martes, 19 de mayo de 2015

Capítulo 4

Entramos a un restaurante muy elegante. Había candelabros por todas partes y lámparas como las del Titanic colgaban del techo cada cierto intervalo, dándole un brillo dorado al lugar. El hombre alto me tenía colgando de su brazo, caminando a su lado mientras hombres (la mayoría mayores que él) nos observaban con ojo crítico, juzgando la compañía de quien entraba, y probablemente preguntándose cuanto costaban.

Mi ahora amo me arrastró hacia una mesa donde todos eran hombres de mínimo cuarenta y cinco años, y tenían a su lado mujeres -o más bien chicas- de máximo veintiún años. Me estremecí sin poder evitarlo.

-Siéntate- Me ordenó mi comprador y me acercó a una de las sillas desocupadas. Me senté e inmediatamente las miradas expertas se posaron en mí.

-¿Cuánto te costó J..?-

-Por favor no digas mi nombre- Interrumpió mi amo. ¿Así que su nombre comenzaba con J? Luego
suspiró y volvió a su postura rígida, respondiendo la pregunta de su compañero. -Lo suficiente como para que esta me dure algún tiempo-

-Está buena- Comentó un morocho de ojos azules.

-Consígueme una así a mí- Pidió un anciano cabello blanco con manchas extrañas en su cara.

-Sus pechos tienen que ser operados ¿No?- Preguntó un pelirrojo con barba en forma de candado, mirando descaradamente mis pechos que sobresalían del escote.

-No les interesa ni una mierda- Respondió el hombre alto (que aún no sabía su nombre) con el rostro rojo de furia. -La compré yo así que el que se la va a tirar soy yo- Se sentó entre el morocho ojos azules y de mí.

-Oh, ¿Así que aún no te tiras a esta preciosura?- El viejo de manchas me tomó del mentón.

-La acabo de comprar ayer- Contestó J (ya que solo sabía su inicial le iba a decir así, como Jota en inglés) y le quitó la mano de mi barbilla con sequedad. -Pero déjame decirte que con el vestido que lleva puesto no va a durar mucho- Todos rieron como si en verdad les diera gracia. Para mí no tenía gracia, me daba escalofrío pensar en lo que ese hombre me haría. Pasé mi vista por todo el salón, tratando de distraerme de lo inevitable, pronto me di cuenta que no todas las mujeres de ahí estaban por obligación, unas parecían ser felizmente casadas con los hombres que sostenían sus manos encima de la mesa, otras bailaban a gusto con su pareja al ritmo lento de la música.

De repente, sin previo aviso sentí una mano recorrer mi muslo con descarada lentitud. No pude evitar tensarme y mi comprador que tenía al lado dirigió su dedo índice de la mano que tenía libre a sus labios, en gesto de que me callara, mientras su otra mano abría mis piernas para tocarme íntimamente. Los largos dedos rozaban la parte interna de mi muslo y poco a poco se acercaban al punto de intersección entre mis piernas. Quería salir corriendo de ese lugar y llorar hasta olvidarme que no podía hacer nada contra esto, aunque fuera una estupidez, quería ser una de esas esposas que reían cariñosamente con sus maridos, porque ellas estaban con ellos porque querían, porque lo habían decidido así. En cambio yo estaba con la mano de un hombre que conocía hace un día entre mis piernas, de una manera que el instinto me gritaba que no lo dejara, pero no podía prohibírselo, no podía negarme a complacer a este hombre, porque para eso me había comprado él, y yo no tenía palabra en ello, tan poco yo valía que tenía más que claro que lo que yo piense no importaba... y lo aceptaba, toda mi vida había sabido eso.

Me tensé aún más cuando la mano se abrió paso hasta llegar a una esquina de mis bragas. Un jadeo asustadizo se escapó de mis labios, alejé un poco mi silla de la mesa y todas las demás personas sentadas a nuestro alrededor giraron su atención hacia nosotros, pero luego volvieron a lo que estaban haciendo antes, sin darle importancia a mi reacción.

-Sh Shh Shh. Nadie te dijo que te alejaras de mi mano- Me susurró el imprudente hombre en mi oído para que solo yo lo pudiera escuchar. Lo miré a los ojos tratando de pedirle que no me haga hacer esto, pero él me devolvió una mirada dura e inflexible. -Regresa acá- Me ordenó por lo bajo. Suspiré derrotada y volví a acercar mi silla. Esta vez él no tardó en llegar hasta mis bragas y las separó hacia un lado. Agaché mi cabeza con vergüenza mientras la impotencia de no poder hacer nada me llenaba.

Una sensación completamente nueva se apoderó de mí cuando su mano rozó mi vello púbico, hormigas parecían marchar desde el lugar que él había tocado hasta la boca de mi estómago. Me revolví en mi asiento y J sonrió engreídamente, una media sonrisa que me ponía nerviosa. Su dedo índice recorrió toda mi feminidad y luego el pulgar se sumó para entreabrir mis paredes vaginales, cuando lo hizo no pude sentirme más expuesta. El hombre compuso una expresión de concentración y al rato sentí como poco a poco metía su dedo corazón dentro de mí, y cuando estaba cerca de entrar por completo, metió lo que faltaba con dureza, de un solo empujón, lo que me hizo gemir de dolor y querer retroceder otra vez, pero él utilizó su otra mano para sostener mi antebrazo. No soportaba esta incomodidad, quería que me dé mi espacio, pero en lugar de eso su dedo estudió mi feminidad con rudeza, explorando mientras mis lágrimas amenazaban con salir.

Cuando estaba a punto de rogarle que parara, J lo hizo por sí solo. Sacó su dedo con poca delicadeza, pronto me di cuenta que era porque la comida ya había llegado, los meseros nos servían comida como la que jamás esperé ver en persona. Eran canelones con mucho queso mozzarella y pollo a la milanesa. Estaba a punto de tomar un bocado, cuando un tenedor aterrizó en mi plato, bloqueando mi acceso.

-No comerás esto- Me informó mi comprador. -No quiero que te vuelvas una gorda inútil, mañana te llevaré a un nutricionista para que nos diga que puedes comer para mantenerte en forma para mí-

-Oh vamos, déjala comer por hoy. La muchacha necesita alimentarse, además quemará todas las calorías con lo que le harás hoy, de seguro- Dijo el pelirrojo con bigote. El amo se tomó unos segundos para pensarlo pero luego asintió aprobando.

-Está bien, cómete la mitad Claire-

-Sí- Asentí agradecida. Él alzó una ceja.

-¿Si qué?- No entendía a lo que se refería, pero por suerte él pareció entender mi expresión confusa. -Sí, amo- ¿Qué? ¿Quería que le diga así delante de más personas? -Te estoy esperando- Bajé la cabeza mientras mis mejillas se calentaban por la vergüenza.

-Sí, amo-

-Tendré que enseñarte mejor- Fue lo único que me dijo antes de ponerse a comer.

Cuando terminé de comer la mitad de mi porción J me arrastró hacia la pista de baile sin pedírmelo ni avisarme, simplemente me hizo levantarme de mi puesto y fuimos a la pista. Colocó sus dos grandes manos en mis caderas y me pegó a su cuerpo. Como era de esperarse de un lugar tan elegante, la música era suave y lenta y de alguna manera mi comprador aprovechó estas dos cosas para hacer de nuestro baile movimientos sensuales.

En uno de los giros que me hizo dar, terminé de espaldas a él y pegó mi trasero a su miembro, sin pudor ni vergüenza. No sabía si era cosa mía pero sentía un serio problema en sus pantalones, parecían que iban a explotar de tan estrechos que le quedaban en su parte delantera. Sus movimientos ya habían perdido ritmo de la música, y en lugar de eso su pelvis se movía a su propio ritmo, alimentando la excitación del hombre que me había comprado únicamente para que le dé placer en momentos como este.

-Vámonos- Murmuró en mi oído para luego morder el lóbulo de mi oreja.

Tomó mi mano con firmeza y nos dirigió hacia la salida sin siquiera despedirse de sus socios.

Cuando llegamos a su casa, me arrastró hasta un cuarto del piso de arriba, cerró la puerta detrás de sí con seguro y se volvió para encararme.

-Con ese vestido puesto no puedo pensar en otra cosa que quitártelo. Es curioso que lo haya comprado para vestirte y lo único que consiga es hacerme querer desnudarte- Se me cortó la respiración del miedo. ¿Me había llegado la hora? No, no, no, por favor no. No estaba lista, no podía hacer esto. -¿Sabes que Christopher, el hombre de ojos azules, me ofreció pagarme el doble de lo que pagué por tí si te vendía esta misma noche?- Se acercó tentativamente a mí con los ojos más penetrantes que nunca. -Pero no es él el que te follará hoy día- Me cogió las muñecas para que no escapara. -Soy yo, yo te follaré toda la noche, todos los días si es posible, mañana amanecerás tan dolorida que no querrás cerrar las piernas- Un escalofrió me hizo temblar de miedo y mi corazón palpitó a mil por hora debido a sus rudas palabras.

-Por favor no- Chillé como niña pequeña y traté de zafarme de su agarre pero él no me soltó ni un poco. -Haré lo que quiera pero por favor deme tiempo-

-¿Quién es tu amo?- Me zarandeó para que le responda.

-Usted-

-Exacto, tu dueño soy yo. Tu cuerpo es mío, no me importa que tú no quieras, no me importa lo que tengas que decir al respecto, tú solo tienes que agachar la cabeza y obedecer lo que yo te ordene, aceptar que yo te quiera follar cuando sea, como sea, donde sea, tú solo tienes que esperar a que yo termine contigo, sin opinar ni rechistar, porque no te servirá de nada. Yo no tengo compasión de tí y tú vas a tener que aprender que a mí se me respeta- Mis ojos estaban llorosos y la voz no me salía, él trató de empujarme a la cama pero yo me resistí, al final él pudo fácilmente lanzarme y se giró a buscar algo en el armario. Yo me acerqué al espaldar de la cama a rastras, no tenía donde escapar, cuando el hombre se volvió hacia mí, yo hice el intento de pararme pero él me empujó del estómago y el metal de las esposas que tenía en la mano brilló, me revolví en el colchón mientras trataba de coger mi muñeca para esposarla al espaldar de la cama. Como era de esperarse, lo consiguió y amarró mis muñecas una por una por encima de mi cabeza. El pánico se apoderó de mí y me moví de un lado para otro.

-Quieta- Me ordenó mi captor, pero no le hice caso. -Si no te tranquilizas te juro que te bofeteo- Mis muñecas comenzaron a punzar así que paré un rato. -Muy bien, vamos a ver lo que tenemos aquí- Acercó sus manos a mis pechos y los amoldó toscamente. -Son grandes- Anunció satisfecho, relamiéndose los labios. -Te los voy a mamar hasta dejarte marcas para que sepas que eres mía- Bajó las copas del brazier del vestido y se quedó observándome unos segundos, luego volvió a relamerse los labios y se agachó y acercó su boca a las aureolas de mis senos. Me chupó el derecho como si la vida se le fuera en eso, su lengua hacía círculos y jugueteaba para después dar paso a sus dientes que me mordieron sin piedad mientras su mano manoseaba mi otro pecho con rudeza. Solté un grito cuando su boca mordió demasiado fuerte mi pezón izquierdo. Era un martirio que sufrían mis senos debido a su falta de delicadeza, sabía que mañana no solo tendría marcas, tardarían en curarse del todo. Convulsionaba del dolor mientras mis muñecas punzaban por las ataduras. Cuando J terminó de manosearme, se alejó un poco para apreciar lo que su boca había hecho, sonrió satisfecho, me bajó por completo el vestido y lo lanzó hacia un lugar de la habitación. Yo estaba cansada de resistirme y el dolor me estaba debilitando un poco, pero sabía que esto aún no había acabado.

-Me encanta tu cuerpo- Dijo mientras pasaba la yema de sus dedos por mi estómago, por mis pechos de nuevo, por mi cuello y luego regresó a mi estómago para bajar a mis muslos, los pellizcó con apreciación y luego movió su mano encima de mis bragas, masajeó mi vagina por encima de la tela y la rompió dejándome descubierta. La desesperación que provocaba la impotencia me hacía convulsionar en grande oleadas. Me había imaginado muchas veces ser tomada por un hombre que me hubiera comprado del orfanato, pero ninguna clase de preparación se comparaba con estar viviéndolo en la vida real, justo ahora.

-Por favor no lo haga, se lo ruego-

-Oh no, nada de lo que me digas me hará posponer este momento. Estoy tan excitado que duele, siente- Llevó su miembro delante de mi cara y no pude evitar ver el gran bulto que se había formado en sus pantalones. Se alejó y salió de la cama, un poco de alivio me recorrió al no tenerlo cerca, pero pronto se desvaneció cuando lo vi desabrocharse el cinturón, luego la corbata y los zapatos armani negros. -¿Sabes cuánto te deseo?- Me preguntó pero no me dejó responder. -Lo suficiente para tener miedo- Prosiguió a sacarse la chaqueta y luego el reloj fossil que usaba en su muñeca izquierda.

Era horrible estar amarrada a una cama, desnuda e indefensa ante un hombre que estaba desvistiéndose mientras te veía como un objeto de placer.

Se desabotonó la camisa sin prisa, lentamente mientras sus ojos se posaron en los míos que estaban presos del miedo y sonrió de medio lado. Se volvió a acercar a mí e instintivamente cerré las piernas, aunque sabía que eso no iba a servir de nada, él se rió burlonamente y amarró mi pierna derecha con su camisa a la esquina de la cama. Pateé al aire con la pierna que me quedaba libre.

-Por favor, no, no- Sollocé mientras él se subía y se arrodillaba en el hueco que había entre mis rodillas. -¡No!- El pánico volvió a envolverme cuando él me besó apasionadamente, sin restricciones y succionando mi labio inferior con posesión. -No estoy lista, se lo ruego-

-Pero yo si estoy listo para que seas completamente mía- Se desabrochó los pantalones y se los bajó junto con sus boxers. Me atraganté con mi propia saliva cuando vi saltar al aire su bestial erección, era ENORME, la punta era liza y rojiza, lo demás estaba más duro que el mármol y su grosor me hacía llorar solo con verlo. Eso no iba a caber en mí ni aunque estuviera abierta, cosa que no era el caso y lo que lo hacía peor.

-¿Admirando el paisaje?- Me preguntó juguetonamente y me sonrojé hasta la raíz del cabello, me había pillado observándolo. Negué con la cabeza sin poder ocultar el miedo. -Claro que lo haces- Se posicionó entre mis piernas y pude sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, mordió mi cuello probablemente dejándome marca y miré para un lado, no quería ver esto. Abrió mi pierna que tenía libre y la flexionó para tener más accesibilidad. Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas y un grito se escapó de mis labios cuando me sujetó de la cadera para coger fuerza y penetrarme de una sola y dura estocada. Decir que sentía que me rompía de adentro para fuera era poco, aunque literalmente me había roto, mi virginidad se acababa de romper y dolía como si me estuvieran arrancando las uñas una por una. Grité otra vez cuando mi dueño se retiró, por el dolor que causaba cada movimiento brusco por su parte y las lágrimas parecían no tener fin cuando otra vez entró en mí, quería que esto parara, suplicaba que esto se detuviera. Con cada embestida sentía como el enorme pene se clavaba en mí sin piedad y obligaba a mi sexo a dilatarse, por el esfuerzo que ejercía por recibirlo. Obviamente no estaba preparada para esto, pero cada penetración pareció eterna, no sabía si era la resistencia de este hombre en particular, pero se estaba demorando DEMASIADO en llegar al orgasmo y eso no ayudaba a mi cuerpo.

-Eres tan estrecha, justo como se esperaría de una virgen- Chillé cuando agarró mi trasero, empujándome para que lo reciba, por más imposible que parezca llegaba cada vez más profundo y eso hacía el dolor insoportable. -Bueno, ex virgen- Sonrió crudamente.

-Por favor ¡Ya! Me duele- Lloré pero él no cambió su expresión.

-Tengo que hacerlo, es tu deber ser mi mujer-

-Ya termine por favor-

-Yo soy el que decido cuando terminar- Me respondió escondiendo su cabeza en el hueco de mi cuello para morderme eróticamente. -¿Te duele? ¿Te duele esto?- Abrió más mi pierna y se impulsó en mi cadera para inyectar su miembro en mi cavidad que estaba muy sensible por su falta de delicadeza. Jadee mientras se me escapaba el aire de los pulmones por el dolor.

-Sí- Chillé. Él aumentó la velocidad de sus profundas penetraciones, provocando que me dilate más y luego se vino en mí, mientras me mordía con fervor el labio.

No se retiró, se quedó inerte ahí, aún dentro mío mientras apoyaba su cabeza en mi pecho. Estaba agradecida que ya no se moviera, pero todavía rogaba porque saliera y dejara descansar mi maltratado sexo. Cuando salió de mí y se levantó de la cama sentí una desgarradora punzada en mi entrepierna que me hizo arquearme.

-Mañana te tomarás la píldora del día después- Me vio que tenía la expresión confusa y aclaró. -No me he protegido y ni sueñes que me arriesgaré a tener niños contigo-

-Oh- Fue todo lo que dije debido a que el dolor no me dejaba hablar.

-Ahí está el baño así que te puedes limpiar o si quieres puedes dormir así, no me interesa- Se encogió de hombros. -Pero primero- Sonrió maliciosamente y luego sacó algo del cajón mientras yo seguía amarrada. -Sonríe- Me dijo cuándo el flash de una cámara llenó la habitación. -De recuerdo- Anunció mientras reía burlándose de un chiste que obviamente no tenía gracia. Imbécil. -Te desato pero por favor no te pongas a llorar otra vez- Una vez me hubo desatado quitó el seguro de la puerta y me dejo botada ahí, como basura.

A pesar de lo que me había pedido J, me encontré a mí misma llorando tendida en la cama. No entendía que clase de ser humano se merecía esto, ¿Cómo eran las monjas capaces de hacernos esto? ¿No les daba cargo de consciencia a la hora de dormir? Me daba escalofríos pensar que esto mismo les ocurría a las niñas de catorce años que eran ultrajadas en su año de debut, yo casi ya cumpliría dieciséis, pero ¿Y esas que tenían la mala suerte que las compren apenas salían a la venta? Claro está que para eso hemos sido criadas toda la vida, para complacer hombres, eso es lo que las monjas corruptas nos han enseñado, pero si yo estaba sufriendo así, no me podía imaginar que será de Emily, que tenía alguien a quien amar y que la amaba, y todo eso se le fue arrebatado para obedecer los caprichos de alguien que ni siquiera conoce.

Cuando terminé de asearme en el baño que me había indicado mi amo, regresé y me acosté con sumo cuidado en el colchón que se hundió bajo mi peso, como el hombre me había prometido, me dolía cerrar las piernas así que anduve despacio y observé la luz blanca que emanaba la luna llena detrás de la ventana. Suspiré, mañana sería otro día.

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¿Agarraron sus bragas? Jajajajaja

Es una pena que ya no este en wattpad, pero espero que me puedan ayudara volver a leerla y a comentarla por aquí :3

3 comentarios:

  1. Concuerdo: Es una pena que ya no esté en wattpad... Es una muy, muuy buena historia y la excusa que dieron para eliminarla fue bien estúpida. Peeero aquí esta, OTS is a survivor!

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  2. Hola disculpen mi ignorancia pero porque lo sacaron de wattpad yo lo tenia en mi biblioteca y cuando quise leerlo ya no estaba

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  3. Es una de mis novelas preferidas y me dolio mucho que la quitaran de wattpad y hoy di con la concidencia de que me puse a revisar tu perfil y la encontre.

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