaló por la cintura para pegarme a su cuerpo, abrió mis muslos posicionando su cuerpo en medio. -Espero que no estés floja hoy, porque te lo haré duro-

Unas pocas semanas de no haber estado con el amo y ya se me había olvidado como se sentía que me penetrara. Mi zona sensible se contrajo al recibirlo, al principio quería pedirle que vaya más despacio, que me dé tiempo para adaptarme a su tamaño, pero no podía pedirle tal cosa.

-¡Ah!- Me quejé cuando sentí su pene llenarme demasiado profundo. -Por favor- Supliqué sin poder terminar la frase.

-¿Por favor, qué? No voy a parar Claire, te aguantas- Asentí sin nada más que opinar. Agarró mis caderas y se impulsó más adentro, casi haciéndome caer, mis uñas se apretaron contra su espalda. -¿Por qué tienes que ser tan jodidamente caliente cuando agachas la cabeza?-

Seguía sosteniéndome de las caderas, empujándome a recibirlo con fuerza cuando se acercaba, provocando un sonoro impacto de nuestros cuerpos. Probablemente cuando esto termine mi zona quedará enrojecida por completo.

-Esto- Pegué un saltito cuando palmeó mi feminidad. -Es la entrada a mi placer- El vaivén de sus caderas era cada vez más rudo, más veloz y profundo. -Te puedes correr- Mi cuerpo se dejó vencer nada más escuchar estas palabras. Sentía que ya no podía sostener mi peso pero J no dejaba de darse placer con mi cuerpo, así que como es obvio tenía que esperar hasta que él así lo decida. -Oh- Apretó mis glúteos con excitación para luego cerrar mis muslos encerrando a su miembro, provocando que lo pueda sentir aún más. -Joder- Llevó mis rodillas al pecho para tener a mi cavidad abierta a su antojo, yo aún me sentía desfallecida, de hecho sentía que era mucho para mí estas sensaciones, que mi cuerpo había recibido ya suficiente, pero obviamente mi deber era satisfacer al amo hasta que esté saciado.

Cada vez sentía como mi vagina apretaba su miembro hinchado y luego lo soltaba provocando espasmos desesperantes y ciertamente incontrolables.

-¡Agh!- Grité cuando él me embistió por última vez. Su pecho estaba agitado y todavía sostenía mi pelvis contra la suya.

-Vamos a irnos de viaje los dos- Finalmente recuperó el aliento. ¿Ah? -Nos iremos a Orlando por Navidad, es con todos mis socios- Se encogió de hombros restándole importancia mientras salía de mí y me tomaba de la cintura para pararme.

-¿Iremos a Disney?- Él frunció el ceño.

-Dije que vamos a Orlando, no precisamente a sus parques-

-Ah- Mis hombros se hundieron claramente decepcionada. -Siempre he querido ir, era mi sueño desde pequeña- El amo me miró por unos instantes, no dijo nada por un tiempo y luego sacudió la cabeza para cambiar de tema.

-Ven- Me tomó de la mano para luego reír de una manera jovial y sexy. -Necesito otra ronda menos salvaje-

-Vino con ganas- Las palabras salieron de mi boca con natural complicidad.

-Estrenaremos tu habitación- Salimos por el pasillo que estaba vacío completamente desnudos. -Todavía tengo ganas de tí-

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¿Se asustaron por la llegada de J? Neee ¿Un poquito? Déjenmelo saber en sus comments ;)

No sé por qué pero disfruté escribiendo este capi y me emocionó la faceta salvaje calenturienta de J♡ ¿Y a ustedes?


Escribanme cuando quieran, no a la timidez ;)


--------> ¿Otro capi?

miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 14

-William ya terminé, déjame ir a comer por favor- Supliqué al guardián de piel oscura juntando mis manos al frente.

-Sabe las reglas, primero a bañarse- No se inmutó ni un centímetro, con los brazos sobre el pecho.

-Pero después de tanto ejercicio me muero de hambre. ¿Quién puso esa regla de bañarse después de matarme en el mini-gimnasio? Es muy cruel- Me quejé como niña pequeña, nunca en mi vida lo había hecho antes, pero si supieran todos los ejercicios nazis que me hacía hacer este hombre seguramente me apoyarían a tirarme al suelo a patalear. -¿Fue J, él fue el que impuso esa vil orden?-

-Deja de hablar como si fuera el holocausto- Alcé la cabeza al oír la voz del único amigo que había tenido.

-¡Regresaste!- Fui a recibir a Jev quien estaba recargado contra el marco de la puerta del mini-gimnasio de la casa.

-Noooo, en realidad solo estoy aquí por invocación semipresencial- Hice una mueca sin entender el chiste, él rodó los ojos y abrió los brazos esperando mi abrazo. -Claro que estoy aquí, chica fresita- Me dirigí hacia sus brazos con la confianza que había desarrollado en las dos primeras semanas que se fue el amo. El rubio y yo charlábamos mientras él hacía la comida, me ayudó a llevar a refugios pastel que sobró de mi cumpleaños ya que yo no tenía permitido salir de la casa, salíamos de vez en cuando al jardín y me enseñaba los bosquejos que pintaba, cosa que a mí me encantaba y gradualmente empecé a darle crítica constructiva. -Espera espera espera- Me detuvo con una mano. -Estás toda sudada, esta chaqueta es nueva- Esta vez fui yo quien giró los ojos para ocultar la vergüenza, seguramente olía mal. El chef cambió su expresión por una sonrisa y me jaló del hombro. -Ven acá- Y antes de que diga nada me encerró en un cálido abrazo.

-Tiene que ir a bañarse- Recordó William que aún estaba parado en la misma posición y con mirada sin emoción alguna.

Ugh.

-Ve, desmugreate en lo que yo te preparo algo rico- Me dijo Jev aún con la sonrisa en los labios y con un brazo encima de mis hombros. Asentí.

-Tiene que ser lo que está en su plan nutricional- Casi pude oír a mi amigo gruñir.

-Seguro- Dijo con amargura.

Una vez estuve en el baño de mi habitación decidí darme una ducha en lugar de meterme en la tina. Abrí la llave de agua caliente y dejé que las gotas masajearan mi espalda.

Oh. Se sentía tan bien.

Me quedé bajo la regadera un rato, pensando en mucho y a la vez tratando de pensar en nada.

No había hablado con el señor Blydon desde que me contó lo de Meredith en el jardín, y eso me había inquietado un poco ya que yo necesitaba más respuestas y él era el único con quien contaba para obtener dichas respuestas, puesto que dudaba mucho que el amo quisiera contarme de la chica que se enamoró y lo engaño -posiblemente- con su propio padre. Si era así no quería ni imaginarme como se habrá sentido J y tampoco creía poder hacerlo puesto que yo no tenía padres. Sacudí el cabello que caía por mi espalda, todo eso era mucho en que pensar. Por ahora me sentía contenta de que el rubio haya venido, lo había extrañado más de lo que admitiría en voz alta.

Fácil se me había hecho cogerle cariño y por alguna razón me daba más confianza que cualquier otra persona, nunca antes había tenido un amigo y después de que Twigall intentara besarme una vez en el orfanato y yo lo empujara por instinto se había encargado de hacer de mí una marginada total, diciendo desde que yo tenía piojos (cosa que no era verdad) hasta que yo estaba bajo efecto fantasma por el consumo de drogas.

Cuando salí de la ducha me envolví en una toalla y salí del baño para buscar ropa, pasé por la mesita de noche donde reposaba mi retrato y sonreí, yo sabía que Jev sería un famoso artista algún día.

Bajé las escaleras y me dirigí al comedor.

-Por fin bajas chica fresita-

-¿Sabes que la chica fresita tiene un amigo rubio, no?- Hizo una mueca.

-No me digas que me quieres comparar con ese- Alzó una ceja haciéndose el ofendido. -Por lo menos dime que soy Goku o no se...-

-¿Quieres ser LaLa de los telettuvies?- Solté una carcajada y él hizo una expresión graciosa.

-Prefiero ser el amigo de la chica fresita- Negó consternado. -Mejor siéntate a comer pelirroja-

-Está bien rubio- Solté una risita y observé el plato que tenía en frente.

-Arroz con nueces, milanesa y ensalada de verduras, creo que morirías de desnutrición con ese plan nutricional- Me reí y él me miró con complicidad. -Termínatelo antes de que aparezca La Roca- No esperé a que me dijera nada más y me atraganté de comida.

***

-¿Entonces, qué tal te fue en la exposición?- Pregunté con la cara alzada para recibir los rayos del sol al pie de la piscina. Jev y yo nos encontrábamos sentados con los pies hundidos en el agua turquesa.

-Estuvo bien, la galería era bastante surtida, cada artista tenía su toque especial-

-Pero...- Se notaba que se estaba guardando algo.

-Nada- Alzó la cara apoyándose sobre sus codos. Unas cuantas pecas se le iluminaron con el sol.

-Puedes decírmelo- Bajé la mirada, no quería entrometerme en sus asuntos, pero algo me decía que como amiga debía tratar de escucharlo, se lo debía por todas las veces que me había ayudado.

-Es solo que...- Tomó aire. Se podía distinguir que le resultaba algo difícil hablar del tema. -Cuesta muchísimo alquilar espacio en una galería para exponer tus cuadros ¿Sabes? A veces pienso que no debí haber entrado a la facultad de Bellas Artes- Siguió con la vista perdida, no quería devolverme la mirada y lo entendía.

-¿Y a cuál hubieras tenido que entrar, entonces?- No esperé respuesta. -No hay ninguna otra carrera en la que hubieras tenido que estar- Me incorporé y alcé mis manos temblorosas. Tomé aire y con mucho cuidado posé mis manos en sus mejillas. -Yo estoy segura de tu talento y tú tienes que estar seguro también. ¿De qué sirve entrar en una carrera que tiene más ingreso financiero si nunca le pondrás el empeño que le pones a lo que en verdad amas hacer?- Sus intensos ojos me observaban con un brillo especial. -El alquiler de la galería lo pagarás con lo que las personas te den por tus obras, créeme que harán fila por comprarte semejantes... ah no sé ni siquiera como expresar lo que creas Jev, es simplemente maravilloso-

El rubio me miró intensamente y después de unos segundos apareció una sonrisa en sus labios que le achinaban los ojos.

-Lo siento-

-¿Por qué?- Pregunté confundida.

-Por haber pensado en tirarte a la piscina-

-No, por favor no lo hagas- Aparté mis manos de su cara y me alejé un poco.

-¿Qué harías? ¿Te defenderías, o te quedarías callada como la Claire sumisa que quiere el jefe que seas?- Enarcó una ceja. No respondí y él suspiró.

Miré el agua con expresión ausente, por lo que no me había dado cuenta de la presencia del jardinero.

-Jev, ándate- Prácticamente lo agarró de la camiseta y lo levantó con prisa. -Rápido-

-¿Qué? ¿Pero qué pasó?- Replicó el rubio con el ceño fruncido y poniendo su atención en el hombre mayor.

-Ha regresado el señor Blydon- Los ojos de mi amigo se abrieron y luego se dirigieron hacia mí.

Oh.

A ver lo que me espera.

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Personalmente me alegra que Claire por fin tenga un amigo.

La foto de multimedia es la prueba de que ustedes son los mejores y que aún podemos más acá en blog♡

jueves, 2 de julio de 2015

Capítulo 13

-¿Eres muy curiosa para ser tan callada, no?- Sonrió, con la mirada aún en su plato.

-Solo quiero saber sus razones, igual no lo desobedecería o me fuera contra sus reglas- Bajé la mirada, nerviosa. -Solo pretendo conocer con quien estoy viviendo-

-Parece que en ese convento te han enseñado bien como ser sumisa- Arrugó su frente. -Te enseñaron a querer ser sumisa que es lo que más me preocupa- No respondí nada, mantuve mi vista agachada y esperé a que el papá de mi amo prosiguiera, pero no lo hizo debido a que el rubio entró al comedor con un pastel en los brazos. No se parecía en nada a los pasteles con los que les cantábamos el feliz cumpleaños a las monjas del orfanato, este era mucho más bonito y se veía más apetitoso. Claro que en el orfanato la torta no era repartida a los huérfanos, solo la veíamos cuando les cantábamos a las monjas con sonrisas falsas, para luego verlas como se la repartían entre ellas. Siempre me pareció cruel esto, que nos muestren un manjar tan rico, que nos hagan desear degustar un poquito de dichoso bizcocho para luego metérselo a su boca ante nuestros ojos.

Jev caminó hasta donde yo estaba con el pastel que tenía las velas encendidas y lo colocó en frente mío sobre la mesa después de deslizar hacia un lado los canelones casi terminados. Unas cuantas chicas de limpieza lo seguían aplaudiendo y el hombre de barba blanca que reconocía como el jardinero de la casa sonriendo me colocó una delicada flor amarilla detrás de la oreja respetuosamente. 

No sabía que se suponía que debía hacer, no sabía si debería cantar con ellos o no. 

Opté por sonreír sinceramente y soplar las velas cuando terminaron. El rubio aplaudió y me abrazó en un arranque de alegría. Hice lo que hubiera hecho con cualquier otro hombre: me quedé estática. Al cabo de segundos se dio cuenta de mi incomodidad y se separó rápido.

-Pide un deseo- 

-Hmm-

-Cierra los ojos- Me regañó con una sonrisa divertida el chef. Hice lo que me dijo y me concentré en pensar algo que pedir.

Al final me frustré internamente debido a que por más que me esforcé en ese momento no se me ocurrió absolutamente nada, así que fingí haberlo hecho y soplé las velitas plateadas.

-¡¡Eeeehhh!! Felicidades- Dijeron en coro.

-Feliz cumpleaños señorita, espero que le haya gustado el pastel, Jev lo hizo con sus propias manos muy temprano en la mañana- Comentó una de las mucamas soltando una risita cómplice dándole un codazo en las costillas al susodicho. Este frunció el ceño y bajó su mirada hacia sus zapatos mientras otra de las chicas de limpieza alzaba sus cejas como si algo le molestara y discretamente la vi desaparecer, creo que fui la única que se dio cuenta.

-¿De verdad?- Pregunté enternecida. -¿Has hecho eso por mí?- El asintió sin levantar la vista. -Gracias, este ha sido el mejor cumpleaños de todos-

-No fue nada, solo quería que sepas lo que es un verdadero cumpleaños. Y aunque no fue mucho- Abrió los brazos al aire, abarcando todo el comedor. -Espero que te haya gustado-

-Oh y él fue quien nos reunió a todos para que te viniéramos a cantar- Agregó otra mucama de cabello marrón chocolate.

-Pareces un gran amigo... ¿Cuál es tu nombre muchacho?- Comenzó el hombre mayor.

-Jev Lawrence- Respondió educadamente el chef.

-Eres muy amable con Claire, Jev- Finalizó con aparente indiferencia.

-Sí, eh es solo que me contó que nunca había recibido nada por cumpleaños y le aseguro que lo hice por pura cortesía, no ha de ser fácil para la señorita adaptarse a... la casa-

-Bueno, esperemos que a mi hijo no le moleste tu cortesía- ¿Fue idea mía o el señor River le estaba advirtiendo al rubio?

-No se preocupe, no irá a más de eso- Respondió Jev con la mirada fría. River solo asintió y luego se dirigió a mí.

-Claire, ¿Te parece si coges tu pedazo de pastel y vamos un rato a caminar por el jardín?- Negué con la cabeza y tomé un plato mientras el chef me servía una porción generosa de torta de chocolate con manjar, nueces y duraznos. -Me imagino que no tienes permitido salir fuera de la casa-

-No-

-Bien, entonces no te vamos a meter en problemas por gusto- Esto último lo dijo mirando al que para mi sorpresa lo llamé para mis adentros 'amigo'. Jev no me devolvió la mirada, pero por otro lado el jardinero arrugó la frente y frunció los labios.

Después de más o menos caminar veinte minutos (el jardín era bastante amplio y aún no lo recorríamos todo) el hombre de cabello plateado decidió romper el silencio.

-Debes saber que creo que no soy el más indicado para contarte estas cosas, esto debería decírtelo él cuando lo vea conveniente- Bajé mi mirada hacia mis sandalias, si le preguntara al amo no quería ni pensar como reaccionaría. -Pero como sé que él no te contará por sí solo te adelantaré un par de cosas-

-Gracias- Susurré con la cabeza baja. El hombre solo tomó aire para comenzar a relatar.

-Él era muy inteligente desde pequeño, su madre nos dejó cuando tenía ocho años, a los diez el colegio comprendió que su mente era mucho más audaz y capacitada que el resto así que lo pasaron un par de cursos- Agarró una bocanada de aire y pasó su lengua por sus labios. -Ahí fue donde conoció a Meredith-

-¿Quién es Meredith?- Pregunté para incitarlo a seguir.

-Fue por así decirlo el primer amor de...- Pareció que estaba a punto de decir el nombre del amo J, pero se contuvo a tiempo. -Mi hijo y pues la chica era tres años mayor que él así que ella tenía trece cuando la conoció- Sonrió con amargura. -Ambos unos chiquillos. Ellos dos se hicieron muy buenos amigos, aunque claro él siempre supo que quería más que una amistad. Él siempre le ayudaba con sus tareas, la escuchaba y la consolaba si era necesario- Me miró atentamente. -Era atento en su cumpleaños, le preparaba sorpresas y la hacía sentir especial-

No sabía si sentía celos hacia la chica desconocida, yo aún ni nacía cuando sucedió todo esto, pero de todas maneras me molesta un poco que el amo haya tratado tan bien a alguien y que conmigo no sea así.

-¿Y usted cómo sabe toda la historia?-

-Porque antes teníamos una buena relación- Suspiró con pesar. -Antes me contaba todo y esta chica no iba a ser la excepción-

-¿Y qué ocurrió?- Pregunté luego de un tiempo sin hablar.

-Después de un año de relación me la llevó a presentar a la casa cuando él tenía trece y Meredith dieciséis recién cumplidos-

-Se los ha de haber visto graciosos juntos- 

-No, en realidad no- Bajó la cabeza jugando con sus semi-arrugadas manos. -Mi hijo siempre ha parecido mayor, tal vez es su mirada inteligente, pero ella en cambio ayudaba siendo más bajita y tenía una sonrisa dulce- Suspiró para si mismo. -Toda una belleza, podía hacer pecar a cualquiera-

-¿Engaño al amo J?- Dije adivinando la parte de la historia que seguía.

-Ella era una chiquilla que cometía estupideces debido a su inmadurez, la culpa fue del hombre que no supo respetar una relación de niños-

-¿Se parecía a mí?-

-Sí y no- Ladeé la cabeza sin entender. -Físicamente eres su gemela... pero su actitud era diferente. Tu eres muy sumisa Claire, ella en cambio era muy exigente, manipuladora e impulsiva-

-La llegó a conocer bastante- Dije sin pensarlo. El hombre mayor me miró a los ojos y bajó la vista avergonzado. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y mi corazón dejó de latir por la impresión. -¿Usted fue el hombre que la sedujo?-

-Señorita Himmelriech la llama el señor- Anunció una mucama tendiéndome el teléfono. Lo tomé y me lo llevé a la oreja.

-¿Escuché bien tu apellido?- La voz del hombre canoso se escuchó por encima del ruido del teléfono. En lugar de hacerle caso me dispuse a atender la llamada.

-¿Amo?-

-¿Puedes decirme que mierda haces con mi padre?- Inquirió irritado.

-Ha venido a buscarlo y se ha quedado un rato a desearme feliz cumpleaños- Mentí con el corazón en la boca.

-¿Su apellido es Himmelriech?- Escuché susurrar al señor hacia la mucama con la vista en mí.

-Sí señor Blydon, creo que proviene del alemán- Confirmó la chica bajita de ojos marrones con una sonrisa simpática.

-No me gusta que te acerques a ese anciano, si me entero que conversas más de lo debido con él te prometo que terminarás encerrada para siempre en la habitación que conociste el primer día- Tragué saliva.

-Entendido- El hombre mayor me observó boquiabierto y abandonó el jardín sin decir más.

-Llamaba para decirte que espero que aproveches el tiempo que me encuentro aquí para ponerte en forma, usa el gimnasio que los guardias te mostrarán, no quiero que seas una glotona y te des la buena vida mientras yo estoy acá trabajando para ser tu cajero automático- Ugh eso sonaba como si fuera muy interesada. -Así que aléjate de la cocina, y no lo digo solo por la comida- Terminó la llamada y yo me quedé anonadada.

¿Lo decía por Jev?

Sacudí la cabeza, hoy había recibido mucha información importante como para ponerme a analizar las advertencias ocultas de mi amo. Lo que me rondaba en la cabeza ahora era que había una gran posibilidad de que J fuera como es debido a que su primer y único amor lo engañó, pero no cualquier engaño, nada más y nada menos que con su propio padre.

Ese es el caso en que prefiero ser huérfana.

-Disculpe señorita- Llamó un guardia a unos cuantos metros mío. Me volví en mi puesto ocupando mi atención en él. -Es hora de que entre a casa, no puede quedarse tanto fuera- Asentí y caminé por delante de su imponente figura.

Al parecer tenía más libertad en el orfanato.

-No llamaría a esto casa- Pensé en voz alta.

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Espero de todo corazón que les guste saber más de J y les aseguro que les falta por saber más.
:) :) :) ;) :)