viernes, 22 de mayo de 2015

Capítulo 5

-Aaaaahhhhh-El grito agudo de la mujer rubia al pie de la puerta me despertó. Me miró espantada, colocando su mano en uno de sus exuberantes pechos postizos. -¡River! ¡River! Tu psicópata hijo trajo de nuevo a una chiquilla a la casa-

-¿Qué? ¿De qué hablas?- Escuché una voz masculina pero suave responder por detrás de la mujer. Luego entró la cabeza por la puerta abierta de la habitación en que me encontraba y suspiró al ver mis ojos llenos de miedo. -Otra vez una pelirroja, aún no la supera- Comentó el hombre que ahora veía era como de unos sesenta años, con traje como el de J y cabello plateado como de peluquería. -¿Cuántos años tienes chiquilla?- Me preguntó acercándose a la cama.

Me quedé en silencio ya que la voz no me salía y tenía mucha desconfianza de este hombre.

-Creo que tiene miedo- Comentó para atrás a la mujer. -¿Puedes venir tú a verla?-

-Ay no ¿Y si muerde?- Se quejó la voz extremadamente aguda de la rubia, el hombre mayor rodó los ojos y suspiró.

-No pienso hacerte daño, niña. ¿Ves a la que está allá?- Señaló a la rubia. -Es mi cuarta esposa-

-Quinta- Corrigió la mujer.

-Como sea, es mi quinta esposa. ¿No voy a querer engañar a mi esposa contigo, no? Menos si está presente- Rió y me dio gracia el humor que utilizó para bajar tensiones. -¿Cómo te llamas?- Me preguntó después de un momento que le pareció apropiado.

-Claire- Contesté con la garganta seca de llorar.

-¿Cuándo llegaste a esta casa Claire?-

-Hace dos días, me compró el amo- Solté el apodo que usaba para J sin darme cuenta y al instante me sonrojé por mi imprudencia.

-¿El amo?- Soltó aire negando con la cabeza, consternado. No sabría decir porque pero parecía que le extrañaba que lo llamara así. Que raro. -Mi hijo sí que está loco, cuantos años tendrá esta niña... ¿Dieciséis, diecisiete? Es menor de edad-

-Quince, pronto cumplo los dieciséis-

-¡QUINCE! River tu hijo es un delincuente pedófilo- Gritó escandalizada la quinta esposa del que ahora sé es padre de mi dueño.

-Esto es el colmo- Negó con la cabeza. -Claire anda a desayunar, le voy a decir a alguien que te traiga ropa- Me dijo mientras se daba vuelta y yo me quedaba en la cama enrollada en las sábanas de la noche anterior.

   ***

Mientras estaba desayunando con la ropa que me había dado la quinta esposa, que incluía una blusa azul marino que me quedaba un poco flojo en los pechos y en la cintura y unos shorts negros demasiado cortos, escuché una discusión que probablemente no debí haber escuchado en la planta alta.

-¡Pero no puedes comprar una niña!-

-Ya lo hice y tú también lo has hecho- Contestó la voz fría e impasible de J.

-Nunca una de quince años. ¡Quince!- Gritó la voz más suave, la del padre, exasperado.

-¿A caso unos cuantos años hacen la diferencia?- Preguntó de lo más tranquilo el amo y si hubiera podido verlo estoy segura que se estaba encogiendo de hombros. -Es igual-

-Por supuesto que no. ¿Has pensado en el trauma que le estás causando? Por favor hijo, deja de querer hacer daño a las mujeres-

-No es a todas- Por primera vez escuché que a mi comprador se le quebraba la voz ligeramente. Su padre suspiró con pesar.

-Sé que no es a todas, me he dado cuenta que solo buscas a las que se le parezcan... y también sé que en parte es por mi culpa- ¿Qué se le parezcan? ¿A quién se refería? Al ver que el amo no respondía, su padre continuó hablando. -Solo dime por favor que esa chica estaba desnuda en la cama porque así duerme ella, y no porque tú la hayas hecho terminar así-  Hubo un silencio incómodo y luego la voz del padre otra vez. -¡Oh Dios mío! ¡Pero si es una niña! ¿Por lo menos fuiste gentil con ella?-

-Eso no te importa, lo que yo haga con mi mercancía es cosa mía, yo pagué por ella, ahora hago lo que quiera con su cuerpo-

-Por favor hijo, no seas así de desgraciado- Suplicó el hombre mayor.

-¿Así como tú lo fuiste?- Contraatacó mi dueño y sin más bajó las escaleras, dejando a su padre solo. Me buscó con la mirada por el salón y al visualizarme en el comedor se acercó con sus habituales pantalones de vestir negros pero esta vez no tenía saco, solo una camisa manga larga azul claro a rayas y su cabello mojado por la ducha que se había dado.

-Báñate que nos vamos al nutricionista y luego tenemos que ir a comprarte ropa- Pasó la mirada por las prendas que cargaba puestas e hizo un gesto de asco. -No quiero que lleves las ropas de esa puta- Asentí ya que no sabía que más hacer y volví a agachar mi cabeza para comer del plato los cereales.

Una vez estuve lista con la misma ropa de la rubia, bajé y me encontré al pie de las escaleras a J, tenía la mente en otro lado y sus ojos demostraban unas sombras que no había visto antes. Debido a mi concentración en él, tropecé con el último escalón, pero por suerte antes de que mi cara tocara el suelo, el hombre alto me sostuvo de la cintura con fuerza y me estabilizó enseguida.

-Mira donde pisas, tienes que dejar de ser tan torpe- Me reprochó y bajé la cabeza avergonzada mientras el negaba con la cabeza.

-Lo siento- Murmuré mientras el sonrojo se incorporaba en mis mejillas, inesperadamente escuché un sonido muy agradable, alcé la cabeza para detectar el origen y me sorprendí al darme cuenta que era la risa de J. Se estaba riendo. Y no tenía ni un abismo de amargura, se estaba riendo de verdad. Me gustaba su risa, era melodiosa y suave pero masculina y grave al mismo tiempo, una combinación definitivamente atractiva.

-Toma- Puso una pastilla roja en la palma de mi mano, la observé extrañada. -La pastilla del día después- Arqueó una ceja como sugiriendo que era algo demasiado obvio. Oh uh. -No hay tiempo para que cojas un vaso, toma una botella de la nevera nada más- Asentí obediente y corrí hacia la cocina a por la botella de agua.

-Aquí, toma antes que se enoje- Me tendió Jev una botella para que no me demore buscándola.

-Gracias- Corrí hacia el amo de vuelta y no fue hasta que estuvimos dentro de su auto que me tragué la pastilla.

Mientras el manejaba se le notaba muy serio y cada ciertos intervalos fruncía el ceño a sus propios pensamientos. Me estaba debatiendo entre si le preguntaba que le pasaba o no, probablemente no me diría así que por el momento no le preguntaría nada.

-¿River te ha dicho algo? ¿Te ha contado algo el viejo que viste en mi casa?- Cuestionó de repente el hombre que dejó de ver la carretera un segundo para mirarme intensamente a los ojos.

-No- Se calmó notablemente con mi respuesta y después de debatir conmigo misma unos segundos, me decidí a seguir la conversación. -Ese hombre es su padre? ¿El hombre de cabello plateado?-

-No te interesa- Suspiró y luego cedió. -Es mi padre de sangre, pero nunca se ha comportado como uno- Sostuvo con más fuerza el volante, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos.

-Uhm- Dije nerviosa, no sabía que decir ya que todo lo que yo decía parecía molestarle. -Pues en ese sentido creo que estamos iguales- Me miró alzando una espesa ceja. -Yo tampoco tengo padres-

-Nunca dije que no tuviera madre-

-¿La tienes?- Ignoró el hecho de que lo había tuteado y fijó su vista hacia la carretera. Esperaba una respuesta de él, pero no dijo nada.

-Llegamos, bájate- Me ordenó colocándose unas gafas oscuras que le quedaban muy bien, le daban un aspecto misterioso y algo rudo. Me estremecí, yo sabía lo rudo que podía llegar a ser.

Después de que el nutricionista me dijera que tenía que venir al día siguiente para hacerme exámenes de sangre en ayunas y me diera una dieta temporal hasta que salieran mis resultados para poder darme una dieta adecuada, fuimos a un centro comercial a comprar ropa para mí.

-Me gustan tus pechos, tendrás que ponerte blusas con escote en v para mí- Asentí. -También strapples, me gusta cómo se te ve de azul, pero creo que te quedaría bien el rojo también. Pruébate esto- Agarré las blusas que dejó caer en mis brazos y agaché la cabeza como solía hacer. -Creo que por allá es el probador- Volví a asentir y me dirigí al vestidor de damas. Me desvestí y tomé la primera blusa que vi del montón de ropa que me había dado J. Mi reflejo en el espejo hizo un mohín mientras trataba de aflojar un poco el apriete de la tela en mis pechos, era incómodo, pero parecía que el diseño era propiamente para que se ajuste en esa parte de mi anatomía. Una vez me la saqué, me probé las demás prendas que eran esencialmente lo mismo, a excepción de unas cuentas que eran flojas pero con escotes de escándalo, se podía decir que me hacían lucir mayor de lo que era.

Al salir del probador encontré a J apoyado en la pared con los brazos cruzados y expresión tranquila.

-¿Te quedó todo?-

-Si amo- Al decir esas palabras sus intensos ojos marrones profundos se posaron estáticamente en los míos, para luego esbozar una sonrisa engreída.

Después de que pagara toda la ropa, salimos de esa boutique para dirigirnos a otra y entré sin siquiera fijarme en la marquesina de esta. Pronto me di cuenta que se trataba de ropa interior.

-Estas me gustan- Anunció el amo, señalando unas bragas rojas de encaje. -Mis otras acompañantes compraban el conjunto... ¿Tú también vas a coger así?- No sabía porque pero me molestaba que traiga a colación a sus antiguas acompañantes, no es que fueran celos, porque él y yo no teníamos una relación, aunque me molestara no lo iba dar a notar. Asentí agachando la cabeza y tomé las bragas de las manos de mi comprador.

-Buenos días señorita- La voz amable de la asistente del local me llamó la atención. - Quisiera ayudarla ¿Puedo?- La miré confundida. ¿Ayudar a qué? ¿Se había dado cuenta que este hombre me obligaba a estar con él?

-No, gracias. Estamos bien así y le agradecería que no nos vuelva a interrumpir- Respondió por mí el amo.

-Oh huh lo siento- Se retiró y fue a atender a otra chica con una coleta rubia que le llegaba a la cintura. ¿Cómo había podido ser tan demente? Esa mujer solo estaba haciendo su trabajo y yo enseguida había reaccionado mal.

-Pruébate esto- Me ordenó mi comprador con varios sujetadores de encaje y tangas a juego en la mano. Uh, tangas que asco. Agaché la cabeza y me dirigí al probador como hice en la otra tienda, pero esta vez fui seguida por J. Entré a una de las cabinas y él se quedó a fuera de esta. -Sal cuando estés lista, quiero ver cómo te queda-

Después de sacarme la ropa me observé detenidamente en el espejo, no había luz en mi cara, pero igual nunca la ha habido. El ceño que enmarcaba mis opacos ojos grises estaba fruncido con preocupación. Mis senos tenían marcas rosadas resientes, mis caderas tenían las huellas de unos dedos grandes, mi cabello rojizo estaba descuidado, mis pupilas estaban perdidas en los recuerdos de la noche anterior.

-¿Ya estás lista?- La voz del primer hombre en mi cuerpo me regresó a la realidad. Me vestí con el primer conjunto que vi, el sujetador era totalmente de encaje azul rey oscuro y las bragas a juego.

-Sí- Respondí deprisa. Salí antes de que se enoje por hacerlo esperar, no había nadie más en el corredor del probador. Antes de darme cuenta sus manos se posaron en mi cintura empujándome dentro de la cabina de nuevo mientras sus ojos irradiaban una sed más bien animal. Me encogí cuando una sonrisa de cazador apareció en la comisura de sus labios, este hombre me daba miedo. Me asusté cuando sus labios devoraron los míos sin piedad, el fervor con que me besaba me hacía temer por mi integridad física.

-No puedo entender como una niña es malditamente sensual- Susurró en mi oído antes de mordérmelo, un escalofrío recorrió mi estómago. -No me importa que estés adolorida, tengo que hacértelo de nuevo- Lágrimas comenzaron a surgir de mis ojos por el aviso que daban sus palabras, me lo iba a hacer de nuevo. De nuevo. Bajó mis bragas y cayeron hasta mis tobillos, luego mientras me mordía el cuello, me apretó el trasero haciendo que mi feminidad se pegara a su erección, levantó mis piernas a cada lado de su cadera, perdiendo así por completo las bragas.

-Por favor- Rogué con las lágrimas haciendo su camino en mis mejillas. -Estamos en un lugar público, por favor-

-Te dije que tu opinión no importaba, cuando quiera, donde yo quiera... ¿Recuerdas?-

-Sí, pero...

-Pero nada. Tú solo tienes que hacer lo que yo quiera, obedecer como buena perra que eres a tu dueño que soy yo. La próxima vez que tenga que repetírtelo te irá peor. ¿Entendiste?- Asentí sumisa. -Bien, harás todo lo que te diga ahora- Observó mis pechos que todavía estaban cubiertos por la prenda. -Sostente bien de mi cuello con tus brazos y apriétate más con las piernas- Tímidamente hice lo que me dijo y pronto me di cuenta porque me lo había dicho. Deshizo el agarre de sus grandes manos de mi trasero, que era lo que hasta ahora me sostenía en el aire y desabrochó la última prenda que cubría mi cuerpo. Apenas mis pechos saltaron a la vista, él hundió su cabeza en ellos. -Me excita saber que el que te hizo estas marcas fui yo- Comentó mientras las yemas de sus dedos estudiaban el alto relieve de mis heridas, luego pellizcó mis pezones, haciendo que suelte un gemido de dolor. -No seas idiota, cállate que te pueden escuchar-

-Pero me dolió

-¿Y eso que? Te estoy diciendo que te calles. Si por tu culpa nos sacan y me quedo con las ganas te prometo que a tí no te gustará saber el castigo que te voy a dar- Tragué saliva y él simplemente comenzó a bajarse la bragueta del pantalón. -Para tu suerte no me sacaré todo el pantalón ya que será rápido, así que mantén las piernas bien abiertas- Su miembro rozó mi entrada que descansaba en sus abdominales, sacó un preservativo del bolsillo trasero de sus vaqueros y se lo colocó con mano experta. -Quiero que cuentes cada vez que te penetre-

-¿Qué?- Pregunté confusa.

-Que mientras te follo tendrás tu cabeza agachada, y enumerarás cada vez que mi pene llene tu vagina ¿Capisci?-

-Sí... amo- Sonrió satisfecho.

-Ahora suéltate- Dijo pasible, con el fuego aún en sus ojos.

-¿Eh?- Él rodó los ojos impaciente.

-Que te dejes caer, no te aferres a mí- Le devolví la mirada insegura, me iba a caer. -Yo te sostendré antes que tu sexy trasero toque el piso- Seguí con la misma mirada. -No te estoy preguntando si quieres, solo hazlo- Suspiré y rezando para no caerme, me solté.

Antes que me dé cuenta sus caderas fueron a mi encuentro y mientras mi sexo bajaba, su miembro se alzó, entrando en mí profundamente, llenándome como él prometió y robándome todo el aire de los pulmones, esa estocada me había quitado el aliento.

-Como vuelvas

a jadear así no solo que te castigaré sino que también tendré que amordazarte la boca- Amenazó el hombre que me hacía suya por segunda vez. Bufó. -Ni que fuera para tanto, eres una floja- A pesar de que el amo decía que no era para tanto, el mero hecho de que su enorme miembro esté dentro mío era mucho, dolía su tamaño y el grosor me dilataba las paredes internas de mi sexo como reacción a la cruel invasión. Sentía como mi dilatada vagina se ceñía a su pene con mucho dolor, quería que esto pare. -¿Qué te dije que hicieras?- Por un momento no entendí a lo que se refería, el dolor me desconcentraba. Luego me acordé con temor de que me castigara.

-Uno- Enumeré la primera penetración.

-Observa con atención como te estoy follando- Me sonrojé notablemente. -Que mires tu puta concha siendo tomada. Creo que en realidad quieres que te castigue-

-¡No! No amo por favor, obedeceré todo- Me dedicó una mirada fría y asintió. Bajé con mucha vergüenza la mirada a la parte en que nuestros cuerpos se unían y ahogué un gritito. Era una escena muy inquietante, mi cuerpo estaba muy abierto y ceñido a la anatomía de mi amo. De pronto se retiró y mi piel se estiró dejándolo ir. Pero pronto volvió a embestir con mucha dureza y quitándome otra vez el aliento.

-D, d, dos- Tartamudeé con la garganta rasposa. Salió de mí y abrió más mis piernas antes de entrar de nuevo provocando un sonido de succión, pude ver que mi feminidad se enrojecía más cada vez que era obligada a recibirlo.

-Oh, esto es tan placentero-

-Pero me duele-

-¿Y eso a mí que me importa? Es tu obligación atenderme, tu cuerpo me sirve nada más que para descargarme, por lo menos eso haz bien- Informó mientras salía y entraba en mí varias veces. -Oh maldita sea abre más las piernas- Exigió, utilizando mi parte íntima para masajearse. Empujó mi cuerpo para estar más pegada a él. -Ábrete coño- Con una mano estiró mis piernas, forzando a que se abrieran más y haciendo que mi entrepierna punzara. -Cuenta-

-Ocho, nueve, diez, once ¡Ah! Despacio por favor- Parecía que el hecho de que cuente lo hacía excitarse más, yendo más rápido y provocándome más dolor. -Veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés- Y así seguí contando las veces que me embestía sin piedad y con mucha rudeza hasta el número sesenta y nueve. Terminé prácticamente susurrando las cifras, ya que estaba exhausta y el dolor no cesaba. Cuando por fin se vino en mí me mordió el cuello para así ahogar sus gemidos de placer.

-Eso estuvo muy bien- Dijo una vez ya estaba tranquilo.

-¿Puede por favor ya salir con cuidado?- Traté de hacer mi petición con la mayor paciencia pero la verdad es que ya no soportaba.

-Espera- Tomó su Iphone negro del bolsillo de sus vaqueros y apuntó la cámara al espejo, capturando así una foto de los dos entrelazados, no sabía cuál era su obsesión por las fotos, pero no me atrevía a preguntarle.

Comparado con la vez pasada, salió de mí menos rudo y subió su pantalón luego de quitarse el preservativo. Me senté rendida en el banco que había dentro de la cabina y me sobresalté por la punzada que sentí, luego no me importó, solo quería descansar.

-Creo que no me voy a cansar de tu cuerpo- Pero que tierno. Me dije a mí misma irónicamente. Alcé la vista para encontrarme con sus ojos de nuevo encendidos pero esta vez controlados. -Esta noche espérame en mi cuarto, por ahora te dejaré en la casa, pero luego te llegarán indicaciones con lo que tendrás que hacer- Tragué saliva.

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Gracias a las personas que me vienen apoyando desde Wattpad<3 si son lectoras desde ahí dejen su comentario abajo y si quieran díganme hasta donde se quedaron.
Si por si acaso alguien quisiera que le dedique un capi que me diga su nombre en los comentarios J
Besitos :*

*Jayce con gafas.. babaaaaaaa….

5 comentarios:

  1. Estoy súper feliz q sigas x acá yo quede x el capítulo 20 creo x hay pero igual lo leo todo d nuevo

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  2. te sigo desde wattpad, lo ultimo que leí fue cuando el rubio no oxigenado tuvo el accidente en el parque de diversiones y Claire le quiso besar. Querida escritora, recuerda si una puerta se cierra dos se abrirán. Mucho animo a la hora de seguir con OTS.

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  3. Uh no recuerdo el nr del capítulo pero ya el oxigenado le habían dado de alta creo después del accidente y apoyandote desde wattpaad también Mercedes cortez 😊

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