viernes, 29 de mayo de 2015

Capítulo 10

Tragué saliva cuando mi cabeza llegó a la altura de su miembro. Nunca me imaginé haciendo esto, pero ahora me encontraba con mi cara a pocos centímetros de la última tela que lo cubría de su total desnudez.

Escuché un suspiro por parte de mi comprador. -Arrodíllate, así puedes hacerlo mejor- Hice lo que me ordenó, sin poner pretexto alguno, solo lo hice sumida en mis nervios. -¿Qué esperas? Ven a buscarme- Exigió impaciente.

Entreabrí la boca, indecisa y con la piel de la nuca erizada. Acorté más la distancia entre la prenda y mi boca, tan cerca de su pene como lo había estado nunca. ¿Cómo se supone que se lo quite con los dientes? ¿Lo jalo desde abajo? ¿Muerdo la tela de los muslos y la jalo?

Al final opté por posar mis dientes en el elástico superior de los boxers y bajarlo lentamente, cuidando de no hacerlo mal. Observé hacia arriba encontrándome con unos excitados ojos brillantes que calculaban cada movimiento mío. Seguí bajando la prenda hasta que hubo un momento en que sin querer tropecé con dos bolsas calientes, pude ver como el amo alzaba su cabeza, cerrando los ojos y apreciando mi tacto sobre sus testículos.

Una vez logré llevar los boxers al suelo, no sabía que se suponía que tenía que hacer, ¿Debería ya pararme y acostarme de regreso en la cama? Pero no tuve que meditarlo mucho, puesto que dos grandes manos se posaron en los lados de mi cabeza, sosteniéndome y atrayéndome hacia sí.

-Mastúrbame- Ordenó una grave voz. Me quedé helada en mi puesto debido a lo que me estaba pidiendo. Él bufó con poca paciencia. -Abre la boca- Hice lo que me pidió e inmediatamente sentí como llenaba mi boca con tal miembro duro como todos los músculos de su cuerpo, pero a la vez resbaladizo por la excitación mezclada con mi saliva. Su longitud obviamente no cabía en mi boca por lo que casi se quedó atascado en mi garganta. -Oh sí, de esto estaba hablando- Sus ojos se cerraban hacia el techo, como agradeciéndole a un ser superior el placer que seguramente le inundaba. -No te quedes ahí, mueve tu lengua- Quería responderle que no podía, que llenaba tanto mi cavidad bucal que dudaba que ni el aire pudiera pasar, pero como era de esperarse estaba indispuesta hasta para hablar. -Oh, definitivamente voy a tener que enseñarte como se mama a un hombre- Se paró en seco antes de rectificar. -Como me tienes que mamar a mí. Si me chupas la punta tendré más placer porque es donde se localizan la mayoría de nervios. ¡¿A qué esperas?! ¡Hazlo!- Deslicé mi agarre hacia solo la punta del pene y en pleno acto J colocó una mano sobre mis cabellos, tiró un poco de ellos mientras gruñía. -Así oh- Después de varios minutos chupando, mamando, absorbiendo y mordiendo el gigante miembro de mi amo (según como el me indicaba), sentí como comenzaba a convulsionar y pude deducir que estaba por venirse en mi boca. -Oh no, no Claire, me corro dentro de tu vagina, solo por esta vez no en tu exquisita boca- Me encogí, me estaba advirtiendo que seguramente en otra ocasión no me salvaba.

Se agachó hasta mi altura y pasó sus brazos por debajo de mis muslos, cargándome así encima de su hombro izquierdo brevemente para luego lanzarme a la cama. Caí sobre mi derrière y mis senos dieron un pequeño bote por el impacto, pero el amo no se dio cuenta puesto que estaba buscando algo en su mesa de noche negra. Alcé la vista un poco para fijarme en el compartimiento abierto... lleno de condones, de todos los colores y tipos. Este hombre estaba mejor abastecido que una farmacia y no sabía si me incomodaba tanto el hecho de que tal vez pensara usarlos todos conmigo o que en realidad estaban destinados para varias mujeres más.

-Voy a ser condescendiente contigo y me pondré el de espirales, para que el placer te sea más intenso y de verdad te corras como te prometí-

-Está bien- Apenas pude articular.

-Abre las piernas- La piel de la nuca se me puso de gallina gracias al escalofrío que recorrió mi cuerpo, pero no era de miedo, más bien era de anticipación mezclado con nerviosismo.

Me penetró despacio, centímetro a centímetro de su longitud asaltó con gran presión mi feminidad. Por primera vez no sentí dolor ante su invasión... bueno casi nada, ya que a cualquiera le dolería el tamaño de mi comprador, pero este dolor no era insoportable, era más bien placentero.

Los besos que impresos dejaba en mi cuello me hacían perder cada vez más mi cordura que desvanecía en forma de gemidos. No estaba siendo duro como las otras veces, pero tampoco delicado, pero ¿Qué se podía esperar del amo? Así era él.

-No sabes cómo tus gemidos me ponen- Susurró muy cerca de mi oído, para luego bajar su boca hasta mi cuello de nuevo. -Me dan ganas de darte duro-

-No sabía que esto podía ser así-

-¿Así como?- Susurró subiendo a mis labios.

-Tan... no sé cómo explicarlo, pero se siente bien- Su sonrisa lobuna no pasó desapercibida encima de mis labios hinchados por sus besos.

No respondió, se limitó a seguir serpenteando por mi cuerpo. Expandiendo mis paredes para hacerle paso a su inmenso miembro. Sin previo aviso bajó su mano hasta mi clítoris, acariciando ese botón prohibido que él muy bien conocía, era como un detonador, si lo aplastaba y manipulaba de cierta forma iba a hacerme explotar. Y así fue.

Caí en el más delicioso de los orgasmos. Se sentía como si hubiera estado reteniendo algo que crecía dentro de mí, alimentándose del placer que este imponente hombre me daba. El amo parecía inmune a tales orgasmos, aunque para mí eran la siesta del alma y la vida del cuerpo.

Aún estando aturdida por mis sensaciones encontradas, J me sostuvo de las dos piernas que flaqueaban abiertas a cada lado de sus caderas, permitiendo así el acceso de su pene a mi entrada. Al principio no era consciente de sus actos, solo quería tomar un descanso después de lo vivido en la cama, pero pronto descubrí que lo que tenía planeado este hombre era mucho mejor que dejarme desfallecer en cualquier lado.

-Ah ouch- Solté cuando salió de mí para poder sentarse en el piso de la tina y colocarme en el hueco de sus piernas estiradas luego de abrir el grifo para dejar correr el agua caliente.

-Delicioso- Ronroneó para si mismo. -No hay nada mejor que un baño de agua caliente después de follar- Tanteé el agua del piso para apreciar que efectivamente era muy relajante su temperatura.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando sentí que el amo masajeaba circularmente mis pechos con jabón en sus manos. Me estaba aseando y de alguna manera se sentía la cosa más erótica del mundo. Como vuelva a hacernos tener otra sesión de sexo iba a terminar muerta.

Se estiró para alcanzar otra vez el frasco de jabón líquido con aroma a vainilla, se abasteció con una buena cantidad sobre las manos para luego masajearme el abdomen también en círculos, primero usando sus grandes palmas, luego los nudillos. Oh, esto se siente demasiado bien.

Poco a poco fue descendiendo hasta mi entrepierna, frotándome de una manera muy

íntima, no duró mucho puesto que se dirigió a mis muslos, cogiendo más jabón para asearme... o torturarme.

Cuando me hubo enjabonado toda, me recostó sobre su pecho de espaldas, haciendo que recargue mi cabeza en su hombro mientras movía su dedo corazón doblado en mi feminidad en forma de círculos y con su otra mano amasaba mi pecho izquierdo.

Quería que mi cuerpo y mente se pongan de acuerdo. Estaba empezando a pensar que se estaban burlando de mí ya que por un lado quería dormir como oso invernando, pero el otro lado me mantenía despierta, al tanto de cada movimiento de mi dueño. Una parte de mi quería que siguiera como si la vida se le fuera en ello, pero la otra me gritaba que me tranquilizara, que parecía una desesperada.

No pude aguantar más y colapsé.

Me dejé desfallecer en los brazos del ángel despiadado.

-Tercer orgasmo- Afirmó con aire de suficiencia. -Te dije que tendrías tres orgasmos seguidos antes de tu cumpleaños, espero que los hayas aprovechado porque esta será la única vez que sea condescendiente contigo-

Fue lo último que le escuché susurrar antes de que mi mente se desconectara de mi cuerpo.

Que tal todo? Les gusto? Yo se que muchas de ustedes ya saben lo que sigue pero siempre es bueno vivirlo de nuevo cuando hay placer ;)

COMEEEEENTEN POR AMOR A BUDAAAAA

Capi dedicado a: Jessica Gatti <3

miércoles, 27 de mayo de 2015

Capítulo 9

Me quitaba el aire y aun así el beso era perfecto. Mi aliento se mezclaba con el suyo, caliente y escaso. Me recordaba a esas películas en que los protagonistas se están ahogando en el espacio o en el mar y los dos compartían el poco oxígeno que les quedaba. Así éramos nosotros, solo que no era necesario que lo hiciéramos, podíamos separarnos y así regular nuestra respiración, pero ninguno de los dos quería. Ninguno de los dos quería detener el beso. J me agarró de los hombros para levantarme del suelo, pero en ningún momento separamos nuestros labios. Estábamos justo debajo de la regadera, entreabrí los ojos para ver como rebeldes mechones le caían empapados sobre la frente, me gustaba el aspecto que le daban, desaliñado, misterioso y desesperado. Volví a cerrar los ojos para concentrarme en mover mi lengua a su compás mientras sus manos seguían sosteniéndome de los hombros para que no me cayera por la fuerza del beso. El amo trasladó sus brazos hasta mi espalda, apretándome contra su erección, en ese momento tuve que separarme para coger aire porque todo se me fue cuando sentí ese enorme miembro rozarme. No es que no lo hubiera hecho antes, pero me seguía intimidando.

-Ven- Dijo agitado, desamarrando el nudo de la llave con agilidad, pero manteniendo el amarre en mis muñecas para así jalarme y no tuviera más opción que seguirlo si no quería lastimarme con las ataduras. Estaba tan agitada por el beso que no dije nada cuando salimos del cuarto de baño, yo con mi brazier totalmente empapado y el amo con la ropa suficientemente mojada como para que se le ciña al cuerpo. Su cuerpo era muy diferente al de los chicos de mi orfanato, no había punto de comparación, ahora que lo veía con atención, incluso me daban pena los chicos flacos, larguiruchos pero sin un gramo de músculo de mi antigua vivienda. Todos pálidos y con cara aún de niños. En cambio el amo J, era robusto, bronceado, alto e imponente, su cabello negro generalmente peinado hacia atrás jugaba por su frente esta vez gracias al agua, sus espesas cejas te daban a entender que él era mucho más audaz que tú, su larga pero recta nariz le daba un aire aristocrático, sus labios que en este momento estaban decorados por brillantes gotas de agua le daban aspecto seductor, la barba incipiente con afeite de como hace un día lo identificaba claramente como hombre adulto, y aunque no la tuviera seguro sus rasgos erradicarían cualquier cosa de niño que pudiera tener. Simplemente parecía la encarnación de una de esas estatuas de ángeles guerreros, solo que sin espada... y aura más bien despiadada.

No me hubiera dado cuenta que me había tirado a la cama si no hubiera sido por el peso de su cuerpo que vino después. Colocó mis manos a cada lado de mi cabeza y las sostuvo así, mientras besaba con fervor mi cuello, definitivamente ese era mi punto sensible, sentir su tacto ahí me provocaba cosquillas, pero en otro lado... entre mis piernas. Siguió su camino de besos hasta mis pechos, al verse obstaculizado por el sujetador llevó su mano experta hacia mi espalda y lo desabrochó más rápido de lo que lo hubiera hecho yo. Con la misma desesperación se apoderó de mis pezones, lamiéndolos y frotándolos con los dedos.

-Así me gusta, completamente desnuda ante mí-

-A su merced- Jadeé.

-Como tiene que ser-

Siguió chupando mis pechos, pero de una manera lenta, provocándome. No podía entender como este hombre podía ser tan cruel y tan complaciente cuando quería. No es que haya dejado de ser rudo, porque dudo que eso se le quite, pero sí estaba siendo menos brusco y estaba buscando también que yo disfrute, y lo estaba consiguiendo.

Paró un rato el beso para desprenderse de su camisa, pero al momento me volvió a besar el cuello,
solo que permitiéndome sentir su firmen abdomen sobre el mío. Piel contra piel. Su cuerpo estaba caliente, en llamas debido a la excitación, por poco y las gotas que aún adornaban su piel se ebullían gracias a su temperatura. Quería tocarlo, pero él sostenía mis manos a cada lado de mi cabeza otra vez.

-Has sido mi mejor inversión, joder nunca me saciaré de tu cuerpo- Un escalofrío recorrió mi nuca. -Es idéntico al de ella solo que con pechos más grandes-

-¿El de quién?-

-El de nadie- Su rostro descompuso sus facciones duras.

-¿Debería hablar de otra mujer cuando estamos en esta situación?- Pregunté un poco incómoda. Él sonrió de una manera pícara.

-¿Qué situación?- Me sonrojé al instante, él sabía cuál era la situación, me daba vergüenza decir la respuesta a su imprudente pregunta, pero claro esa era su intención.

-Ya sabe... esta situación- Hice un gesto señalando su cuerpo y el mío. El amo pretendió hacerse el desentendido y yo me sonrojé más.

-¿Esta situación en que te poseo? O más bien en la que estoy a punto de poseerte. Porque ya sabes Claire, que no te me escapas, incluso si te niegas me perteneces. Sé que no se te ha hecho muy difícil entenderlo, pero ya sabes que puedo hacer lo que quiera con tu cuerpo-

Asentí, a pesar de que eso provocó que mis pechos sobresalieran más por la posición boca arriba que estaba. -Lo sé-

-¿Y qué pasará si no quieres?- Preguntó, clavando su penetrante mirada en mis ojos.

-Me castigará- Respondí rápidamente.

-No, la respuesta es que no importa que no quieras, no me importa tu opinión. No tienes permitido rechistar, está completamente correcto cuando agachas la cabeza y sigues mis órdenes, eso es todo lo que tienes que hacer- Bajé la mirada y no contesté nada. -Muy bien- Se levantó de la cama y se desabrochó el pantalón mientras hablaba, se lo bajó quedando en boxers. -Ahora quiero que te levantes- Lo miré extrañada, no entendía que quería. -Levántate de la cama- Hice lo que me pidió frunciendo el ceño ¿Para qué quería que me parara? -Bien, ahora me vas a terminar de desnudar tú-

-¿Que le saque los boxers yo?- Estaba escandalizada, ¡Por qué me tenía que pedir eso! Él asintió con una mirada impasible.

-Con los dientes- ¿Qué? Estaba segura que mis mejillas estaban totalmente rojas y que mis ojos se habían abierto como platos.

-Pe, pe, pero-

-No quiero saber qué opinas, te estoy ordenando que lo hagas- Dijo secamente. Lo miré directo a los ojos por unos segundos, esperando que diera su brazo a torcer, pero siguió parado con los brazos cruzados, imponente e inflexible. Bajé mi cabeza y asentí.

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Comenten si jugaron CharlieCharlie :3
Pónganme en sus círculos para que sepan cada vez que suba capi <3

¿Qué les parece esta faceta seductora de J? ¿Lo prefieren así o dominante como siempre? ¿A quién creen que se refiera cuando compara el cuerpo de Claire?


Capi dedicado a Jaqueline Molina, gracias por leerme desde wattpad linda, gracias por el apoyo acá y sobre todo gracias por comentar el capi pasado.

domingo, 24 de mayo de 2015

Capítulo 8

-Te voy a desnudar- Un escalofrío me provocó un leve temblor por la anticipación de lo que sus palabras advertían. -Pero te va a gustar-

Me hizo un gesto para que lo siga así que caminé detrás de él a través de la gran habitación hasta llegar al cuarto de baño, que por alguna razón incluía dos lavabos, una ducha con muchas opciones de regadera y una tina de cemento que más bien parecía una piscina personal con escaleras y todo adornado de dorado. Me pregunto si es oro de verdad.

-Párate ahí- Me ordenó mientras me colocaba al pie de la tina. -Ahora yo te voy a quitar la ropa como se me dé la gana y tú tienes que mirarme a los ojos, no puedes mirar otra cosa, solo a mí- Un brillo algo oscuro destelló en sus ojos marrones con motes verdes. -¿Entendiste?-

-Sí- Respondí, totalmente hipnotizada por la fuerte aura que desprendía.

-¿Si, qué?-

-Sí, amo-

Una sonrisa lobuna apareció en la comisura de sus labios. -Perfecto- Antes de que me diera cuenta estaba encima de mí abrazándome fuertemente de la cintura y besándome despacio, seduciendo mis labios con el más amargo empalagamiento. Tal como lo había hecho antes, su boca me distraía del verdadero objetivo de él, sus manos acariciaban dentro de mi blusa, agarrándose de mi piel para contener los gemidos de placer. -Vamos Claire, respóndeme el beso, tú también puedes mover tus labios, o tu boca, o lo que mierda quieras- Tentativamente comencé a mover con timidez mis labios, bastante inexperta en el asunto, intentando seguirle el ritmo. ¿Cómo es que el besaba con tanta maestría y yo apenas podía intentar más que sea seguirle? Era como bailar una coreografía de la que no sabes los pasos. Estaba tan absorta en mis movimientos que ni siquiera me dí cuenta cuando el alzó mis brazos para deshacerse de mi blusa. Lanzó la prenda por detrás de su hombro y regresó sus manos a mi cintura, tocando mi abdomen con deleite, volví a temblar involuntariamente, esta explosión de sensaciones era irresistible.

De repente sentí que me cargaba encima de su hombro y me desprendía de mis jeans. Cuando pateó los pantalones fuera de nuestro alcance me puso sobre mis pies otra vez y se alejó un poco de mí, apreciando la vista de mi cuerpo indefenso a su merced, en la lencería a juego negra que él me había comprado.

-¿Qué haré contigo?- Se preguntó a sí mismo, pero no con la intensión de asustarme, si no como si de verdad le preocupara tener que elegir una sola manera de hacerme suya.

-Lo que quieras, eres mi dueño- No estoy segura de por qué solté esas palabras, pero esperaba no arrepentirme. J sonrió de medio lado, divertido con lo que había escuchado.

-No sabes cuanto me excita que digas cosas así, en verdad te prometo recompensarte por eso- Se acercó a mí rápidamente y por un segundo me asusté pero luego me sorprendió al ser cargada en brazos, como los recién casados, solo que él agarraba más mi trasero que mi espalda. No fuimos muy lejos, solo me llevó hasta los lavabos y me sentó en medio de estos, pero aún así su baño de por sí era gigante. -Quédate quieta o si no te castigaré- Tragué saliva y miré hacia un lado nerviosa.

El amo se agachó y abrió con rudeza mis piernas para luego correr mis bragas hacia un lado, luego metió un dedo, lo que me hizo pegar un respingo. -Te dije que quieta- Movió el dedo en círculos y tuve que contenerme para no desobedecerlo. -Solo relájate, mi objetivo es que tú también lo disfrutes- Asentí y recargué mi cabeza hacia atrás para tratar de relajarme. Él aprovechó mi distraimiento para bajarme las bragas hasta los tobillos. No me importó sentirme expuesta, solo intenté seguir las órdenes del amo y disfrutar. -Que imagen para más sensual- Dijo, haciéndome sonrojar.

Sacó su dedo para luego acercar tentativamente su cara a mi sexo. Me paralicé nerviosa.

-¿Qué va a hacer? Por favor no...- Interrumpió mis súplicas haciendo lo que más temía... me besó ahí. Al sentir como sus labios rozaban los pliegues de mi feminidad casi me desmayo de la vergüenza, el suave tacto de su boca invadiendo mi privacidad era algo que no se podía comparar con nada, nervios que ni siquiera sabía que existían parecieron cobrar vida en mi cuerpo. Con sus manos separó mis pliegues hacia un lado cada uno, para poder tener más accesibilidad y sin ningún tipo de aviso, introdujo su húmeda lengua en mí. Un gemido de placer se escapó desde el fondo de mi pecho.

-Eres muy estrecha, ni siquiera sé cómo carajo entré en tí las otras veces- Quería responder algo, pero mi cuerpo no me respondía, en ese momento era todo sensaciones y el aire que soltó el amo J al hablar provocó una sensación simplemente exquisita. Quería decirle que pare, que se detenga y que deje de torturarme de esta manera tan vil, pero aunque hubiera podido articular palabra sabía que no tenía derecho a exigirle algo a mi dueño, me lo había dicho muchas veces, mi opinión no importa.

Una corriente eléctrica recorrió mi anatomía cuando el amo mordió mi clítoris, produje un grito sordo cuando bajé mi mirada hasta él y me encontré con la imagen del hombre imponente saboreando el capullito rojo que sobresalía de mi vagina, al darse cuenta que lo observaba chupó sin piedad este, haciendo que mis piernas se cierren involuntariamente, envolviéndolo a él. Me abrió las piernas de nuevo a la fuerza y su lengua lamió toda mi zona.

-Eso Claire, córrete para mí- Dijo cuándo una extraña sensación me invadió, sentía que dentro de poco mi cuerpo iba a explotar y que no quería detenerlo. -Estás cerca, juro que después de esto te follaré tan fuerte que lo recordarás por el resto de tu existencia- Esto último fue suficiente para dejarme caer al vació, mi cuerpo no resistió más y por primera vez sentí lo que era un orgasmo, era algo desgarrador y el placer más grande que jamás me hubiera imaginado sentir, ahora sabía porque muchas personas estaban obsesionadas con el sexo. Mientras me corría J no dejó de hacer círculos con su lengua en mi sexo, lo que hizo que extrajera hasta la última gota de placer de mi orgasmo. El hombre alto no esperó a que me recuperara y me cargó hacia la tina con adornos dorados, me dejó sentada al pie de las escaleras para sacarse los zapatos y luego jalarme hasta debajo de la regadera que incluía la tina, se quitó la corbata antes de agarrarme las muñecas.

-Te amarraré a la llave, de tí depende si nos mojamos. Si te mueves mucho la regadera se activará y la ropa se nos emparará- Alzó mi mentón y dejó que su mirada me intimidara. -No me importa verte con el brazier mojado- Susurró seductoramente.

-Pero usted también se mojaría- Comenté frunciendo el ceño.

-Entonces aprovéchalo- Su expresión no me decía nada, pero quería creer que me daba luz verde para tocarlo por mi cuenta... cosa que sorpresivamente había querido hacer desde que su cabello me había hecho cosquillas entre las piernas. Lo miré durante unos segundos y luego asentí de acuerdo. Llevó mis manos hacia la llave y las ató con un nudo un tanto difícil de sacar.

El amo se acercó como si fuera a besarme, inconscientemente cerré los ojos y entreabrí mis labios, pero el beso nunca llegó, abrí los ojos para ver que ocurría pero solo me encontré con J sonriendo divertido, pestañeé varias veces confundida. ¿Qué había pasado?

-¿Quieres que te bese? Ruégame-

-¿Qué?-

-Arrodíllate Claire, suplícame un beso- Fruncí el ceño. ¿Era en serio? Suspiré y lo miré, ¿De verdad tenía que pedirle un beso? -¿Y bien?- Suspiré resignada, bajé mi cabeza y me recordé a mí misma que no podía desobedecer a este hombre. Al arrodillarme la llave de la regadera se abrió, goteando justo en el espacio entre mis pechos. -Viéndote así solo puedo pensar en chuparte los senos, pero claro, ya tienes mis marcas en ellos- Alcé la cabeza para ver su expresión. -Agacha la cabeza, me gusta verte así- Hice lo que me dijo y ví como sus pies descalzos se acercaban a mí, sentí su gran mano reposar en mi cráneo, revolviéndome el cabello como a una mascota. -Dí que me perteneces, dí que cada parte de tu cuerpo es de mi propiedad. Dilo pelirroja dilo-

Me tembló la voz, por poco y el nudo que se había formado en mi garganta me iba a asfixiar, pero no lo hizo.

-Eres mi dueño, sé que no importa nada de lo que piense porque usted dirige toda mi vida, todo lo que soy, todo lo que hago es para y por usted. Acepto el hecho de que no me pertenezco y acepto el deber de tener que complacerlo- Lamí mis labios que estaban secos a pesar de que el agua caía. -Soy suya-

Por un momento no hubo ningún otro ruido que la regadera. Una mano se posó en mi mentón, alzándome la vista y lo primero que mis ojos captaron fue el brillo de los ojos marrón chocolate de mi comprador, al principio estaba serio, pero luego una sonrisa que nunca había visto bailó en la comisura de sus labios.

-Me encantas- Se lanzó sobre mí y me dio el anhelado beso, no importaba el lugar ni el tiempo, ni la dureza de sus actos, ni siquiera el hecho de que se me estuviera acabando el aire, solo quería saborear de su boca mezclada con el agua y mi propio sabor.

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Quien quiera que le dedique un capi (nadie ahora) solo dígamelo.
La verdad si es algo deprimente comparar la cantidad de lectores que ten
ía antes a los de ahora, pero ahí vamos J
BESOS


Otro capi?

sábado, 23 de mayo de 2015

Capítulo 7

-Na nad nadie...- Respondí nerviosa mientras me enfrascaba en el fuego que había constantemente en los ojos del amo, que ahora me daba cuenta tenían pequeñas salpicaduras verdes en su iris marrón chocolate.

-Entonces ¿Por qué lo haces?- Agaché mi mirada sin saber que responder, estaba claro que iba a guardar silencio hasta que seguramente J decida castigarme.

-Esto... creo que fue mi culpa jefe, después de ayudarla con sus bolsas, como estoy seguro que usted hubiera querido, la vi algo... agitada y le ofrecí tomar aire fresco, no creí que hubiera problema mientras sea dentro de su residencia- Jev se encogió de hombros, no estaba segura de si por quitarle importancia al asunto o porque mi comprador lo intimidaba. El amo J lo estudió analíticamente durante unos segundos y luego dirigió su atención de nuevo a mí.

-Tienes permiso para estar por la mansión siempre y cuando te portes bien- Pude ver como el rubio se encogía ante un escalofrío. -Entiendo que busques algo que hacer mientras no esté, pero no cometas estupideces ni intentes escapar porque hay personas que vigilan- ¿Fue mi idea o esto último lo dijo viendo a Jev? ¿Estaba advirtiéndole algo? -Y no quiero tener que poner a cargo a alguien de todo lo que haces- Asentí sumisamente y luego me levanté antes de que el amo me haga hacerlo. El hombre imponentemente alto me hizo un gesto para que caminara delante de él, por lo que ni siquiera me molesté en despedirme de Jev, no planeaba causarle más problemas.

El amo caminó detrás mío un rato, pero no muy lejos de donde estaba el chef de la casa me besó posesivamente, introduciendo su lengua y atacando la mía como si de una guerra se tratara... me gustó. Me gustó el modo en que sostuvo mi cintura para acercarme más a su boca, aunque yo no tenía mucha experiencia besando (aparte de él), sabía que había sido un buen beso. Cuando se separó de mí sostuvo mis muñecas firmemente y miró directamente a mis ojos grises de cachorrito frunciendo el ceño.

-Vamos- Tiró de mí, envolviendo mi mano con la suya y así me condujo hacia la casa, dejando atrás al rubio que seguramente seguía al pie de la piscina. Subimos hasta lo que supuse era la habitación del amo, nunca antes había estado ahí, así que cuando abrió la puerta mis ojos vagaron por toda la estancia, las paredes rojas algunas y blancas otras, la cama blanca adornada por madera negra tallada, muebles blancos con cojines negros, una guitarra en la esquina más alejada, un televisor pantalla plana en la pared contraria a la gran cama... pero sorpresivamente no había ningún papel por ningún lado, creí que por ser hombre de negocios todo iba a estar regado por todas partes, pero por el contrario estaba más nítido que cualquier otro lugar que haya conocido, impecable, frío y calculadamente arreglado, justo como su dueño era.

-Esta vez- Comenzó susurrando en mi oreja, con su boca a escasos milímetros de mí. -Quiero que sea diferente- Murmuró seductoramente. Me estremecí.

-¿Co co cómo diferente?- Tartamudeé, esta situación me ponía nerviosa por alguna razón.

-Tú me vas a ayudar esta vez, quiero que tú también sientas placer- Apoyó su cabeza en mi hombro mientras besaba este y bajaba su gran mano hacia mi zona más sensible. Contuve la respiración. -Sé que tú también puedes excitarte, quiero ver de lo que eres capaz- Metió su mano dentro de mis bragas sin pudor alguno, pero aún así lento, moviendo su mano tan despacio que sentía chispas desde mi feminidad hasta la boca de mi estómago. Me acarició un momento, un poco brusco, pero de alguna manera... placentera. Comenzó a besarme, al ritmo que su mano se movía allí abajo, era un baile sincronizado, después, de un momento a otro estiró su dedo corazón para entrarlo en mí, mientras me distraía con su boca (que había hecho aparecer la lengua al mismo tiempo que aparecía su dedo en mi sexo) para que no piense mucho en lo que ocurría dentro mío. Era un mar de sensaciones que me era imposible decidir por cual irme, era consciente de que cada vez aumentaba dedos para explorarme, pero me desconcertaba la habilidad de sus labios, instintivamente subí una de mis manos hacia su mentón con inseguridad, en un intento involuntario de besarlo más cerca.

-¿Ves que si sabes cooperar?- Dijo en tono burlón, separándose de mis labios. -Creo que ya vas entendiendo quien soy yo- Me soltó sin más, dejándome anonadada y algo perdida. -Prepárate Claire Himmelriech porque antes de que cumplas dieciséis conocerás de lo que soy capaz-


Porfis porfis porfis comenten si les gusta la trama, la complejidad en la personalidad de J, la inocencia de Claire o incluso Jev.


Es un gran apoyo para mi cada uno de sus comentarios y no les cuesta nada. Subiré el siguiente capi cuando haya 7 comentarios J no es mucho, ustedes en wattpad conseguían 300 votos y 100 comentarios en un día ;)

viernes, 22 de mayo de 2015

Capítulo 6

-¿Acaso te compró ropa para todo el siglo?- Me encogí de hombros.

-Todo lo escogió él- Le dije mostrándole una de las blusas ajustadas.

-Se nota- Respondió haciendo una mueca mientras le caía un mechón rubio en la frente. -Déjame corregir lo que dije, se compró ropa para él, solo que la usarás tú-

-Algo así... supongo que si compra algo es para beneficio propio- Jev que se acercó a ayudarme con las compras enarcó una ceja. -Oh no te preocupes, no es necesario, no quiero distraerte de tus labores-

-Solo tuve que hacer tu almuerzo y el de los demás empleados, el señor Blydon comerá fuera como siempre- Se encogió de hombros mientras cargaba con las bolsas hacia arriba.

-La verdad es que no sé dónde deberías llevarlas, aún no me ha dicho donde me quedaré- Le dije subiendo detrás de él.

-No te preocupes, he escuchado que le decía a Nidia, una de las mucamas, que te prepare la habitación que está al lado de la suya-

-Que mala suerte- Murmuré para mí misma.

-¿Dijiste algo?- Negué con la cabeza rápidamente, aunque Jev se veía de fiar, no quería que nadie más pueda escucharme decir cosas que no debería. -Hmm bueno aquí está, si necesitas algo puedes decirme. Te dejo para que puedas bañarte, cambiarte y puedas esperar hasta que él venga-  Con <él> sabía que se refería al amo. -O también, si quieres, puedes acompañarme, saldré un rato al jardín a dibujar-

-¿A dibujar?- Repetí parpadeando varias veces.

-Sí, eso es lo que estudio, Bellas Artes- Anunció mientras un brillo especial se le instalaba en los ojos. Jev era artista, como yo soñaba ser cuando estaba en el orfanato. -Solo si quieres, no es necesario que me acompañes si no deseas-

-No, no, de hecho me encantaría- Le interrumpí maleducadamente, pero es que cuando se trataba de arte, no podía contener la emoción.

-Oh- Sonrió de medio lado y un mechón cayó sobre su frente, haciéndome querer apartárselo con la mano por alguna razón. -Bien, entonces... después de que comas podemos salir al jardín y de paso tomas algo de aire fresco- Asentí con una genuina sonrisa, era la primera vez que sonreía desde que estaba aquí, bueno en realidad era raro que yo sonriera hasta en el orfanato. Ni para navidad, ya que aunque las personas donaban cosas, las monjas corruptas las vendían, estaba empezando a creer que ni siquiera eran monjas verdaderas.

Luego de comer pollo a los champiñones con ensalada de zanahoria nos dirigimos hacia la gran puerta principal para salir y recorrer el enorme patio del amo, Jev llevaba una libreta A3, lápices 2H y tizas en una mano mientras con la otra me señalaba cosas de la mansión que ya ha dibujado y las que le gustaría dibujar.

-Creo que al final solo quiero dibujar los matices del agua de la piscina- Me avisó para que me siente al pie de esta junto a él. -Y bien Claire, ¿De dónde vienes? ¿De dónde fue que el jefe te sacó?-

-De un orfanato- Jev alzó una ceja rubia a modo de extrañeza.

-Pero obviamente no te adoptó como hija- Dijo obvio.

-De hecho me compró- Agaché la cabeza avergonzada, sin saber cómo reaccionaría Jev. Pero me sorprendí al sentir sus manos callosas alzando mi mentón.

-Hey no te pongas mal- Susurró suavemente. Hubo un silencio incómodo que a los pocos minutos mi acompañante rompió. -Y bueno hablemos de otra cosa mejor... ¿Cuál es tu color favorito?- Reí agradecida por el relajamiento del ambiente.

-El plateado-

-¿El plateado? No es un color favorito muy común- Sonrió de medio lado.

-A lo mejor me recuerda a la luna- Me encogí de hombros-

-¿Qué tiene que ver la luna con tu color favorito?-

-Bueno me gusta como el plateado de la luna baña los océanos nocturnos, alumbra los pasadizos abandonados y se impone ante las estrellas; no importa cuántas haya, la luna siempre sobresaldrá-

-Bueno no siempre lo que más brilla es lo que más atrae- Comenzó mirándome fijamente. -A veces lo callado, lo sombrío y lo solitario también tiene su atractivo...-

-¿Cómo qué?- Dije extrañada.

-Hmm como los desiertos polares, las películas de terror sin duda son atractivas, la lluvia y... tú- La voz le falló un poco al decir la última palabra pero tomó valor rápido para completar la frase. ¿Yo? Seguramente no me había visto bien, o tal vez usaba lentes y no los cargaba ahorita. Porque cualquier explicación es válida para justificar que alguien me diga hermosa... cualquiera.

-No soy atractiva- Aclaré seria.

-Tal vez no ves lo que todos vemos obvio-

-¿Me estás llamando ilusa?-

-No no no- Alzó sus palmas de las manos abiertas, justificándose. -Lo que quiero decir es que... es que... mira Claire, tal vez tú no lo veas, pero eres bonita y nadie tiene el derecho a decirte lo contrario- Me crucé de brazos molesta. ¿Por qué me molestaba que Jev me dijera bonita? Nadie nunca me lo había dicho, tal vez me molestaba porque en realidad me incomodaba el hecho de que sabía que era mentira, me estaba mintiendo en mi cara. -Mira tú, ahora me doy cuenta que cuando te enojas te ves más adorable aún- Comentó sonriendo de una manera que se le achinaban los ojos.

-¿Te estás burlando de mí? Porque la verdad ya estoy acostumbrada-

-¿En el orfanato se burlaban de tí?- Preguntó arrugando la frente preocupado.

-Todos los días de mi vida- Exhalé aire.

-¿Quién te molestaba?-

-Otro huérfano, Twigall- Respondí monótonamente.

-¿Era un chico? Tal vez le gustabas- Pude ver como una sonrisa divertida bailaba en la comisura de los labios del rubio. Solté una risa por la repentina idea del chico con tizas en la mano.

-¿Gustarle?- ¿Era en serio? De todas las hipótesis que podía tener tuvo que soltar la menos coherente. -O sea que porque me quería me molestaba- Alcé una ceja sarcástica.

Yo generalmente no era sarcástica, de hecho no solía contradecir nada de lo que las otras personas decían, pero por alguna razón me sentía cómoda hablando con tanta confianza con Jev.

-Suele pasar- Contestó encogiéndose de hombros.

Luego de eso un silencio abrazador nos envolvió, no uno incómodo, si no uno apacible, tranquilo y relajante. Me sumí en mis pensamientos apoyada sobre mis codos al pie de la piscina mientras el rubio fruncía el ceño al trozo de papel, trazando cuidadosamente cada línea con precisión y difuminando las tizas con delicadeza. Así pasamos varios minutos, o tal vez horas hasta que él rompió el silencio.

-¿Cuándo es tu cumpleaños?- Soltó de repente.

-¿Ah?- Dije perdida entre mis propios pensamientos, me había desconcertado su pregunta.

-Es que ya que estarás aquí un tiempo y yo trabajo aquí... no estaría mal saber algo de tí- Lo miré fijamente y traté de pasar por alto su comentario <<estarás aquí un tiempo>> estaba sentado que pensaba que el amo me iba a botar después de un rato cuando se canse de mí, sabía que probablemente sería cierto, pero no quería cranearlo mucho. Aunque era casi tan horrible vivir aquí como lo era en el orfanato, no tenía donde más ir y gracias a Jev presentía que iba a ser soportable esta nueva vida.

-Es mañana- Susurré bajito.

-¡Mañana! ¿Cómo voy a tener tiempo para comprarte algo?-

-¿Comprarme algo? ¿Para qué?- Pregunté perpleja pestañeando varias veces.

-Como regalo- Dijo obvio.

-¿Regalo por qué?- Sus pupilas me observaron un momento desconcertado para luego hablar con un tono escandalizado.

-¡Por tu cumpleaños! ¿Nunca te han regalado nada por tu cumpleaños?-

-Nunca me han regalado nada, a excepción de la ropa que me acaba de comprar el señor Blydon- El chef abrió la boca impresionado para luego rodar los ojos.

-Lo que te dio el jefe no es un regalo, no es para tí, aunque lo vayas a usar es meramente para su propio placer- Agaché la cabeza avergonzada y triste, entonces nadie me había dado un detalle nunca.

-Entonces supongo que nunca- Dije aún con la cabeza abajo.

-No te preocupes, yo te daré algo-

-No, no es necesario- Comencé, agitando mis manos en su dirección. -Por favor no te molestes-

-Tú tranquila que papá Jev se encarga- Se carcajeó y no pude evitar unirme a sus risas contagiosas. -Mira ¿Te gusta?- Preguntó mientras me ponía al frente el dibujo de la piscina que había hecho. Wow, sencillamente wow, era la piscina más detallada que había visto en mi vida, el propio dibujo mostraba detalles que no me había percatado ni siquiera viéndola en persona, definitivamente este chico tenía talento, la manera en que trazó las líneas del agua moviéndose mientras el agua cambiaba de color dependiendo del ángulo del sol, los azulejos que se distinguen en el fondo, lo hondo de la piscina, todo se podía apreciar como si estuviera siendo proyectado en ese trozo de papel.

-Parece una fotografía- Comenté aún sin habla, el arte me apasionaba, así que me emocionaba ver cosas como esta.

-¿Te gusta?- Volvió a preguntar con ilusión.

Iba a responderle que me encantaba cuando sentí una pesada mano en mi hombro.

-¿Quién te dio permiso para hablar con los empleados, Claire?- La voz grave e imponente del amo se escuchó por encima de mi cabeza.

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Uuuuuuuuhhh bueno bueno, parece que a J no le gusto para nada verla con Jev. Muajaja lo siento bebe pero tendrás que acostumbrarte.

Que piensan de la historia? Y para quienes ya la hayan leído, les está gustando volverla a leer? Claro que ya han de saber muchas cosas pero espero que no les moleste volverá sentir ese misterio sexy.


Dejen sus comentarios si quieren que siga rápido la historia <3 no cuesta nada :3

Capítulo 5

-Aaaaahhhhh-El grito agudo de la mujer rubia al pie de la puerta me despertó. Me miró espantada, colocando su mano en uno de sus exuberantes pechos postizos. -¡River! ¡River! Tu psicópata hijo trajo de nuevo a una chiquilla a la casa-

-¿Qué? ¿De qué hablas?- Escuché una voz masculina pero suave responder por detrás de la mujer. Luego entró la cabeza por la puerta abierta de la habitación en que me encontraba y suspiró al ver mis ojos llenos de miedo. -Otra vez una pelirroja, aún no la supera- Comentó el hombre que ahora veía era como de unos sesenta años, con traje como el de J y cabello plateado como de peluquería. -¿Cuántos años tienes chiquilla?- Me preguntó acercándose a la cama.

Me quedé en silencio ya que la voz no me salía y tenía mucha desconfianza de este hombre.

-Creo que tiene miedo- Comentó para atrás a la mujer. -¿Puedes venir tú a verla?-

-Ay no ¿Y si muerde?- Se quejó la voz extremadamente aguda de la rubia, el hombre mayor rodó los ojos y suspiró.

-No pienso hacerte daño, niña. ¿Ves a la que está allá?- Señaló a la rubia. -Es mi cuarta esposa-

-Quinta- Corrigió la mujer.

-Como sea, es mi quinta esposa. ¿No voy a querer engañar a mi esposa contigo, no? Menos si está presente- Rió y me dio gracia el humor que utilizó para bajar tensiones. -¿Cómo te llamas?- Me preguntó después de un momento que le pareció apropiado.

-Claire- Contesté con la garganta seca de llorar.

-¿Cuándo llegaste a esta casa Claire?-

-Hace dos días, me compró el amo- Solté el apodo que usaba para J sin darme cuenta y al instante me sonrojé por mi imprudencia.

-¿El amo?- Soltó aire negando con la cabeza, consternado. No sabría decir porque pero parecía que le extrañaba que lo llamara así. Que raro. -Mi hijo sí que está loco, cuantos años tendrá esta niña... ¿Dieciséis, diecisiete? Es menor de edad-

-Quince, pronto cumplo los dieciséis-

-¡QUINCE! River tu hijo es un delincuente pedófilo- Gritó escandalizada la quinta esposa del que ahora sé es padre de mi dueño.

-Esto es el colmo- Negó con la cabeza. -Claire anda a desayunar, le voy a decir a alguien que te traiga ropa- Me dijo mientras se daba vuelta y yo me quedaba en la cama enrollada en las sábanas de la noche anterior.

   ***

Mientras estaba desayunando con la ropa que me había dado la quinta esposa, que incluía una blusa azul marino que me quedaba un poco flojo en los pechos y en la cintura y unos shorts negros demasiado cortos, escuché una discusión que probablemente no debí haber escuchado en la planta alta.

-¡Pero no puedes comprar una niña!-

-Ya lo hice y tú también lo has hecho- Contestó la voz fría e impasible de J.

-Nunca una de quince años. ¡Quince!- Gritó la voz más suave, la del padre, exasperado.

-¿A caso unos cuantos años hacen la diferencia?- Preguntó de lo más tranquilo el amo y si hubiera podido verlo estoy segura que se estaba encogiendo de hombros. -Es igual-

-Por supuesto que no. ¿Has pensado en el trauma que le estás causando? Por favor hijo, deja de querer hacer daño a las mujeres-

-No es a todas- Por primera vez escuché que a mi comprador se le quebraba la voz ligeramente. Su padre suspiró con pesar.

-Sé que no es a todas, me he dado cuenta que solo buscas a las que se le parezcan... y también sé que en parte es por mi culpa- ¿Qué se le parezcan? ¿A quién se refería? Al ver que el amo no respondía, su padre continuó hablando. -Solo dime por favor que esa chica estaba desnuda en la cama porque así duerme ella, y no porque tú la hayas hecho terminar así-  Hubo un silencio incómodo y luego la voz del padre otra vez. -¡Oh Dios mío! ¡Pero si es una niña! ¿Por lo menos fuiste gentil con ella?-

-Eso no te importa, lo que yo haga con mi mercancía es cosa mía, yo pagué por ella, ahora hago lo que quiera con su cuerpo-

-Por favor hijo, no seas así de desgraciado- Suplicó el hombre mayor.

-¿Así como tú lo fuiste?- Contraatacó mi dueño y sin más bajó las escaleras, dejando a su padre solo. Me buscó con la mirada por el salón y al visualizarme en el comedor se acercó con sus habituales pantalones de vestir negros pero esta vez no tenía saco, solo una camisa manga larga azul claro a rayas y su cabello mojado por la ducha que se había dado.

-Báñate que nos vamos al nutricionista y luego tenemos que ir a comprarte ropa- Pasó la mirada por las prendas que cargaba puestas e hizo un gesto de asco. -No quiero que lleves las ropas de esa puta- Asentí ya que no sabía que más hacer y volví a agachar mi cabeza para comer del plato los cereales.

Una vez estuve lista con la misma ropa de la rubia, bajé y me encontré al pie de las escaleras a J, tenía la mente en otro lado y sus ojos demostraban unas sombras que no había visto antes. Debido a mi concentración en él, tropecé con el último escalón, pero por suerte antes de que mi cara tocara el suelo, el hombre alto me sostuvo de la cintura con fuerza y me estabilizó enseguida.

-Mira donde pisas, tienes que dejar de ser tan torpe- Me reprochó y bajé la cabeza avergonzada mientras el negaba con la cabeza.

-Lo siento- Murmuré mientras el sonrojo se incorporaba en mis mejillas, inesperadamente escuché un sonido muy agradable, alcé la cabeza para detectar el origen y me sorprendí al darme cuenta que era la risa de J. Se estaba riendo. Y no tenía ni un abismo de amargura, se estaba riendo de verdad. Me gustaba su risa, era melodiosa y suave pero masculina y grave al mismo tiempo, una combinación definitivamente atractiva.

-Toma- Puso una pastilla roja en la palma de mi mano, la observé extrañada. -La pastilla del día después- Arqueó una ceja como sugiriendo que era algo demasiado obvio. Oh uh. -No hay tiempo para que cojas un vaso, toma una botella de la nevera nada más- Asentí obediente y corrí hacia la cocina a por la botella de agua.

-Aquí, toma antes que se enoje- Me tendió Jev una botella para que no me demore buscándola.

-Gracias- Corrí hacia el amo de vuelta y no fue hasta que estuvimos dentro de su auto que me tragué la pastilla.

Mientras el manejaba se le notaba muy serio y cada ciertos intervalos fruncía el ceño a sus propios pensamientos. Me estaba debatiendo entre si le preguntaba que le pasaba o no, probablemente no me diría así que por el momento no le preguntaría nada.

-¿River te ha dicho algo? ¿Te ha contado algo el viejo que viste en mi casa?- Cuestionó de repente el hombre que dejó de ver la carretera un segundo para mirarme intensamente a los ojos.

-No- Se calmó notablemente con mi respuesta y después de debatir conmigo misma unos segundos, me decidí a seguir la conversación. -Ese hombre es su padre? ¿El hombre de cabello plateado?-

-No te interesa- Suspiró y luego cedió. -Es mi padre de sangre, pero nunca se ha comportado como uno- Sostuvo con más fuerza el volante, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos.

-Uhm- Dije nerviosa, no sabía que decir ya que todo lo que yo decía parecía molestarle. -Pues en ese sentido creo que estamos iguales- Me miró alzando una espesa ceja. -Yo tampoco tengo padres-

-Nunca dije que no tuviera madre-

-¿La tienes?- Ignoró el hecho de que lo había tuteado y fijó su vista hacia la carretera. Esperaba una respuesta de él, pero no dijo nada.

-Llegamos, bájate- Me ordenó colocándose unas gafas oscuras que le quedaban muy bien, le daban un aspecto misterioso y algo rudo. Me estremecí, yo sabía lo rudo que podía llegar a ser.

Después de que el nutricionista me dijera que tenía que venir al día siguiente para hacerme exámenes de sangre en ayunas y me diera una dieta temporal hasta que salieran mis resultados para poder darme una dieta adecuada, fuimos a un centro comercial a comprar ropa para mí.

-Me gustan tus pechos, tendrás que ponerte blusas con escote en v para mí- Asentí. -También strapples, me gusta cómo se te ve de azul, pero creo que te quedaría bien el rojo también. Pruébate esto- Agarré las blusas que dejó caer en mis brazos y agaché la cabeza como solía hacer. -Creo que por allá es el probador- Volví a asentir y me dirigí al vestidor de damas. Me desvestí y tomé la primera blusa que vi del montón de ropa que me había dado J. Mi reflejo en el espejo hizo un mohín mientras trataba de aflojar un poco el apriete de la tela en mis pechos, era incómodo, pero parecía que el diseño era propiamente para que se ajuste en esa parte de mi anatomía. Una vez me la saqué, me probé las demás prendas que eran esencialmente lo mismo, a excepción de unas cuentas que eran flojas pero con escotes de escándalo, se podía decir que me hacían lucir mayor de lo que era.

Al salir del probador encontré a J apoyado en la pared con los brazos cruzados y expresión tranquila.

-¿Te quedó todo?-

-Si amo- Al decir esas palabras sus intensos ojos marrones profundos se posaron estáticamente en los míos, para luego esbozar una sonrisa engreída.

Después de que pagara toda la ropa, salimos de esa boutique para dirigirnos a otra y entré sin siquiera fijarme en la marquesina de esta. Pronto me di cuenta que se trataba de ropa interior.

-Estas me gustan- Anunció el amo, señalando unas bragas rojas de encaje. -Mis otras acompañantes compraban el conjunto... ¿Tú también vas a coger así?- No sabía porque pero me molestaba que traiga a colación a sus antiguas acompañantes, no es que fueran celos, porque él y yo no teníamos una relación, aunque me molestara no lo iba dar a notar. Asentí agachando la cabeza y tomé las bragas de las manos de mi comprador.

-Buenos días señorita- La voz amable de la asistente del local me llamó la atención. - Quisiera ayudarla ¿Puedo?- La miré confundida. ¿Ayudar a qué? ¿Se había dado cuenta que este hombre me obligaba a estar con él?

-No, gracias. Estamos bien así y le agradecería que no nos vuelva a interrumpir- Respondió por mí el amo.

-Oh huh lo siento- Se retiró y fue a atender a otra chica con una coleta rubia que le llegaba a la cintura. ¿Cómo había podido ser tan demente? Esa mujer solo estaba haciendo su trabajo y yo enseguida había reaccionado mal.

-Pruébate esto- Me ordenó mi comprador con varios sujetadores de encaje y tangas a juego en la mano. Uh, tangas que asco. Agaché la cabeza y me dirigí al probador como hice en la otra tienda, pero esta vez fui seguida por J. Entré a una de las cabinas y él se quedó a fuera de esta. -Sal cuando estés lista, quiero ver cómo te queda-

Después de sacarme la ropa me observé detenidamente en el espejo, no había luz en mi cara, pero igual nunca la ha habido. El ceño que enmarcaba mis opacos ojos grises estaba fruncido con preocupación. Mis senos tenían marcas rosadas resientes, mis caderas tenían las huellas de unos dedos grandes, mi cabello rojizo estaba descuidado, mis pupilas estaban perdidas en los recuerdos de la noche anterior.

-¿Ya estás lista?- La voz del primer hombre en mi cuerpo me regresó a la realidad. Me vestí con el primer conjunto que vi, el sujetador era totalmente de encaje azul rey oscuro y las bragas a juego.

-Sí- Respondí deprisa. Salí antes de que se enoje por hacerlo esperar, no había nadie más en el corredor del probador. Antes de darme cuenta sus manos se posaron en mi cintura empujándome dentro de la cabina de nuevo mientras sus ojos irradiaban una sed más bien animal. Me encogí cuando una sonrisa de cazador apareció en la comisura de sus labios, este hombre me daba miedo. Me asusté cuando sus labios devoraron los míos sin piedad, el fervor con que me besaba me hacía temer por mi integridad física.

-No puedo entender como una niña es malditamente sensual- Susurró en mi oído antes de mordérmelo, un escalofrío recorrió mi estómago. -No me importa que estés adolorida, tengo que hacértelo de nuevo- Lágrimas comenzaron a surgir de mis ojos por el aviso que daban sus palabras, me lo iba a hacer de nuevo. De nuevo. Bajó mis bragas y cayeron hasta mis tobillos, luego mientras me mordía el cuello, me apretó el trasero haciendo que mi feminidad se pegara a su erección, levantó mis piernas a cada lado de su cadera, perdiendo así por completo las bragas.

-Por favor- Rogué con las lágrimas haciendo su camino en mis mejillas. -Estamos en un lugar público, por favor-

-Te dije que tu opinión no importaba, cuando quiera, donde yo quiera... ¿Recuerdas?-

-Sí, pero...

-Pero nada. Tú solo tienes que hacer lo que yo quiera, obedecer como buena perra que eres a tu dueño que soy yo. La próxima vez que tenga que repetírtelo te irá peor. ¿Entendiste?- Asentí sumisa. -Bien, harás todo lo que te diga ahora- Observó mis pechos que todavía estaban cubiertos por la prenda. -Sostente bien de mi cuello con tus brazos y apriétate más con las piernas- Tímidamente hice lo que me dijo y pronto me di cuenta porque me lo había dicho. Deshizo el agarre de sus grandes manos de mi trasero, que era lo que hasta ahora me sostenía en el aire y desabrochó la última prenda que cubría mi cuerpo. Apenas mis pechos saltaron a la vista, él hundió su cabeza en ellos. -Me excita saber que el que te hizo estas marcas fui yo- Comentó mientras las yemas de sus dedos estudiaban el alto relieve de mis heridas, luego pellizcó mis pezones, haciendo que suelte un gemido de dolor. -No seas idiota, cállate que te pueden escuchar-

-Pero me dolió

-¿Y eso que? Te estoy diciendo que te calles. Si por tu culpa nos sacan y me quedo con las ganas te prometo que a tí no te gustará saber el castigo que te voy a dar- Tragué saliva y él simplemente comenzó a bajarse la bragueta del pantalón. -Para tu suerte no me sacaré todo el pantalón ya que será rápido, así que mantén las piernas bien abiertas- Su miembro rozó mi entrada que descansaba en sus abdominales, sacó un preservativo del bolsillo trasero de sus vaqueros y se lo colocó con mano experta. -Quiero que cuentes cada vez que te penetre-

-¿Qué?- Pregunté confusa.

-Que mientras te follo tendrás tu cabeza agachada, y enumerarás cada vez que mi pene llene tu vagina ¿Capisci?-

-Sí... amo- Sonrió satisfecho.

-Ahora suéltate- Dijo pasible, con el fuego aún en sus ojos.

-¿Eh?- Él rodó los ojos impaciente.

-Que te dejes caer, no te aferres a mí- Le devolví la mirada insegura, me iba a caer. -Yo te sostendré antes que tu sexy trasero toque el piso- Seguí con la misma mirada. -No te estoy preguntando si quieres, solo hazlo- Suspiré y rezando para no caerme, me solté.

Antes que me dé cuenta sus caderas fueron a mi encuentro y mientras mi sexo bajaba, su miembro se alzó, entrando en mí profundamente, llenándome como él prometió y robándome todo el aire de los pulmones, esa estocada me había quitado el aliento.

-Como vuelvas

a jadear así no solo que te castigaré sino que también tendré que amordazarte la boca- Amenazó el hombre que me hacía suya por segunda vez. Bufó. -Ni que fuera para tanto, eres una floja- A pesar de que el amo decía que no era para tanto, el mero hecho de que su enorme miembro esté dentro mío era mucho, dolía su tamaño y el grosor me dilataba las paredes internas de mi sexo como reacción a la cruel invasión. Sentía como mi dilatada vagina se ceñía a su pene con mucho dolor, quería que esto pare. -¿Qué te dije que hicieras?- Por un momento no entendí a lo que se refería, el dolor me desconcentraba. Luego me acordé con temor de que me castigara.

-Uno- Enumeré la primera penetración.

-Observa con atención como te estoy follando- Me sonrojé notablemente. -Que mires tu puta concha siendo tomada. Creo que en realidad quieres que te castigue-

-¡No! No amo por favor, obedeceré todo- Me dedicó una mirada fría y asintió. Bajé con mucha vergüenza la mirada a la parte en que nuestros cuerpos se unían y ahogué un gritito. Era una escena muy inquietante, mi cuerpo estaba muy abierto y ceñido a la anatomía de mi amo. De pronto se retiró y mi piel se estiró dejándolo ir. Pero pronto volvió a embestir con mucha dureza y quitándome otra vez el aliento.

-D, d, dos- Tartamudeé con la garganta rasposa. Salió de mí y abrió más mis piernas antes de entrar de nuevo provocando un sonido de succión, pude ver que mi feminidad se enrojecía más cada vez que era obligada a recibirlo.

-Oh, esto es tan placentero-

-Pero me duele-

-¿Y eso a mí que me importa? Es tu obligación atenderme, tu cuerpo me sirve nada más que para descargarme, por lo menos eso haz bien- Informó mientras salía y entraba en mí varias veces. -Oh maldita sea abre más las piernas- Exigió, utilizando mi parte íntima para masajearse. Empujó mi cuerpo para estar más pegada a él. -Ábrete coño- Con una mano estiró mis piernas, forzando a que se abrieran más y haciendo que mi entrepierna punzara. -Cuenta-

-Ocho, nueve, diez, once ¡Ah! Despacio por favor- Parecía que el hecho de que cuente lo hacía excitarse más, yendo más rápido y provocándome más dolor. -Veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés- Y así seguí contando las veces que me embestía sin piedad y con mucha rudeza hasta el número sesenta y nueve. Terminé prácticamente susurrando las cifras, ya que estaba exhausta y el dolor no cesaba. Cuando por fin se vino en mí me mordió el cuello para así ahogar sus gemidos de placer.

-Eso estuvo muy bien- Dijo una vez ya estaba tranquilo.

-¿Puede por favor ya salir con cuidado?- Traté de hacer mi petición con la mayor paciencia pero la verdad es que ya no soportaba.

-Espera- Tomó su Iphone negro del bolsillo de sus vaqueros y apuntó la cámara al espejo, capturando así una foto de los dos entrelazados, no sabía cuál era su obsesión por las fotos, pero no me atrevía a preguntarle.

Comparado con la vez pasada, salió de mí menos rudo y subió su pantalón luego de quitarse el preservativo. Me senté rendida en el banco que había dentro de la cabina y me sobresalté por la punzada que sentí, luego no me importó, solo quería descansar.

-Creo que no me voy a cansar de tu cuerpo- Pero que tierno. Me dije a mí misma irónicamente. Alcé la vista para encontrarme con sus ojos de nuevo encendidos pero esta vez controlados. -Esta noche espérame en mi cuarto, por ahora te dejaré en la casa, pero luego te llegarán indicaciones con lo que tendrás que hacer- Tragué saliva.

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Gracias a las personas que me vienen apoyando desde Wattpad<3 si son lectoras desde ahí dejen su comentario abajo y si quieran díganme hasta donde se quedaron.
Si por si acaso alguien quisiera que le dedique un capi que me diga su nombre en los comentarios J
Besitos :*

*Jayce con gafas.. babaaaaaaa….

martes, 19 de mayo de 2015

Capítulo 4

Entramos a un restaurante muy elegante. Había candelabros por todas partes y lámparas como las del Titanic colgaban del techo cada cierto intervalo, dándole un brillo dorado al lugar. El hombre alto me tenía colgando de su brazo, caminando a su lado mientras hombres (la mayoría mayores que él) nos observaban con ojo crítico, juzgando la compañía de quien entraba, y probablemente preguntándose cuanto costaban.

Mi ahora amo me arrastró hacia una mesa donde todos eran hombres de mínimo cuarenta y cinco años, y tenían a su lado mujeres -o más bien chicas- de máximo veintiún años. Me estremecí sin poder evitarlo.

-Siéntate- Me ordenó mi comprador y me acercó a una de las sillas desocupadas. Me senté e inmediatamente las miradas expertas se posaron en mí.

-¿Cuánto te costó J..?-

-Por favor no digas mi nombre- Interrumpió mi amo. ¿Así que su nombre comenzaba con J? Luego
suspiró y volvió a su postura rígida, respondiendo la pregunta de su compañero. -Lo suficiente como para que esta me dure algún tiempo-

-Está buena- Comentó un morocho de ojos azules.

-Consígueme una así a mí- Pidió un anciano cabello blanco con manchas extrañas en su cara.

-Sus pechos tienen que ser operados ¿No?- Preguntó un pelirrojo con barba en forma de candado, mirando descaradamente mis pechos que sobresalían del escote.

-No les interesa ni una mierda- Respondió el hombre alto (que aún no sabía su nombre) con el rostro rojo de furia. -La compré yo así que el que se la va a tirar soy yo- Se sentó entre el morocho ojos azules y de mí.

-Oh, ¿Así que aún no te tiras a esta preciosura?- El viejo de manchas me tomó del mentón.

-La acabo de comprar ayer- Contestó J (ya que solo sabía su inicial le iba a decir así, como Jota en inglés) y le quitó la mano de mi barbilla con sequedad. -Pero déjame decirte que con el vestido que lleva puesto no va a durar mucho- Todos rieron como si en verdad les diera gracia. Para mí no tenía gracia, me daba escalofrío pensar en lo que ese hombre me haría. Pasé mi vista por todo el salón, tratando de distraerme de lo inevitable, pronto me di cuenta que no todas las mujeres de ahí estaban por obligación, unas parecían ser felizmente casadas con los hombres que sostenían sus manos encima de la mesa, otras bailaban a gusto con su pareja al ritmo lento de la música.

De repente, sin previo aviso sentí una mano recorrer mi muslo con descarada lentitud. No pude evitar tensarme y mi comprador que tenía al lado dirigió su dedo índice de la mano que tenía libre a sus labios, en gesto de que me callara, mientras su otra mano abría mis piernas para tocarme íntimamente. Los largos dedos rozaban la parte interna de mi muslo y poco a poco se acercaban al punto de intersección entre mis piernas. Quería salir corriendo de ese lugar y llorar hasta olvidarme que no podía hacer nada contra esto, aunque fuera una estupidez, quería ser una de esas esposas que reían cariñosamente con sus maridos, porque ellas estaban con ellos porque querían, porque lo habían decidido así. En cambio yo estaba con la mano de un hombre que conocía hace un día entre mis piernas, de una manera que el instinto me gritaba que no lo dejara, pero no podía prohibírselo, no podía negarme a complacer a este hombre, porque para eso me había comprado él, y yo no tenía palabra en ello, tan poco yo valía que tenía más que claro que lo que yo piense no importaba... y lo aceptaba, toda mi vida había sabido eso.

Me tensé aún más cuando la mano se abrió paso hasta llegar a una esquina de mis bragas. Un jadeo asustadizo se escapó de mis labios, alejé un poco mi silla de la mesa y todas las demás personas sentadas a nuestro alrededor giraron su atención hacia nosotros, pero luego volvieron a lo que estaban haciendo antes, sin darle importancia a mi reacción.

-Sh Shh Shh. Nadie te dijo que te alejaras de mi mano- Me susurró el imprudente hombre en mi oído para que solo yo lo pudiera escuchar. Lo miré a los ojos tratando de pedirle que no me haga hacer esto, pero él me devolvió una mirada dura e inflexible. -Regresa acá- Me ordenó por lo bajo. Suspiré derrotada y volví a acercar mi silla. Esta vez él no tardó en llegar hasta mis bragas y las separó hacia un lado. Agaché mi cabeza con vergüenza mientras la impotencia de no poder hacer nada me llenaba.

Una sensación completamente nueva se apoderó de mí cuando su mano rozó mi vello púbico, hormigas parecían marchar desde el lugar que él había tocado hasta la boca de mi estómago. Me revolví en mi asiento y J sonrió engreídamente, una media sonrisa que me ponía nerviosa. Su dedo índice recorrió toda mi feminidad y luego el pulgar se sumó para entreabrir mis paredes vaginales, cuando lo hizo no pude sentirme más expuesta. El hombre compuso una expresión de concentración y al rato sentí como poco a poco metía su dedo corazón dentro de mí, y cuando estaba cerca de entrar por completo, metió lo que faltaba con dureza, de un solo empujón, lo que me hizo gemir de dolor y querer retroceder otra vez, pero él utilizó su otra mano para sostener mi antebrazo. No soportaba esta incomodidad, quería que me dé mi espacio, pero en lugar de eso su dedo estudió mi feminidad con rudeza, explorando mientras mis lágrimas amenazaban con salir.

Cuando estaba a punto de rogarle que parara, J lo hizo por sí solo. Sacó su dedo con poca delicadeza, pronto me di cuenta que era porque la comida ya había llegado, los meseros nos servían comida como la que jamás esperé ver en persona. Eran canelones con mucho queso mozzarella y pollo a la milanesa. Estaba a punto de tomar un bocado, cuando un tenedor aterrizó en mi plato, bloqueando mi acceso.

-No comerás esto- Me informó mi comprador. -No quiero que te vuelvas una gorda inútil, mañana te llevaré a un nutricionista para que nos diga que puedes comer para mantenerte en forma para mí-

-Oh vamos, déjala comer por hoy. La muchacha necesita alimentarse, además quemará todas las calorías con lo que le harás hoy, de seguro- Dijo el pelirrojo con bigote. El amo se tomó unos segundos para pensarlo pero luego asintió aprobando.

-Está bien, cómete la mitad Claire-

-Sí- Asentí agradecida. Él alzó una ceja.

-¿Si qué?- No entendía a lo que se refería, pero por suerte él pareció entender mi expresión confusa. -Sí, amo- ¿Qué? ¿Quería que le diga así delante de más personas? -Te estoy esperando- Bajé la cabeza mientras mis mejillas se calentaban por la vergüenza.

-Sí, amo-

-Tendré que enseñarte mejor- Fue lo único que me dijo antes de ponerse a comer.

Cuando terminé de comer la mitad de mi porción J me arrastró hacia la pista de baile sin pedírmelo ni avisarme, simplemente me hizo levantarme de mi puesto y fuimos a la pista. Colocó sus dos grandes manos en mis caderas y me pegó a su cuerpo. Como era de esperarse de un lugar tan elegante, la música era suave y lenta y de alguna manera mi comprador aprovechó estas dos cosas para hacer de nuestro baile movimientos sensuales.

En uno de los giros que me hizo dar, terminé de espaldas a él y pegó mi trasero a su miembro, sin pudor ni vergüenza. No sabía si era cosa mía pero sentía un serio problema en sus pantalones, parecían que iban a explotar de tan estrechos que le quedaban en su parte delantera. Sus movimientos ya habían perdido ritmo de la música, y en lugar de eso su pelvis se movía a su propio ritmo, alimentando la excitación del hombre que me había comprado únicamente para que le dé placer en momentos como este.

-Vámonos- Murmuró en mi oído para luego morder el lóbulo de mi oreja.

Tomó mi mano con firmeza y nos dirigió hacia la salida sin siquiera despedirse de sus socios.

Cuando llegamos a su casa, me arrastró hasta un cuarto del piso de arriba, cerró la puerta detrás de sí con seguro y se volvió para encararme.

-Con ese vestido puesto no puedo pensar en otra cosa que quitártelo. Es curioso que lo haya comprado para vestirte y lo único que consiga es hacerme querer desnudarte- Se me cortó la respiración del miedo. ¿Me había llegado la hora? No, no, no, por favor no. No estaba lista, no podía hacer esto. -¿Sabes que Christopher, el hombre de ojos azules, me ofreció pagarme el doble de lo que pagué por tí si te vendía esta misma noche?- Se acercó tentativamente a mí con los ojos más penetrantes que nunca. -Pero no es él el que te follará hoy día- Me cogió las muñecas para que no escapara. -Soy yo, yo te follaré toda la noche, todos los días si es posible, mañana amanecerás tan dolorida que no querrás cerrar las piernas- Un escalofrió me hizo temblar de miedo y mi corazón palpitó a mil por hora debido a sus rudas palabras.

-Por favor no- Chillé como niña pequeña y traté de zafarme de su agarre pero él no me soltó ni un poco. -Haré lo que quiera pero por favor deme tiempo-

-¿Quién es tu amo?- Me zarandeó para que le responda.

-Usted-

-Exacto, tu dueño soy yo. Tu cuerpo es mío, no me importa que tú no quieras, no me importa lo que tengas que decir al respecto, tú solo tienes que agachar la cabeza y obedecer lo que yo te ordene, aceptar que yo te quiera follar cuando sea, como sea, donde sea, tú solo tienes que esperar a que yo termine contigo, sin opinar ni rechistar, porque no te servirá de nada. Yo no tengo compasión de tí y tú vas a tener que aprender que a mí se me respeta- Mis ojos estaban llorosos y la voz no me salía, él trató de empujarme a la cama pero yo me resistí, al final él pudo fácilmente lanzarme y se giró a buscar algo en el armario. Yo me acerqué al espaldar de la cama a rastras, no tenía donde escapar, cuando el hombre se volvió hacia mí, yo hice el intento de pararme pero él me empujó del estómago y el metal de las esposas que tenía en la mano brilló, me revolví en el colchón mientras trataba de coger mi muñeca para esposarla al espaldar de la cama. Como era de esperarse, lo consiguió y amarró mis muñecas una por una por encima de mi cabeza. El pánico se apoderó de mí y me moví de un lado para otro.

-Quieta- Me ordenó mi captor, pero no le hice caso. -Si no te tranquilizas te juro que te bofeteo- Mis muñecas comenzaron a punzar así que paré un rato. -Muy bien, vamos a ver lo que tenemos aquí- Acercó sus manos a mis pechos y los amoldó toscamente. -Son grandes- Anunció satisfecho, relamiéndose los labios. -Te los voy a mamar hasta dejarte marcas para que sepas que eres mía- Bajó las copas del brazier del vestido y se quedó observándome unos segundos, luego volvió a relamerse los labios y se agachó y acercó su boca a las aureolas de mis senos. Me chupó el derecho como si la vida se le fuera en eso, su lengua hacía círculos y jugueteaba para después dar paso a sus dientes que me mordieron sin piedad mientras su mano manoseaba mi otro pecho con rudeza. Solté un grito cuando su boca mordió demasiado fuerte mi pezón izquierdo. Era un martirio que sufrían mis senos debido a su falta de delicadeza, sabía que mañana no solo tendría marcas, tardarían en curarse del todo. Convulsionaba del dolor mientras mis muñecas punzaban por las ataduras. Cuando J terminó de manosearme, se alejó un poco para apreciar lo que su boca había hecho, sonrió satisfecho, me bajó por completo el vestido y lo lanzó hacia un lugar de la habitación. Yo estaba cansada de resistirme y el dolor me estaba debilitando un poco, pero sabía que esto aún no había acabado.

-Me encanta tu cuerpo- Dijo mientras pasaba la yema de sus dedos por mi estómago, por mis pechos de nuevo, por mi cuello y luego regresó a mi estómago para bajar a mis muslos, los pellizcó con apreciación y luego movió su mano encima de mis bragas, masajeó mi vagina por encima de la tela y la rompió dejándome descubierta. La desesperación que provocaba la impotencia me hacía convulsionar en grande oleadas. Me había imaginado muchas veces ser tomada por un hombre que me hubiera comprado del orfanato, pero ninguna clase de preparación se comparaba con estar viviéndolo en la vida real, justo ahora.

-Por favor no lo haga, se lo ruego-

-Oh no, nada de lo que me digas me hará posponer este momento. Estoy tan excitado que duele, siente- Llevó su miembro delante de mi cara y no pude evitar ver el gran bulto que se había formado en sus pantalones. Se alejó y salió de la cama, un poco de alivio me recorrió al no tenerlo cerca, pero pronto se desvaneció cuando lo vi desabrocharse el cinturón, luego la corbata y los zapatos armani negros. -¿Sabes cuánto te deseo?- Me preguntó pero no me dejó responder. -Lo suficiente para tener miedo- Prosiguió a sacarse la chaqueta y luego el reloj fossil que usaba en su muñeca izquierda.

Era horrible estar amarrada a una cama, desnuda e indefensa ante un hombre que estaba desvistiéndose mientras te veía como un objeto de placer.

Se desabotonó la camisa sin prisa, lentamente mientras sus ojos se posaron en los míos que estaban presos del miedo y sonrió de medio lado. Se volvió a acercar a mí e instintivamente cerré las piernas, aunque sabía que eso no iba a servir de nada, él se rió burlonamente y amarró mi pierna derecha con su camisa a la esquina de la cama. Pateé al aire con la pierna que me quedaba libre.

-Por favor, no, no- Sollocé mientras él se subía y se arrodillaba en el hueco que había entre mis rodillas. -¡No!- El pánico volvió a envolverme cuando él me besó apasionadamente, sin restricciones y succionando mi labio inferior con posesión. -No estoy lista, se lo ruego-

-Pero yo si estoy listo para que seas completamente mía- Se desabrochó los pantalones y se los bajó junto con sus boxers. Me atraganté con mi propia saliva cuando vi saltar al aire su bestial erección, era ENORME, la punta era liza y rojiza, lo demás estaba más duro que el mármol y su grosor me hacía llorar solo con verlo. Eso no iba a caber en mí ni aunque estuviera abierta, cosa que no era el caso y lo que lo hacía peor.

-¿Admirando el paisaje?- Me preguntó juguetonamente y me sonrojé hasta la raíz del cabello, me había pillado observándolo. Negué con la cabeza sin poder ocultar el miedo. -Claro que lo haces- Se posicionó entre mis piernas y pude sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, mordió mi cuello probablemente dejándome marca y miré para un lado, no quería ver esto. Abrió mi pierna que tenía libre y la flexionó para tener más accesibilidad. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas y un grito se escapó de mis labios cuando me sujetó de la cadera para coger fuerza y penetrarme de una sola y dura estocada. Decir que sentía que me rompía de adentro para fuera era poco, aunque literalmente me había roto, mi virginidad se acababa de romper y dolía como si me estuvieran arrancando las uñas una por una. Grité otra vez cuando mi dueño se retiró, por el dolor que causaba cada movimiento brusco por su parte y las lágrimas parecían no tener fin cuando otra vez entró en mí, quería que esto parara, suplicaba que esto se detuviera. Con cada embestida sentía como el enorme pene se clavaba en mí sin piedad y obligaba a mi sexo a dilatarse, por el esfuerzo que ejercía por recibirlo. Obviamente no estaba preparada para esto, pero cada penetración pareció eterna, no sabía si era la resistencia de este hombre en particular, pero se estaba demorando DEMASIADO en llegar al orgasmo y eso no ayudaba a mi cuerpo.

-Eres tan estrecha, justo como se esperaría de una virgen- Chillé cuando agarró mi trasero, empujándome para que lo reciba, por más imposible que parezca llegaba cada vez más profundo y eso hacía el dolor insoportable. -Bueno, ex virgen- Sonrió crudamente.

-Por favor ¡Ya! Me duele- Lloré pero él no cambió su expresión.

-Tengo que hacerlo, es tu deber ser mi mujer-

-Ya termine por favor-

-Yo soy el que decido cuando terminar- Me respondió escondiendo su cabeza en el hueco de mi cuello para morderme eróticamente. -¿Te duele? ¿Te duele esto?- Abrió más mi pierna y se impulsó en mi cadera para inyectar su miembro en mi cavidad que estaba muy sensible por su falta de delicadeza. Jadee mientras se me escapaba el aire de los pulmones por el dolor.

-Sí- Chillé. Él aumentó la velocidad de sus profundas penetraciones, provocando que me dilate más y luego se vino en mí, mientras me mordía con fervor el labio.

No se retiró, se quedó inerte ahí, aún dentro mío mientras apoyaba su cabeza en mi pecho. Estaba agradecida que ya no se moviera, pero todavía rogaba porque saliera y dejara descansar mi maltratado sexo. Cuando salió de mí y se levantó de la cama sentí una desgarradora punzada en mi entrepierna que me hizo arquearme.

-Mañana te tomarás la píldora del día después- Me vio que tenía la expresión confusa y aclaró. -No me he protegido y ni sueñes que me arriesgaré a tener niños contigo-

-Oh- Fue todo lo que dije debido a que el dolor no me dejaba hablar.

-Ahí está el baño así que te puedes limpiar o si quieres puedes dormir así, no me interesa- Se encogió de hombros. -Pero primero- Sonrió maliciosamente y luego sacó algo del cajón mientras yo seguía amarrada. -Sonríe- Me dijo cuándo el flash de una cámara llenó la habitación. -De recuerdo- Anunció mientras reía burlándose de un chiste que obviamente no tenía gracia. Imbécil. -Te desato pero por favor no te pongas a llorar otra vez- Una vez me hubo desatado quitó el seguro de la puerta y me dejo botada ahí, como basura.

A pesar de lo que me había pedido J, me encontré a mí misma llorando tendida en la cama. No entendía que clase de ser humano se merecía esto, ¿Cómo eran las monjas capaces de hacernos esto? ¿No les daba cargo de consciencia a la hora de dormir? Me daba escalofríos pensar que esto mismo les ocurría a las niñas de catorce años que eran ultrajadas en su año de debut, yo casi ya cumpliría dieciséis, pero ¿Y esas que tenían la mala suerte que las compren apenas salían a la venta? Claro está que para eso hemos sido criadas toda la vida, para complacer hombres, eso es lo que las monjas corruptas nos han enseñado, pero si yo estaba sufriendo así, no me podía imaginar que será de Emily, que tenía alguien a quien amar y que la amaba, y todo eso se le fue arrebatado para obedecer los caprichos de alguien que ni siquiera conoce.

Cuando terminé de asearme en el baño que me había indicado mi amo, regresé y me acosté con sumo cuidado en el colchón que se hundió bajo mi peso, como el hombre me había prometido, me dolía cerrar las piernas así que anduve despacio y observé la luz blanca que emanaba la luna llena detrás de la ventana. Suspiré, mañana sería otro día.

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¿Agarraron sus bragas? Jajajajaja

Es una pena que ya no este en wattpad, pero espero que me puedan ayudara volver a leerla y a comentarla por aquí :3

Capítulo 3


Pero que rayos. Mi corazón pareció reaccionar antes que yo y se puso a palpitar mil veces por segundo. No puede ser, por alguna razón que aún desconocía me causaba terror pensar en lo que este hombre sería capaz de hacerme. Y lo peor es que estaba totalmente a su merced, no podía hacer absolutamente nada contra él, mi cuerpo le pertenecía, yo le pertenecía.

-Me repugna tener que castigarte tu primer día, pero si no lo hago ahora no aprenderás después.-  Lo único que vi fue un rápido borrón cuando sentí la bofetada proveniente de su mano aterrizar en mi mejilla. La fuerza fue tal que caí en la cama secamente. Chillé y llevé una mano a mi mejilla pero la mirada del hombre que me había comprado seguía impasible.  -Te quedarás aquí.-  Cogió con firmeza la mano que tenía desocupada y me jaló hasta la pata delantera de la cama, sacó algo sólido y brillante de abajo de la cama y mi muñeca fue inmediatamente cubierta por algo frío. Esposas. Estaba siendo esposada a la pata. Solté mi mejilla para poder ver bien mi realidad. No podía ser posible, ¿Me iba a violar esposada a la cama?  -Para que entiendas como son las cosas aquí, cada vez que hagas algo malo, cada vez que no me obedezcas, terminarás aquí. No vas a poder salir ni comer hasta mañana por la mañana y si necesitas ir al baño, por ser tu primera vez te dejaré salir dos veces. Afuera hay un guardia que tendrá una copia de la llave y tendrá la orden de solo dejarte salir esas dos veces. No las desperdicies que las necesitarás y no hagas estupideces.- Acercó una mano a mi mejilla y secó las lágrimas que corrían a cántaros. -Piensa en mí mientras no estoy.- Sonrió duramente. -Desde ahora soy el único en el que puedes pensar.- Miré hacia arriba a sus ojos maliciosos como una cachorrita asustada, tal vez eso era. -Prepárate que mañana te hago mía.- Un grueso nudo se formó en mi garganta y las lágrimas corrieron por sí solas. Él no hizo nada para tranquilizarme, solo dio media vuelta y vi su fuerte espalda alejarse. Esta era la vida que me había tocado, y era totalmente vulnerable a ella. Me quedé sentada sobre mis rodillas, sollozando y sin poder hacer nada más que eso. No podría decir cuánto tiempo pasó hasta que parecí quedarme sin lágrimas que llorar y me acurruqué en la cama, echa una bolita con mi muñeca entumecida.

Como prometió el hombre, nunca me llevaron nada que comer, era la noche y tenía más hambre que león enjaulado, podía sentir el ardor de mi estómago causado por la bilis. En este momento hubiera suplicado por la comida horrible del orfanato; dicen que aprecias las cosas cuando ya no las tienes, bueno pues yo podría corroborar eso, besaría los pies de las monjas con tal de que me den algo de sustento. Había usado ya uno de mis permisos para ir al baño, aunque más que nada lo había usado para salir un momento de ese encarcelamiento, el guardia no me había sacado totalmente la esposa, solo me la había desconectado de la cama y luego cuando me condujo de nuevo a la habitación, me volvió a atar a la pata, como mascota castigada, aunque claro que eso era exactamente lo que yo era. No recuerdo haberme quedado dormida, pero sé que mis últimos pensamientos rondaron en como hubiera podido ser mi vida si mi madre no me hubiera dejado. 

***

-Despierta.- Una voz grave ordenó. Me volví hacia otro lado, aún tenía sueño. Oí un suspiro de resignación y en seguida sentí como unos fuertes brazos me alzaban y con paso suave pero firme me trasladaban. Fui dejada en un sofá con poca delicadeza pero no abrí los ojos, no quería volver a la realidad. -Despierta.- Repitió la misma voz grave pero esta vez elevando el tono.

-Buenos días.- Saludé con recelo.

-Hoy en la noche vamos a salir a una reunión.- Anunció sin rodeos. - Es de negocios así que compórtate y vístete con lo que te mande en la tarde. ¿Sabes maquillarte?-  Negué con miedo a que me castigue por inútil. -Entonces vendrá alguien a prepararte para hoy.- Dijo con sus fríos ojos de siempre, sin mostrar ninguna expresión en específico. Bajé la cabeza por instinto y asentí.

Él bajo la mirada hacia mí y me besó bruscamente. Mordió mi labio inferior con fervor y su lengua intrusa saboreó toda mi boca sin pedir permiso alguno, sabía que él tenía derecho sobre mí, aunque yo no esté de acuerdo. 

Terminó el beso como lo empezó, sin avisarme. Cuando se alejó pareció satisfecho de que yo no me haya defendido, pero molesto porque tampoco haya reaccionado. Aún así no dijo nada y se fue. Al momento que cruzó la puerta un chico, de más o menos 18 años se me acercó con un gorro de chef.

-Buenos días, el desayuno está servido si gustas comer.- Me avisó con tono amable y jovial. Era muy simpático, su cabello rubio pálido le daba un aire atractivo y sus ojos debajo de cejas espesas, eran azules llenos de profundidad, como el océano cuando es iluminado por el sol.

-Me, me, me gustaría.- Respondí con voz ronca por la falta de uso. Él en seguida sonrió haciendo que se achinaran sus ojos y me indicó con la mano que lo siguiera. Apenas me senté en la mesa devoré lo que había en el plato en un dos por tres y el chico rubio me miró divertido.

-¿Quieres más?-  Asentí apenada, limpiándome los restos que quedaban en mi cara. Mientras veía como entraba a la cocina a por más comida para mí, me armé de valor y le pregunté por su nombre. -¿Puedo saber cómo te llamas?-

-Jev- Regresó con mi plato lleno otra vez y en cuanto lo puso delante mío lo devoré enseguida.

No volví a hablar con Jev y él tampoco hizo ademán de querer conversar más conmigo. Quise explorar la casa (más bien mansión) pero el guardia que había cuidado mi puerta no me había dejado, simplemente me llevó a un cuarto donde se suponía que podía estar. Había un televisor así que lo prendí, estuve viendo The Simpsons hasta que me aburrí y fui a la ventana, daba vista hacia una gran piscina en el patio trasero. No era mucho con lo que entretenerme pero tampoco era como si en el orfanato tuviera muchas cosas que hacer. 

A una determinada hora llegó una mujer con el cabello tinturado en platino y brillante. Me miró con asco y cuando examinó mi cabello literalmente gritó del susto.

-¿Pero que le has hecho a tu cabello? ¿Acaso no conoces lo que es el acondicionador, niña?- Me preguntó escandalizada. Yo me limité a dejar que me lave el cabello (después que me mandara a bañar, cosa que no entendí para que me lavaba el cabello una segunda vez), me aplicara cremas raras y me lo secara, volviera a lavar, me lo secara de nuevo, me lo planchara, y me le hiciera un montón de cosas que en mi vida había hecho.  -Muy bien, voy a ver el vestido y regreso-  Me susurró con entusiasmo la señora, como si me estuviera contando un secreto. Regresó con un vestido envuelto en plástico y lo sacó para ponerlo encima de la cama. Era rojo, y con un escote muy pronunciado en los pechos, le di vuelta y tenía toda la espalda descubierta. Nunca me había vestido mostrando tanto, pero seguramente tenía que hacerlo si no quería que me castiguen luego. Una vez me puse el vestido, que me quedaba muy estrecho para mi gusto, la señora de cabello platino me maquilló pacientemente.

-Listo. Ahora estás presentable- Afirmó con orgullo y me tendió un espejo. Al principio creí que el espejo estaba apuntando a otra chica, en otra dirección, tal vez atrás mío o algo, pero luego descubrí mis propios ojos grises luminosos y resaltados por una gruesa capa de delineador y mis pestañas naturalmente claras estaban negras gracias al rímel. Mis labios estaban cubiertos por una capa de lápiz labial rojo carmín y la base aplicada a mi rostro escondía mis imperfecciones. Lo más sorprendente era mi cabello, que aunque conservaba su aburrido color rojo, estaba por primera vez lleno de brillo y volumen, recogido en una cola alta hacia un lado.

-¿Ya estás lista?- Preguntó una voz desde el pasillo, dirigí mi mirada hacia la ventana, ya era de noche. Ya debe de ser hora.

El hombre alto entró a la habitación, con un traje formal gris y con el cabello peinado hacia un lado. Su expresión se estancó en mí, repasando todo mi cuerpo, grabando cada detalle y alzando la mirada con lujuria hacia mis pechos. 

-Sabía que para tener quince años, tenías unos senos exquisitos.- Abrí mis ojos de par en par y me sonrojé bajando la cabeza para ocultar mi incomodidad. La señora que me había arreglado se retiró sin decir nada. Me daba miedo quedarme sola con este hombre mirándome así, como si fuera un pedazo de carne. -Ya es tarde, vayámonos antes que te desnude aquí mismo- Me sobresalté por la sinceridad de sus palabras. -Una cosa más, ni se te ocurra desobedecerme en la reunión, porque te prometo que el castigo de ayer te parecerá consolador comparado con lo que te esperará si no te comportas.- Tragué saliva. -Los hombres que van allá también tienen sus compañías, y son muy obedientes y tienen experiencia, así que no me hagas quedar mal.-

-¿Puedo saber tu nombre, ahora?-

-Llámame Amo.-

-¿Amo?-

-Sí.- Respondió secamente. -Yo te compré, soy tu dueño.- Me tomó el codo con fuerza y me jaló hacia la puerta de entrada sin decir nada más, como si eso fuera explicación suficiente, o yo no mereciera saber más.

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Bueno bueno, me gustaría saber todas y cada una de sus opiniones! No sean tímidas (o Tímidos) jajajaja

¿Qué les parece la historia? Está bien la ortografía, gramática blablabla?

sábado, 9 de mayo de 2015

Capítulo 2

Cuando tocó mi turno no pude evitar ponerme nerviosa, el hecho de que lleve un año en esto no significaba que no me diera miedo que me comprara un hombre que me maltratara.

-Claire, tiene quince años, sin duda virgen.- Me miró satisfecha, estaba segura que yo no corría el riesgo de haber perdido mi virginidad como Emily, tampoco tenía con quien haberlo hecho de todos modos. -Pelirroja de nacimiento y ojos grises... opacos.- Completó la monja, asqueada de mi apariencia. -Es muy sumisa y pondría mis manos al fuego por afirmar que se portará bien.-

-Estoy interesado en ella.- Anunció un hombre alto, robusto, con el cabello engominado hacia atrás. Se acercó a mí peligrosamente. -Pero primero necesito revisarla.- ¿Ah? No entendí a lo que se refería, pero la monja lo aprobó. El hombre sonrió maliciosamente y acercó una mano a mi pecho, su intención era meterla dentro de mi blusa, pero me alejé escandalizada. Él gruñó molesto.

-¡Mocosa compórtate! ¿Quién te crees para privar al señor? O te dejas manosear ahora mismo o te despides de tus cachibaches de dibujo.-

-Lo lo lo siento.- Tartamudeé con la cabeza baja. Nunca antes me habían tocado como ese señor quería, algo dentro de mí no quería que lo hiciera, pero sabía que no había opción.

-Ven acá.- Me ordenó el señor señalándome el piso impacientemente. Me acerqué a él con la mirada al suelo y él me agarró bruscamente la cintura para jalarme hacia su cuerpo imponente. Metió esta vez con descaro su mano dentro de mi sujetador y amasó mis pechos toscamente. -Uhmm sí, me la llevo.- Ronroneó satisfecho. Alcé la cabeza y me encontré con las miradas de lástima de todas mis compañeras. No, esto no me estaba pasando a mí, no podía ser. Por favor que esto sea una de las tantas pesadillas que he tenido sobre esto, que una de las monjas me despierte a gritos como tantas veces habían hecho y que pueda levantarme de este mal sueño. No me quería ir de aquí, aunque odiaba este lugar, ya me había acostumbrado a todas las cosas que aborrecía. Ya me acostumbré a la mala comida, a los trabajos forzados, a las monjas corruptas, hasta a Twigall. No me importaba que aquí me traten mal, porque estoy segura que en los ojos del señor veo que me tratará peor. A la mierda, no quiero nada de esto, simplemente no quiero vivir mi vida, por lo menos Emily conoció lo que es el verdadero amor (si es que existe, porque según las monjas no existe), pero yo no he tenido nada bonito, nunca nadie me ha tratado con cariño. En este momento no sé que es peor, si haber conocido el amor profundamente durante poco tiempo, como Emily o nunca haberlo conocido, como yo. Tal vez mi ventaja es que no voy a tener que rebanarme los sesos pensando en que será de la persona que amo cuando me vaya, en cambio Emily seguramente no aguantará el llanto de imaginarse como estará Drew en cuanto se levante del sueño forzado. Seguramente él buscará la forma de verla o tal vez se mate, pero eso yo tampoco lo sabré porque yo también me voy. Me han comprado.

Una vez el hombre alto le entrega un cheque a madre Martha, me agarra del brazo y me jala bruscamente. Cuando salimos de la sala no me despido de nadie, simplemente veo a unas cuantas monjas caminando por los pasillos y una se le acerca a mi comprador.

-Buena elección.- Aprueba la monja. -Ella es tranquila, seguro se le hará fácil sobrellevarla. ¿Quiere que la duerma o prefiere llevársela así?- El hombre que ahora me doy cuenta tiene ojos marrón intenso me estudia un momento y luego niega con la cabeza.

-Me la llevo consciente.- Me tenso visiblemente. Esto me aterra, ¿Por qué me tocó esta vida? No la merecía.

Me jaló de la mano por todo el orfanato hasta que en una baldosa mal puesta me tropecé y él suspiró exasperado y me arrastro del cabello.

-Me duele, me duele. Por favor suéltame.-

-No me importa.- Respondió impasible.

-Por favor, suéltame.- Me dio una bofetada y siguió arrastrándome.

-Tu boca es demasiado mugrienta como para que me tutees. Y considera esto como castigo por haberme rechazado en tu presentación.-

-Lo siento, pero no estoy acostumbrada a que me toquen.- Murmuré bajito. Por fin llegamos al pie de un auto negro con vidrios tinturados del mismo color.

-¿Qué esperas? Entra.- Dijo seco. Yo me quedé parada con dubitación, no estaba segura de subirme al auto de un extraño. Él suspiró exasperado y abrió la puerta trasera. -No me estás obedeciendo y eso no te conviene.- Me advirtió. Esto era inevitable, pensé. Subí con la cabeza gacha al auto y me senté tímida.

El hombre que ahora era mi dueño se subió tras mío y se sentó mirándome con furia. -No me hagas que te castigue el primer día Claire.- Me tensé y bajé por más imposible que pareciera la cabeza. -Déjame explicarte en qué consistirá tu vida desde ahora.- Me propuso sin siquiera mirarme, vi que el chofer que iba manejando me miró con pena por el espejo retrovisor. -Desde ahora tú no decidirás nada, ni siquiera tu ropa, ni lo que te guste o no, haces lo que yo te diga cuando te lo diga cómo te lo diga, sin rechistar ni opinar.- Eso ya me lo esperaba.

-¿Y qué tengo que hacer además de eso?- Pregunté cohibida.

-Ser mi acompañante. Harás de mi pareja en reuniones importantes, pero no creas que por eso vales más, simplemente es porque no tengo tiempo para andar buscando pareja, y mi padre está últimamente empeñado en joderme la vida.- Sobó sus sienes frustrado. -Tu deber también será ser mi mujer en la cama, no me interesa cuantos años tengas, y ni creas que por eso tendré compasión de tí porque si no me obedeces como las monjas me aseguraron, te prometo que te arrepentirás.- Tragué saliva y no volví a hablar hasta que llegamos a una mansión que tenía el patio lleno de guardias, por dentro la fachada tenía un lujo que nunca me hubiera imaginado ver en mi vida. El señor que aún no sabía su nombre apoyó una gran mano en la parte baja de mi espalda y me llevó a una habitación en la planta baja, al entrar me esperaba ver algo diferente, pero en su lugar me encontré con un cuarto con una cama, eso era todo. No espejos, no ventanas, no televisión, no nada. Fruncí el ceño y no pude evitar preguntar.

-¿Qué es esto?-

-Te dije que te castigaría.- Posó sus oscuros ojos en mí y un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

-Dalia Green-