sábado, 9 de mayo de 2015

Capítulo 1

Siempre era lo mismo.
La misma comida, la misma ropa, el mismo orfanato, las mismas monjas corruptas, el mismo brabucón que se empeña en hacerme quedar en ridículo. A veces me pregunto si no es suficiente humillación.
- ¿Te gusta? ¿Te gusta comer de mi boca, fantasma? – Balbuceaba Twigall, como le decían al abusador del orfanato, mientras masticaba pollo al curry como cerdo cerca de mi cara. -¿Será que por fin llegará el día que te adoptarán?- No me dejó contestar. –Claro que no, mira como eres de fea, seguramente terminaras como todas las zorras de aquí, vendida a un bajo precio-. Me tensé pero no dije nada, sin querer Twigall había dado en el clavo.
Desde hace una semana que estaba nerviosa por el día de hoy, siempre me ponía así cuando sabía que venía el día de limpieza (así le llamaban a la ocasión en que juntan a todas las niñas del orfanato y las exponen a la venta de hombres grotescos y morbosos, con el solo fin de darles placer). Por suerte hasta ahora nunca me habían comprado, pero desde que me enteré que habría limpieza un mal presentimiento me rondaba. –Responde zorra-.
-Déjame en paz.- Le dije y me dispuse a irme con los hombros gachos pero él me tomó por la fuerza y me giró.
-Te dije que respondieras.- La amenaza en sus ojos me hizo encogerme.
-Ya saben el procedimiento, todas las chicas desde catorce años a la sala de presentación.- Una de las monjas anunció, salvándome sin querer de Twigall. Me solté con la vista baja y seguí a la monja, callada. Por supuesto que sabía el procedimiento, desde hace ya un año que había sido mi debut.
-¡No! Por favor denos más tiempo, aún no por favor.- Decía Drew tembloroso por los nervios mientras abrazaba a Emily. Ellos han sido novios desde que tenían doce años, siempre los veía en el comedor o por los pasillos, nunca se separaban a tal punto que ya no me imaginaba verlos por separado. Tenía que admitir que siempre les he tenido envidia. Pero quien no, si se jactaban mientras todos estábamos abandonados, en cambio ellos siempre tenían al otro, ere envidiable como los brillantes ojos verdes de Drew miraban con adoración los marrones de Emily y viceversa. Cuando se besaban todo a su alrededor ardía gracias a la pasión y ternura que emanaban de ellos. Hasta ahora, que tienen dieciséis años, se puede ver como Emily se aferra al cabello rubio de Drew mientras rozan sus labios en modo de despedida. No se sueltan de la mano hasta que estamos al pie de la puerta.
En fila ingresamos a la sala mohosa y descuidada que las monjas usaban como mercado negro de niñas. Todas nosotras vestidas con blusas de tela gris demasiado delgada como para proteger del frío y una falda hasta las rodillas del mismo color. Al entrar, ocho pares de ojos morbosos nos inspeccionaron una por una. Todos los hombres vestidos de lujosos trajes con sacos de hombres de negocios, me daba asco pensar que todos ellos tenían mínimo treinta años, y buscaban niñas como nosotras, que ni siquiera habíamos vivido lo suficiente como para servirles de buena compañía, aunque claro, no era difícil adivinar que solo nos querían para una cosa en específico.
-Bienvenidos a todos, de antemano les agradecemos que se encuentren aquí y esperamos que encuentren lo que buscan.- Anunció una de las monjas corruptas a los hombres de la sala. –Vamos a saltarnos los márgenes de cortesía y pasaremos directo a lo que vinieron. Les presentaremos a cada una de las mocosas y si les agrada alguna nos lo comunican enseguida para que la madre Martha pueda arreglar cuentas.- Señaló a otra monja que estaba parada en la esquina. Luego caminó hacia la chica que estaba en la punta de la fila y la presentó como nos trataban siempre, como objetos. –Esta se llama Amelia, para los que estén interesados, personalmente creo que es muy domable y es bonita, tiene diecisiete años, para los que les agraden los ojos azules y piel canela. ¿Alguno la desea?- Puaj eso sonaba asqueroso, literalmente estaba preguntando si se la querían llevar a la cama, pero ya estaba acostumbrada a eso. –La de acá es Francesca con catorce años, ojos marrones, cabello rojo y piel blanca, además de virgen. ¿Alguno?-
-Yo.- Anunció tranquilo un hombre de estatura media y manchas en la piel. Se dirigió a donde estaba la madre Martha y comenzaron a charlar como si fuera el negocio más normal del mundo. Las demás chicas le dedicamos una mirada afligida a Francesca, era la última vez que seguramente la veamos y sabíamos que no iba a estar en buenas manos.
-¿Qué esperas mocosa? Ve con tu nuevo dueño.- Le espetó la monja que nos presentaba a la pelirroja. Francesca solo asintió y camino con la cabeza gacha hacia el viejo manchado, este la recibió con una sonrisa complacida. –Sigamos. El nombre de esta es Emily.- Pude ver el sufrimiento en el rostro de Emily, le costaba alzar la cabeza. –Cabello castaño natural, ojos marrones, dieciséis años y virgen. ¿Quién la quiere?-
-¡Yo!- Respondió eufórico un hombre rapado, si quiera de unos cuarenta y cinco años. A Emily se le escapó el aire y negó con la cabeza rápidamente.
-No, por favor no.- El pánico en su voz era palpable.
-¡No! Maldita sea no, desgraciado.- No tuve tiempo de ni siquiera darme cuenta cuando fue que Drew había entrado a la sala y chillaba cosas a penas entendibles al hombre que quería comprar a su novia.
-Sal de aquí mocoso entrometido.- Lo empujó la monja, pero él no cedió ni un poco.
-Por favor, no me compre.- Volvió a intervenir Emily mientras juntaba las manos al frente, rogando compasión.
-Oh, primor te quiero en mi cama, haciéndolo justo lo que estás haciendo ahora. Pero para que te la deje de meter tan duro.- Sonrió sínicamente. -¿Cuánto cuesta?- Se dirigió a la madre Martha, mientras Drew logró zafarse de la monja y corrió a propinarle un puñetazo al calvo, inmediatamente todo se volvió tenso, los gritos de Drew, los sollozos de Emily y el jadeo lleno de furia del señor que la quería comprar.
Todo pasaba tan rápido que ni siquiera vi de dónde sacaron una jeringa y la clavaron en el cuello del rubio, haciéndolo que este caiga inconsciente.
Emily se llevó las manos a la boca y sollozó aún más.
-Por favor, ni siquiera soy ya virgen.- Todo el mundo se quedó pasmado, las demás chicas abrimos nuestras bocas de par en par. ¿Qué no era virgen? Las monjas hacían de todo para mantenernos vírgenes, ¿cómo había hecho ella?. –Así como lo escuchan, ayer perdí mi virginidad con el único chico que quería perderla.- Aclaró con la vista fija en Drew, que yacía desmayado en el suelo. –Así que por favor, déjeme quedarme con él.- El hombre calvo ensombreció y cuadró su mandíbula.
-No me interesa con quien te quieras quedar, pero ya que es con ese imbécil yo mismo me aseguraré que jamás tenga permitido volver a verte.- Le dijo con los ojos inyectados en sangre, y luego volvió a hablar con la madre Martha.

Después de unos minutos, no es necesario afirmar que Emily no tuvo más opción que irse con él, pero nunca desistió, peleó hasta el final, haciéndolo de todo para sostenerse de las paredes y luego de la puerta, le tuvieron que poner esposas como prisionera para que dejara de luchar pero aún así ella hizo lo que pudo para quedarse con su amado. No sirvió de nada, luego que se la llevaron, la moja siguió con las presentaciones como si nada hubiese pasado. 
- Dalia Green -

10 comentarios:

  1. Me alegra mucho que conseguiste el medio para publicar y seguir OTS después de tantos inconvenientes de lo mejor ☺️ Así q esperamos que la sigas Mercedes cortez saludos

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  2. Ojala sigas publicando los capitulos rapido, estoy tan contenta que sigas con tu novela :D

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  3. me da mucho gusto que la puedas seguir publicando soy fans de tu novela te vengo siguiendo desde wattpad face y aqui y te seguire si que sigue publicandolaaa

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  4. me alegra poder seguir leyendo esta historia!

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  5. Dalia.. quiero que sepas que estoy al pendiente del blog.. para que te animes a terminar la novela... quiero saber esa reacción
    del amo.. cuando la descubra con otro color de cabello... quiero leer ese momento donde se den cuenta que están enamorados

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  6. No lo puedo creer la busqué tanto 😭😭 al fin doy con ella.

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